Las tres circunstancias de Maciá en el Mamm
Un cubo fragmentado con tamaño humano, una grada para ver en perspectiva las formas y un sonido que invita a reinterpretar, es la propuesta del Mamm hasta el 13 de noviembre
Oswaldo Maciá descansaba en un hotel de Medellín luego de un viaje que lo trajo desde Londres. En su cabeza solo estaban, hasta ese momento, los arreglos necesarios para su exposición en el Museo de Arte Moderno en el marco del Encuentro Internacional de Medellín (MDE11).
Unos disparos sonaron afuera y de repente el artista supo que esa introducción sonora haría parte de su exposición: Escenario para tres circunstancias: A,B,C, que estará en el MAMM hasta el 13 de noviembre.
La obra visual recibe así el apoyo auditivo de los melismas compuestos por el músico Saul Giner y de los disparos (recolectados en una escuela de tiro), que otorgan el concepto de audiencia en la obra, representada por las personas que utilizarán sus sentidos para el ejercicio de reinterpretación.
El montaje propuesto por el artista cartagenero cuenta con una grada que convierte a las personas en espectadores con un punto de vista “completo e integrador de todos los elementos que participan allí”, según su propia explicación.
Las tres circunstancias de las que habla Maciá empiezan con la exposición de siete formas geométricas de 1.70 metros de altura, macizas, con ruedas para que los visitantes las muevan y que juntas logran un cubo. Están basadas en el juego chino Tangram, usado como herramienta para entender conceptos de geometría plana. Esta pieza fragmentada, “simboliza la sociedad y las diferentes representaciones e interpretaciones que yacen en cada una de sus partes”.
La circunstancia B habla de los sonidos que se unen a la interacción con las formas, para otorgarle a los espectadores un aliciente para llegar a la circunstancia C, que se enfoca en la recreación de sensaciones y reflexiones. “Es un proceso que permite releer, borrar, dibujar la realidad, crear nuevas narrativas (formas) y replantear los discursos dogmáticos de la educación”.
Esa nueva interpretación, que se logra tras la interacción con los elementos visuales y auditivos, enmarcan el concepto del artista, en el que ve el arte no como entretenimiento sino como una invitación a construir reflexiones. “Es como rumiar, un proceso en el que el animal desprende un alimento, lo mastica, lo ingiere, luego lo regurgita y vuelve a realizar el mismo proceso varias veces, para sacarle todo el provecho posible y, en este caso, entenderlo”, señala Maciá.
Las instalaciones de este artista, que desde hace 20 años vive en la capital británica, reclaman la atención de los sentidos y reflexionan acerca de los supuestos existentes entre conocimiento y percepción. En su búsqueda los estímulos externos se convierten en imágenes gracias a los sentidos, para luego ser interpretados con la mediación de lo que creemos saber.
Óscar Roldán, curador de la obra, ve este escenario como “la creación de una experiencia autónoma, algo así como una palabra resultante de palabras ya dichas”.
Solo desde 2003 la obra de Maciá ha sido expuesta en más de 10 espacios internacionales. Entre otros, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (España, 2003), la Bienal de Shanghai (China, 2004), la 51 Bienal de Venecia (Italia, 2005), el Museum of Contemporary Art (Australia, 2007) y el Alison Jacques Gallery (Inglaterra, 2011).
Espectadores y audiencia encontrarán en esta instalación in situ del MAMM, un concepto que toma la pedagogía y la transmisión de conocimiento por medio del arte, como líneas de fuerza. Son paisajes sonoros y visuales que el artista deja como espacio para construir reflexión.