El concejal de Medellín Luis Bernardo Vélez aboga por un liderazgo inspirador, que busque salidas a las crisis, en vez de profundizarlas. Líderes que entiendan que es hora de conciliar, de dialogar y escuchar al otro.
Esperanza. Es lo que tenemos para que Colombia salga de este hoyo profundo en el que permanece desde hace muchos años.
Esperanza es la que necesitamos para superar el gran descontento que hoy se extiende a lo largo del territorio nacional.
Esperanza es la opción para salir del atolladero, y que solo será posible de la mano de buenos liderazgos capaces de abandonar sus intereses particulares y unir en vez de polarizar.
Esa polarización, que, podríamos decir, no hemos superado desde hace más de 70 años, nos sigue haciendo mucho daño. Repetimos la historia y estamos asistiendo a una división de la ciudadanía, en la que unos reclaman los derechos que les han sido negados, mientras otros defienden sus bienes, sus privilegios.
Es momento de buscar salidas a la crisis, no de profundizarlas. Es hora de conciliar, de dialogar y escuchar al otro. A los otros que hoy reclaman sus derechos, a los jóvenes de un país que sienten que vivimos en una nación injusta. Y escuchar la voz de quienes defienden lo que tanto esfuerzo les ha costado construir. El país no es de unos cuantos. Es de todos y de todas.
Es hora de dejar de señalar al otro y calificarlo. De poner en el lugar que corresponde las necesidades de la población. Y eso necesita de líderes capaces de promover políticas públicas en favor de los más vulnerables, de proponer soluciones novedosas e innovadoras. Este país ya no quiere más de lo mismo.
El descontento es con todo. Con la estructura, con la exclusión, con la discriminación, con la falta de garantías, con la corrupción y la falta de liderazgo de los dirigentes; con la inmensa inequidad y los millones de personas sin oportunidades.
Colombia tiene en sus manos la obligación de transitar por los caminos de un Estado que garantice el bienestar para toda su población. Es ahí donde es posible la creatividad, el emprendimiento, y la generación de riqueza.
No en vano, disminuir la pobreza es un compromiso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y el esfuerzo tendrá que ser mayor luego de padecer la crisis económica más grave de los últimos 100 años.
Los países más desarrollados del mundo saben claramente la relación entre bienestar social, respeto por los derechos humanos, progreso, emprendimiento y paz.
El país necesita de líderes empáticos con los más vulnerables, capaces de unir en la solidaridad y no de profundizar el rechazo y la discriminación.
Entregar subsidios a los más necesitados no es un regalo ni le resta a los que tiene. Es, ante todo, promover el sentido de la equidad, la misma que suma a la construcción de una sociedad más igualitaria y reconciliada.
Necesitamos líderes y lideresas capaces de proponer soluciones basadas en experiencias positivas. Países como Noruega, Suecia, Dinamarca, Nueva Zelanda y Suiza están entre las cinco naciones más prósperas del mundo. Sus niveles per cápita de bienestar económico, así como las libertades y la igualdad de oportunidades los caracterizan como estados que propenden por el bienestar de sus ciudadanos, financiando programas sociales mediante el cobro de impuestos a quienes tienen mayores ingresos. De manera que la salud, el empleo, la seguridad social, la educación son para todos y no para unos cuantos.
El éxito de la política de estos países capitalistas, que están en la línea de la social democracia o el social liberalismo, es la capacidad de deponer los intereses de unos cuantos, mantener el mercado y respetar la propiedad privada, los derechos humanos, y establecer políticas sociales que garanticen el desarrollo de todos sus habitantes y piensen en el bienestar colectivo.
Un liderazgo que le apueste a la igualdad, a las oportunidades, a contener la corrupción, a entregar beneficios a quienes más lo necesitan, para que su subsistencia no sea un milagro de cada día. Un liderazgo que ofrece beneficios como la renta básica, que subsidia un sistema de salud de calidad, que ofrece gratuidad en la educación, que promueve a los jóvenes, brinda oportunidades a los viejos para alcanzar su pensión y que apoya a las mujeres para ingresar al mercado laboral y a la educación.
Un liderazgo inspirador. Ese liderazgo lo requiere y merece Colombia.
Por: Luis Bernardo Vélez
Concejal de Medellín