Al César lo que es del César. Este año, por fin, luego de muchos meses, incluso años de preocupante lentitud y estancamiento, empieza a tomar forma concreta el Plan de Valorización El Poblado en dos de sus aspectos fundamentales: uno es el que tiene que ver con la inclusión de otros barrios y sectores en la zona de citación, aquella donde se distribuirá la Valorización, y otro, el más importante, el de la construcción de los proyectos viales, justamente el origen y sentido de todo este proceso.
Es innegable que pese a las congestiones, a los cambios de sentidos de vías, a los cierres temporales de calzadas, en fin, a todos los obstáculos que en el día a día puede generar la construcción de las obras, la verdad es que, hasta el momento, no han estado tan traumáticos como se preveía. No es un canto de victoria, pues aún falta que empiecen en firme proyectos de gran envergadura como los intercambios viales en las lomas de Los Balsos y la 10 con las transversales, trabajos que sin duda propiciarán muchos dolores de cabeza. Pero hoy ya es posible para los usuarios de las vías de la comuna 14 disfrutar varios broches, conectores y trayectos hasta hace poco inexistentes. Uno de los más significativos, tanto por su longitud como por lo que representa para la descongestión de la Avenida El Poblado es la conexión vial de las carreras 43 C y D entre las calles 11 y 11 A, 8 y 9, y calle 7 y transversal 6. Todavía no está en su máxima extensión, pues pretende ser una paralela de la Avenida El Poblado desde el Centro Automotriz hasta Los Balsos, pero ya permite ir casi derecho desde el Vivero Municipal en Villa Carlota, pasar por Manila, cruzar la 11 A, la 10 (abajo del Parque de El Poblado), llegar al barrio Astorga, seguir por el lado de La Tienda del Vino, pasar frente a Almagrán y atravesar un puente, hasta llegar a Patio Bonito. No faltan los “pero”, claro, pero los principales los ocasionan los mismos conductores cuando con indolencia y falta de civismo estacionan sus carros en las nuevas vías, inhabilitando una calzada. Esos pocos o muchos indisciplinados son precisamente los generadores de un buen porcentaje del caos vial que padece El Poblado.
Después de tener de espejo ejemplos tan desastrosos como el de Bogotá, con sus tacos antológicos, sus huecos perennes y sus eternas vías inconclusas, gracias a una colosal banda de delincuentes denominada elegantemente cartel de la contratación, es justo reconocer que algunos contratistas en la capital de la montaña se han lucido por la celeridad y organización con que han ejecutado proyectos viales recientes… después de todo, en país de ciegos el tuerto es rey. Es así como, por ejemplo, la prolongación de Los Parra, más allá de las polémicas suscitadas por su diseño, ha sido adelantada de manera ordenada, como lo han destacado algunos lectores en mensajes enviados a nuestra redacción. Todavía falta, pero ya es posible transitar por algunos de sus tramos.
Ojalá las obras y el proceso de Valorización continúen con el ritmo tomado. Hay consenso en que los proyectos viales se necesitan, es decir, hay acuerdo en lo fundamental. De ahí en adelante lo que queda es superar con respeto las diferencias que pueda haber entre la administración municipal, los vecinos de las obras y los representantes de los propietarios, teniendo siempre un norte claro: el bien común.