La tecnología en el umbral de la vida y la muerte

En la vida, hay momentos que nos confrontan con la fragilidad de nuestro ser, y la única certeza que tenemos es: la muerte. Hoy, mientras escribo estas líneas, mi perrita Violeta, mi maestra del amor durante más de 10 años, enfrenta su mayor desafío: un osteosarcoma con múltiples metástasis. Un momento de la vida en el que se detiene el tiempo, se sincroniza el cuerpo, la mente y el alma, con la certeza de que algo sagrado está ocurriendo: el proceso de trascender. Saber que se acerca el final me ha enfrentado con una pregunta que evadimos constantemente: ¿Cómo acompañamos a quienes amamos en su viaje hacia la muerte? ¿Cómo nos preparamos para que la muerte sea una celebración, tal cual lo es el nacimiento? ¿Cómo puede la tecnología ayudarnos a transitar y resignificar este proceso?

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El Libro tibetano de la vida y la muerte nos invita a abrazar la impermanencia, a contemplar la muerte no como un fin sino como parte del ciclo vital, donde en la medida en que aprendamos a vivir aprenderemos a morir también. ¿Qué significa realmente vivir? ¿Y cómo podemos honrar a aquellos que amamos en su partida? Estas preguntas resuenan con fuerza en un mundo donde la innovación tecnológica abre nuevas posibilidades de conexión y acompañamiento en el momento de la gran partida.

La serie de National Geographic, En un millón de años, nos presenta visiones bastante revolucionarias sobre el futuro, con un panorama donde la vida, la muerte y la tecnología se entrelazan de maneras inesperadas, imaginando mundos donde la conciencia pueda preservarse en la nube. ¿Puede la ciencia ayudarnos a trascender la muerte? ¿Es esto ciencia ficción o una nueva espiritualidad tecnológica?

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La serie El futuro de, de Netflix, nos invita a cuestionar aún más: ¿qué legado dejamos atrás? La clonación de voz y los hologramas no son solo fantasías futuristas; son herramientas que podrían permitirnos interactuar con la memoria de nuestros seres queridos de maneras que nunca imaginamos. ¿Qué tal si pudiéramos escuchar su voz cada vez que lo deseemos, e interactuar con ellos a través de una nueva interfaz, como lo es un holograma? ¿Qué emociones surgirían al ver su imagen proyectada frente a nosotros y gracias a la AI establecer una conversación tal como lo haría ese ser que ya no está más en este plano?

Pero la convergencia entre la tecnología y la innovación va más allá del momento en que se consolida la muerte. Ambas juegan un rol fundamental en el acompañamiento del antes, durante y después del cruce del umbral. ¿Quién cuida al que cuida? ¿Quién abraza al que acompaña en el silencio? En este punto, la tecnología tiene un papel urgente: convertirse en aliada del alma, no en distracción. Acompañar sin invadir. Sugerir sin imponer. Escuchar, sostener y guiar. Hoy en día, ya existen aplicaciones como DueloApp en Colombia, que nos ayudan a transitar el duelo de manera más bondadosa. Al reflexionar sobre mi propia experiencia con Violeta, me doy cuenta de que estas aplicaciones no solo son recursos; son puentes que nos conectan con nuestros sentimientos y emociones, ayudándonos a expresar y procesar lo que a menudo queda atrapado dentro, para que como en un espiral ascendente podamos incorporar los aprendizajes y avanzar.

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Ahora, mientras tengo el privilegio de acompañar a Violeta en este último tramo de su viaje, siendo consciente de la bendición revelada que es la presencia plena, me doy cuenta de que la innovación no solo se trata de avances tecnológicos, sino de encontrar nuevas formas estar más presentes. En un mundo donde la muerte es un tabú, quizás sea hora de abrir la conversación sobre ¿cómo podemos transformar el duelo en una celebración de la vida? ¿Podemos imaginar un mañana donde despedirnos sea un acto tan innovador como el nacer? ¿Dónde la tecnología, lejos de alejarnos, nos acerque más que nunca al milagro de estar vivos?

Este artículo es un homenaje a Violeta y a todos aquellos que están viviendo procesos de duelo y pérdidas, porque el amor no termina con la muerte, sino que se vuelve presencia sutil eterna codificada en nuestra alma. Que su viaje nos inspire a explorar las posibilidades de la vida e incorporar los aprendizajes de la muerte.

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