He liderado equipos por más de 20 años. Como mujer, he vivido crisis personales, empresariales y colectivas. He tomado decisiones con miedo, he sostenido equipos sin tener todas las respuestas, y he aprendido a veces a las malas que liderar no es brillar, sino sostener.
Lee todas las columnas de Marcela Cárdenas aquí.
Y sí, liderar cuando todo va bien es sencillo. Lo complejo es hacerlo cuando reina la incertidumbre, cuando hay ruido afuera y adentro, cuando el futuro se siente más como una pregunta que como un plan. Y es justamente ahí cuando el liderazgo se pone a prueba.
Hoy vivimos una época marcada por múltiples crisis. En Colombia, como en muchos países de América Latina y del mundo, las divisiones sociales, políticas y económicas se sienten con fuerza. A esto se suman los retos globales: guerras, cambio climático, avances tecnológicos que transforman el trabajo y nuevas formas de relacionarnos. Todo parece estar en movimiento, como si el suelo que pisamos no fuera firme.
El artículo de Harvard Business Review, “How to Lead When the Future Feels Unpredictable”, de Laura Empson y Jennifer Howard-Grenville, describe este momento como una época de transición incierta: una etapa en la que dejamos atrás lo conocido, pero aún no llegamos a lo nuevo. No es solo confusión, es la sensación de estar suspendidos entre lo que éramos y lo que seremos. Y en medio de eso, el liderazgo importa más que nunca.
Lea también: El poder de la conversación en el ecosistema empresarial
En tiempos así, vale la pena hacerse tres preguntas:
¿Qué valoramos realmente?
Las crisis revelan lo que es importante. Nos enojamos cuando algo toca lo que más nos importa. Ahí están nuestros valores. Reconocerlos y actuar desde ellos es clave para tomar decisiones coherentes, especialmente cuando todo afuera parece desordenado.
¿Dónde estamos parados?
No se trata de tener todas las respuestas, sino de ofrecer claridad y contención. Mirar hacia adentro, entender quiénes somos como líderes y qué representa nuestra organización, es el primer paso para acompañar a otros con sentido y propósito.
¿Cómo seguimos adelante?
En momentos de tránsito, es fácil caer en la pasividad o el cinismo. Pero también son oportunidades para cuestionar lo que ya no sirve, para ensayar nuevas formas y para descubrir nuestra capacidad de adaptarnos. Como líderes, podemos ofrecer pequeñas certezas, guiar con empatía y sostener el camino, incluso sin un mapa claro.
Le puede interesar: Explorar, fallar y crecer: la verdadera meta está en el camino
El artículo también propone tres acciones fundamentales para quienes lideran en tiempos de crisis:
- Volver a lo esencial: recordar para qué existe nuestra organización, a quién servimos y qué valor entregamos.
- Cuidar los vínculos: los equipos se sostienen en la confianza y en la colaboración. No se trata de pensar igual, sino de caminar juntos con respeto.
- Sostener el rumbo y la esperanza: como los marineros en plena tormenta, hay que “agarrarse” de lo importante y mantenerse fiel al propósito.
Únase aquí a nuestro canal de WhatsApp y reciba toda la información de El Poblado y Medellín >>
La pandemia nos mostró que somos más resilientes de lo que creíamos. Supimos adaptarnos, reinventarnos y acompañarnos. Ese músculo sigue ahí. Hoy, más que nunca, necesitamos liderazgos valientes, humanos y conscientes. No para tener el control de todo, sino para sostener lo que vale, ofrecer dirección y abrir caminos incluso cuando la niebla es densa.
“Liderar no es un rol que viene con el cargo. Es una forma de estar en el mundo. Y en tiempos de crisis, no es solo tarea del jefe: es una responsabilidad colectiva”.