¿Liderar para inspirar o inspirar para liderar? 

En un domingo, como la mayoría, salí a trotar a la ciclovía. Mientras trotaba comencé a seguir el ritmo de una persona que iba delante de mí -que sin conocerlo y con la certeza de que no íbamos a cruzar ninguna palabra-, logró marcar el ritmo de los dos cada kilómetro recorrido. 

Mientras me enfocaba en no perderle el ritmo, ni parar, pensaba en lo mucho que esto se parece al liderazgo en el entorno laboral y en como olvidamos lo relevante que es el ejemplo para crear culturas organizacionales que mantengan a todos los individuos inspirados en un crecimiento colectivo y a un ritmo constante.

¿Cómo logramos inspirar a nuestros equipos desde una competitividad sana, desde el ejemplo que guía, la voz que inspira, más no desde la voz que impone y la presión que asfixia?

Liderar es un arte; no es imponer, no es amedrentar. Liderar es invitar. Es construir entornos de colaboración donde se logren entender las capacidades de cada individuo para formar un todo, es construir entornos que inspiren a seguir desarrollándose – no solo cómo profesionales también cómo personas – para lograr entornos donde la inspiración se convierte en la guía para un equipo imparable.

Una persona inspirada no requiere que lo empujen, saca de si todo el potencial para convertirse en parte del equipo, no solo para cumplir tareas y lograr sus objetivos puntuales. Avanza por convicción; porque se siente parte de algo relevante, hace parte de un entorno.

¡Y el entorno sí que importa! porque estos se crean, mutan y se permean de quienes lo habitan. Es por eso que un líder que desconozca su cultura organizacional nunca podrá inspirar desde la coherencia. Lograr tener coherencia entre nuestra forma de actuar y de hablar es el mayor reto para inspirar. Porque bien sabemos que la inspiración no se impone; se genera, se cultiva, se logra y aunque esto suene sencillo, no lo es. En el mundo laboral cotidiano donde el estrés por los resultados, los KPIs y la presión del corto plazo nos aprietan, se vuelve tentador exigir sin escuchar, pedir sin acompañar y comprometer sin empatizar.

Los entornos se crean, la inspiración se cultiva dentro de estos, y solo desde el auto-conocimiento y la humildad, quienes lideran son capaces de seguirla desarrollando. Por eso hoy, más que nunca, necesitamos lideres que se cuestionen no solo lo que están logrando, sino, “cómo” lo están logrando, porque muchas veces el “cómo” es más importante que el “que”.

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