Su apuesta por este deporte, al que eligió en vez del baloncesto, le ha salido bien por ahora. Cuarta entrega de los talentos de El Poblado vinculados al Team Medellín.
Si los entrenadores del club de ultimate más importante del país, el Revolution de Medellín, te dicen que cómo es posible que con tu talento no estés jugando con ellos, algo estarás haciendo bien para que reclamen tu presencia en su nómina.
Le ocurrió a Laura Arango Mejía (17 años, celebra los 18 a comienzos de febrero) en Bélgica. Corría 2016 y esta joven habitante del barrio San Lucas completaba su cuarto año jugando ultimate. Había sido seleccionada para asistir a un torneo europeo con la Selección Colombia para menores de 17 años, gracias a la insistencia de su profesor Santiago Montaño, quien fue el primero que detectó sus habilidades y la invitó a que se presentara a las pruebas en las que finalmente fue elegida.
Allí su participación fue destacada y los entrenadores de las selecciones Colombia, Mauricio Moore y Alejandra Torres, que a su vez son instructores del Club Revolution, se cuestionaron sobre el porqué no habían tenido a Laura antes bajo su mando.
“No lo sé”, fue lo único que ella les pudo responder. Quizá, dice, era porque el lugar de entrenamiento, la Unidad Deportiva de Belén, le quedaba muy lejos de casa.
Una vez llegaron de Bélgica, Alejandra la invitó para que fuera y desde entonces la trayectoria de Laura en el ultimate ha sido en escalada.
Atraída por la libertad
Laura recuerda que la primera vez que observó un juego de ultimate fue en su colegio, el Montessori, en 2012. Allí se realizaba un torneo intercolegial y se antojó por saber más de ese deporte en el que un disco volaba y tras él los jugadores hacían toda clase de maromas para lanzarlo, atraparlo y llevarlo a una zona de anotación.
Sin embargo para practicarlo tuvo que esperar, pues en el colegio la convocatoria solo aplicaba para estudiantes entre noveno y undécimo grado. Ella estaba en séptimo. De todos modos, unas compañeras del mismo grado consiguieron cupo y ella las acompañaba apenas terminaba la jornada.
De tanto verla, el profesor Montaño la invitó para que acudiera y de la cancha no la sacaron más. Incluso dejó de lado el baloncesto, disciplina en la que había hecho sus primeros contactos con el deporte.
“El ultimate es muy libre, diferente al resto de los deportes, no hay árbitros y uno tiene la libertad de la honestidad, de discutir con su punto de vista. Me gustó que es un deporte con acrobacias, permite muchos vuelos, mucha agilidad, es difícil que en el baloncesto se viera a alguien tirado en el piso jugando, esas habilidades me parecen bacanas”, menciona.
Una prueba de superación
Laura recibió la noticia de que había sido seleccionada por el Team Medellín, el programa del Índer que apoya y forma a jóvenes talento, al término de un partido con su club. Le dio mucha alegría, pues el proceso para ser escogida no le fue fácil.
“Sentí mucha felicidad de saber que había cumplido con las capacidades que el programa solicitaba, ya que las pruebas fueron muy exigentes”, y menciona que le tocó demandar a su cuerpo en todos los aspectos posibles: resistencia, fuerza, flexibilidad, salto, velocidad. “Eran unos test muy duros y completos”, y eso que le tocó hacerlo por partida doble. “Me sorprendió, pues en algunos claramente creía que no me sentía bien, es muy difícil tener todas las capacidades en perfecto estado”.
El apoyo que recibe de profesionales de distinta índole, preparadores físicos, nutricionistas, entrenadores mentales, psicólogos, le dan el impulso para su meta más próxima: ser seleccionada para el Mundial para menores de 20 años que se efectuará en 2020 en Suecia.El objetivo mayor sería representar a Colombia en unos Olímpicos, con la esperanza de que el ultimate sea incluido en el programa de los Juegos en un futuro cercano.