La turistificación devora a Manila

El auge de proyectos para alojamiento turístico y de negocios da cuenta de la transformación espacial de este sector, uno de los más tradicionales de la comuna 14. En Vivir en El Poblado iniciamos una serie dedicada a este fenómeno urbano. ¿Qué soluciones se ven en el camino?

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Mientras intenta explicarle a una de sus clientas las posibilidades de reforma de un vestido, las palabras de Fernando Gómez son interrumpidas por el zumbido estridente de una pulidora. El sonido proviene del último piso de The Cut, uno de los diez proyectos de expansión hotelera y gastronómica, que en este momento se encuentran en construcción en el barrio Manila, sector El Poblado.

“Los primeros en llegar fueron italianos y españoles; ahora hay hoteles de franceses, ingleses y muchos gringos. Antes, en ese lote, quedaba un depósito de materiales y un vivero. Muchas familias han vendido sus casas, les dieron ‘oro’ por ellas. Cumplo 20 años de pagar arriendo acá y me han ofrecido hasta $30 millones para que desocupe y los recomiende con los dueños del local”, cuenta mientras, sutilmente, aprieta el pedal de su vieja máquina Singer.

A su manera, este sastre, uno de los pocos que quedan en la zona, advierte sobre uno de los fenómenos sociales que en las últimas décadas ha descosido los tejidos urbanos, sociales y culturales en muchas urbes del mundo, incluida Medellín: la gentrificación.

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Aunque para el caso de Manila, algunos estudiosos de dinámicas urbanas hablan de turistificación, entendido como el proceso mediante el cual un sitio se convierte en un enclave turístico, según lo explica el marroquí Rémy Knafou, profesor emérito de la Universidad de París, Francia

En esta esquina, de la calle 12 con la carrera 43E, hasta hace menos de un año había una casa de tres pisos, una de las más clásicas del sector. En el lugar se levanta un proyecto hotelero por inversión privada. La edificación quedará situada en un tramo peatonalizado con enfoque gastronómico y de alojamiento.

“Hasta hace algunos años en esta cuadra teníamos alma de vecindad. Ahora son pocos los conocidos. En la cuadra hay como diez hostales y acomodaciones Airbnb; y mire, en el mismo tramo ya cuatro predios tienen licencia de curaduría para intervenir y se están construyendo tres hoteles más. La casa de mi abuela es una de las más tradicionales del barrio, tiene más de 60 años. Por la propiedad nos han ofrecido hasta $2.500 millones”, indica Jonnathan Gallego, empresario residente en Manila.

Más abajo, en la calle 11A con la carrera 43E, Sandra Bedoya Zapata barre impetuosamente el frente de su casa: “Es inaudito; esta tarea la tengo que hacer tres o cuatro veces al día. En mi casa y en mi tienda todo permanece empolvado. Les he dicho que mojen la tierra que sacan de la obra, pero no lo hacen. Los trabajadores hablan muy fuerte y son muy soeces, a mi mamá se le van a estallar los oídos. Con esto, casi que vamos a quedar cercados por hoteles”.

Y agrega, malhumorada: “Los fines de semana se han vuelto insoportables. En todos los hoteles hay terrazas y hacen rumbas hasta la madrugada con música a todo volumen”.

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Ante la queja de ella, otro vecino expresa contrariado: “De veras que estamos hastiados con esta situación. Todos los males del ‘Lleras’ se trasladaron para acá: en la vía peatonalizada están llegando mujeres a ofrecer sus servicios. Hace unos días un hombre me preguntó qué dónde vendían cocaína; también me han indagado por ‘prepagos’. Y uno llama a las autoridades, y no pasa nada”.

 Espacios como esta estructura, otrora de carácter público, donde funcionó la sede El Poblado de UNE Telecomunicaciones y el Programa Medellín Digital de la Alcaldía, hoy acogen un proyecto hotelero de inversión privada. El edifició está ubicado en la carrera 43B con calle 11, en Manila.

De acuerdo con Sandra y su vecino, en las 10 manzanas que conforman Manila, ya no quedan más de 25 familias de las fundadoras del barrio. Reconocen que el fenómeno es avasallante y cambió definitivamente las dinámicas del sector. Cuentan que dos galerías y una escuela de arte cerraron; y que  algunas IPS, que tenían sus consultorios en la zona, también se fueron.

Una de las arquitectas encargada de uno de los diez hoteles en construcción, quien prefirió omitir su nombre, explica: “Esto es algo inevitable para la zona. Nos encontramos en el ‘ojo’ de la gentrificación y la turistificación. Síntomas de esta situación se evidencian cuando entras a una tienda y la señora te habla en inglés y te dice que acepta dólares como medio de pago”.

*Próxima entrega: mirada de autoridades de planeación, urbanistas y curadurías.

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