De mensajes y mensajeros

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Cada 9 de febrero debemos honrar el Artículo 20 de nuestra Constitución, que consagra la libertad de expresión en Colombia.

Un día como hoy, hace 232 años, Manuel del Socorro Rodríguez publicó el primer medio impreso conocido en Colombia, el Papel Periódico de la Ciudad de Santafé de Bogotá, y es por eso que cada 9 de febrero los periodistas conmemoramos nuestro oficio.

Conmemorar es traer a la memoria, porque a veces se nos olvida en Colombia el significado de poder tener medios de comunicación independientes y diversos, que haya periodistas dispuestos a contar historias y noticias, y que la Constitución Política y los diferentes poderes del Estado defiendan la libertad de prensa.

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Es un día para levantar la voz con vehemencia, porque nunca podemos dar por sentado este privilegio, y hay que defenderlo a capa y espada. Hace apenas una semana, la FLIP -Fundación para la Libertad de Prensa- le tuvo que llamar la atención al presidente Gustavo Petro por “sus continuos reparos al ejercicio periodístico en nuestro país”.

En su pronunciamiento público, la FLIP informó que en el último mes el presidente “ha difundido en su cuenta de Twitter por lo menos 34 trinos en los que menciona a nueve medios de comunicación”. Según esta organización, el mandatario nacional está implementando una narrativa para “sembrar la duda ante la audiencia sobre la idoneidad de los medios para hacer su trabajo”.

Es un día para levantar la voz con vehemencia, porque nunca podemos dar por sentado este privilegio.

Vale la pena analizar en detalle este último episodio que generó los comentarios del presidente Petro: el 30 de enero, el gremio que agrupa a las plataformas de innovación en América Latina, Alianza In, dio a conocer el borrador de un proyecto de ley de la Superintendencia de Transporte que, de ser aprobado, prohibiría en Colombia el uso de las aplicaciones para el transporte público. Los diferentes medios de comunicación del país, al revisar el proyecto oficial, hicieron lo que corresponde: difundirlo, analizarlo, consultar fuentes, replicar voces ciudadanas… En la tarde, Bogotá vivió una grave crisis de movilidad por causa de manifestaciones y bloqueos.

Al otro día, el ministerio de Transporte citó al diálogo a las diferentes partes involucradas y suspendió el proyecto que, a todas luces, no había sido suficientemente discutido ni analizado. Para el presidente Petro, las movilizaciones y desmanes ocurridos en la capital no obedecían al contenido del documento sino a la labor de los medios que lo dieron a conocer. Todo es culpa de “las falsas informaciones de prensa”, dijo en Twitter. La antigua costumbre de matar al mensajero…

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En esa narrativa, que, además, tiene eco con frecuencia en nuestro ámbito local, los servidores gubernamentales olvidan su responsabilidad de ejercer con rigurosidad la comunicación pública, como un ejercicio permanente de rendición de cuentas. Lo dijo también la FLIP: “… el Gobierno debe promover la transparencia activa en todas las instancias del Estado, de manera que la prensa, particularmente los medios regionales, puedan acceder a la información y con ello contrastar distintas fuentes”.

Por el peligro permanente que acecha a la libertad de prensa, el 9 de febrero es un día para recordar a viva voz el Artículo 20 de nuestra Constitución: “Se garantiza a toda persona la libertad de expresar y difundir su pensamiento y opiniones, la de informar y recibir información veraz e imparcial, y la de fundar medios masivos de comunicación. Estos son libres y tienen responsabilidad social”.

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