Desde que adopté mis perritas, mi consumo de bolsas plásticas creció, lo cual me angustia bastante. No debemos dejar excrementos en la vía pública o en los arbustos. No deben ir al sanitario, ya que caerían a los ríos y, donde hay, las plantas de tratamiento recomiendan solo echar desechos humanos. Enterrarlos no es práctico (y podrían contaminar aguas subterráneas). Queda el compostaje, pero la mayoría necesitamos espacio y ayuda técnica.
Por ahora, la mejor opción es usar bolsas “biodegradables”, más costosas que las tradicionales. Alguien que conozco usa periódicos. Igual, los excrementos terminarán en un relleno: nada ideal.
Otro tema es el maltrato. Algunas ciudades han prohibido la venta de animales de criadero. Muchas mascotas necesitan familia y viceversa. ¡A adoptar!
Está el impacto sobre la fauna. La principal causa antropogénica de muertes de aves son los gatos (cuatro veces más que la segunda: las ventanas). Los perros ferales (que no han tenido contacto con humanos) también tienen un gran impacto en la fauna. Ambos deben ser controlados.
Por último, iguanas, micos, aves y puercoespines ¡deben estar libres! Sé que muchos me odiarán, pero considero que los peces también (el beta es uno de los más maltratados).
Hay soluciones. En algunos casos, necesitamos ayuda del gobierno. Como dice una autora que leí: las mascotas ni se enterarán de la tormenta que han creado.