Ese 33 % procede del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia, un organismo orientado a trabajar bajo un modelo de integración de la gestión de las autoridades responsables del orden público, objetivo, con unidad de criterio y con imposibilidad de manipulación de resultados.
La base para el cálculo son los delitos ocurridos entre enero y septiembre de 2015 y su comparación con los mismos nueve meses de 2014. De esa operación, que enfrenta los 529 homicidios del año pasado con los 354 de la vigencia presente, sale la reducción.
El modelo de análisis no es creado por el Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia, es un estándar validado en el ámbito internacional y el mismo aplica para medir el comportamiento en otros delitos, como el robo de vehículos o a viviendas, porte de armas y de estupefacientes, violencia intrafamiliar o uso de documentos falsos, con sus saldos en rojo, como ocurre hoy con el hurto a personas, que aumentó 52 %, y también con sus logros. Triunfos como los de San Sebastián de Palmitas, sus pobladores y las autoridades, donde cuentan con orgullo que pasaron los primeros nueve meses del año sin que se registraran muertes producidas por armas. Triunfa la vida. También destacan los 77 días de este año, no consecutivos, en que no hubo muertes violentas en la ciudad. O los 192 días, no consecutivos, que tenemos sin homicidios desde enero de 2012, cuando comenzó esta Alcaldía.
Esos números han sustentado, en parte, la condición de Medellín como ejemplo de trasformación y de resiliencia, han generado esperanza y vienen consolidando una ciudad que de ser estigmatizada ya es considerada de puertas abiertas por las que inversionistas y turistas quieren cruzar y regresar.
Sin embargo, por fríos, los números no deben ser el único elemento de evaluación. Queda el dolor del entorno de las víctimas, de las 354 caídas hasta septiembre, de las 529 del mismo periodo del año pasado. Queda además la percepción de seguridad de los ciudadanos que no se sienten parte de esas tragedias pero que, a pesar de los números, entienden sus calles como escenarios de peligro.
Otra mirada de las cifras indicará que lo que ocurrió en la ciudad juntando esos 18 meses es una dolorosa cifra de 883 vidas perdidas de manera violenta. El ideal es llegar a cero muertes violentas, como lo logró el corregimiento de Palmitas. Entre tanto, queda el reto de llevar los indicadores a su mínimo lo que en otros términos significa es conseguir que todos los ciudadanos podamos vivir en un entorno mas seguro.