Por Juan Felipe Quintero
Fue secretario de Tránsito en la Alcaldía de Sergio Naranjo y se le recuerda porque decidió darles uso unidireccional a las transversales de El Poblado. Tiene 53 años de carrera en materia de transporte y tránsito con estudios en Italia, Reino Unido, Suecia, Japón, Holanda, Brasil, Ecuador y Perú. ¿El Poblado tiene solución en materia de movilidad? Responde que sí ¿Es suficiente con las medidas que implementan el sector público y los privados? Dice que más o menos.
Horarios flexibles, carro compartido, teletrabajo, buses propios… ¿Basta con el aporte de los conglomerados privados y de la misma Alpujarra para aliviar el caos de movilidad?
“Son acciones individuales, que no conversan las unas con las otras. Cada empresa da facilidades de parqueo, promueve el uso de bicicletas, pone buses…, pero hay que armar el concierto, se necesita un director que ponga a funcionar el todo”.
¿Cuál sería el rol de ese director?
“Todos son aportes de soluciones, pero pequeños. Hay que ir más allá y es la función de ese director. Si una empresa privada destina buses para transportar a sus empleados y evitar tantos vehículos particulares viajando con un solo usuario, ¿por qué no gestionar que esos buses los puedan utilizar los de empresas vecinas? Hablamos de compartir el carro, también podemos compartir el bus. Esos conglomerados deberían nombrar un director que sume sinergias”.
Otra opción es ofrecer verdaderos estímulos para que el ciudadano, en este caso el empleado de grandes conglomerados, se anime a dejar su carro en la casa.
“Es el caso del “carpooling”, que lo empezó la 3M en Minnesota. Como los parqueaderos no daban abasto, la empresa decidió asignar parqueaderos solo a quienes compartieran el carro. Con el tiempo la medida se reventó. Entonces vino otro estímulo: dio facilidades para comprar un carro grande a quien transportara a sus compañeros. Son ayudas que suman. Como las empresas que invitan a sus empleados a ir en bicicleta y los dotan con duchas y armarios para guardar su ropa”.
Son acciones insuficientes, pero ¿cómo estarían estas calles sin esos paños de agua tibia?
“Es el problema de El Poblado, que se desarrolló con una infraestructura vial pobre. Construyó edificios no en las laderas sino en las montañas. Por muchas razones, por la permisividad de funcionarios”.
Es un diagnóstico mil veces presentado, pero ¿cuál es la solución a estas alturas?
“El Poblado necesita un transporte público atractivo. Más caro que el bus y más barato que el taxi. Los “Lotaçãos” de Porto Alegre, Brasil, pero en las calles de El Poblado para ir al trabajo o al estudio. Un microbús de lujo para 10 personas. Así cambiamos 10 vehículos particulares por un solo microbús. Si la legislación no lo permite, pues seamos novedosos y creativos. O como los “Dial-A-Ride” en Estados Unidos, en los que el pasajero pide su bus por teléfono, un vehículo con aire acondicionado, que ofrece comodidad, seguridad”.
¿Y la rentabilidad? Este contexto es otro.
“Tiene que dar, hay que estudiarlo, tenemos que ser más creativos”.
En alguna medida esas propuestas las equipara el metroplús.
“La avenida El Poblado tiene que ser un corredor para el metroplús, que pase por toda la Milla de Oro y vaya hasta el centro de Medellín. Desde Sabaneta y Envigado, para ofrecerle al usuario una opción al transporte particular. Es un horror que el metroplús solo viaje entre Envigado y la 12 sur; es un error que solo llegue hasta la 30. El metroplús debe ir hasta el Centro, ya el metro no tiene toda esa capacidad”.
Se van a alarmar quienes dicen que es un error poner a funcionar un sistema de viajes paralelos al metro.
“Hay pasajeros para ambos sistemas. Si vivo en Envigado y trabajo en la Milla de Oro, me sirve más el metroplús. Solo el 10 por ciento de la población tiene vehículo particular. No podemos ofrecer o metro o metroplús, debemos tener los dos”.
Esta ciudad se está demorando en ofrecer un servicio público digno, limpio, cómodo, sostenible, seguro ¿Cómo animar de verdad al ciudadano a cambiar su carro por un bus?
“A mí me da pesar ver a gente con carros muy finos andando en ralentí. Aquí los carros no caben. Pero no se trata de prohibir la tenencia del vehículo. Es limitar el uso. Es ofrecer un medio tan atractivo que la gente voluntariamente se cambie, distinto al de ahora: uno se baja aburrido del bus”.
De bajarse aburrido también pueden hablar los usuarios del metro.
“Eso no es calidad de vida. Lo que está ocurriendo es un campanazo para que el metro mejore. El metro es tan bueno que le sobran clientes, afortunado que tiene más usuarios de los que puede. Pero le hacen falta coches para enviar trenes cada dos minutos ¿Cómo se logra? Metiéndole más plata, en vez de invertir en el tranvía”.
¿No se debió invertir en el tranvía?
“Comprar tranvías es un error. No estoy en contra del tranvía, pero es muy costoso. Vale 5 veces más que los buses de última generación. La poca plata que tenemos invirtámosla en infraestructura, y que los privados mediante concesiones aporten el material rodante. Si trabajamos con participación público privada, en 20 años tenemos la tarea hecha”.
Tener carro es también un asunto aspiracional ¿Bajar a la gente de su carro para llevarla al transporte público?
“Pero no es bajarse del carro, es usarlo de noche, los fines de semana, en una urgencia médica, pero los viajes rutinarios, de trabajo, de estudio que sean en transporte público. El estrato seis se puede atraer con un sistema más eficiente y más cómodo, estudiando bien las rutas. Esto no se hace prohibiendo, esto se hace atrayendo, y solo cuando tengamos un servicio atractivo, podemos pensar en limitar la tenencia como hace Singapur, donde el Estado rifa mil placas al año y no más”.
Habla de prohibición y me acuerdo del pico y placa, que, según análisis de aumento del parque automotor desde que se aplicó la medida, ya se agotó como solución.
“No creo en el pico y placa en todo El Poblado, solo en algunos corredores. ¿Qué problema hay en llevar la mamá a la misa a cuatro cuadras? Cuando una persona se mueve en calles de un barrio no hay problema. La solución de pico y placa se agotó, por eso tenemos que montar sistemas de transporte público colectivo que estén a la altura de los habitantes de El Poblado”.
¿Cuál es el aporte de las obras de Valorización a la movilidad?
“No sé si está bien o mal, pero había que hacerlo. Son paños de agua tibia, en 10 años estaremos otra vez reventados. Es que El Poblado tiene casas donde hay más carros que gente. Cuando comencé a analizar el transporte y la movilidad en Medellín teníamos 28 habitantes por cada vehículo, ahora estamos en un dígito”.
¿Tendrá utilidad el modelo de cambiar los horarios de trabajadores y de estudiantes? Aquí todos entramos y salimos a las mismas horas.
“En Curitiba conocí una calle que funciona las 24 horas y que tiene un servicio similar al del metroplús. Es un corredor donde hay notaría, farmacia, almacenes. Hoy la tecnología permite el teletrabajo y estudiar en casa, pero, vuelvo a mi punto, no conozco una ciudad que haya resuelto su problema sin tener un buen transporte urbano”.
Mejorar el transporte público involucra a los transportadores, quienes, con acciones destacables, han hecho ya sus esfuerzos ¿Medellín puede contar integralmente con esa participación?
“El gremio transportador del Aburrá está capacitado y confío en que salimos adelante. Por supuesto, hay política y hay trabas, pero hay capacidad para salir adelante”.
Radiografía de la movilidad, por Vivir en El Poblado
Tras un ejercicio de investigación periodística publicado en ocho entregas desde julio pasado, Vivir en El Poblado obtuvo respuestas a la pregunta de ¿cómo están aportando los grandes conglomerados a la movilidad sostenible?
Los hallazgos fueron de todo tipo. Celsia ofrece 6 opciones de horarios flexibles para sus trabajadores. Isa otros tantos. EPM tiene 200 empleados bajo la figura del teletrabajo y Bancolombia suma 500, además de fomentar los viajes en bicicleta. Isagén creó 8 rutas de buses para sus trabajadores, más dos que van al metro. Y así, en mayor o menor medida, desde las complejas, como los cinco pisos subterráneos del Laboratorio Clínico Hematológico con parqueadero robotizado para 95 vehículos, las medianas, como la puesta en marcha por el Centro Automotriz, que les ofrece a sus inquilinos la estrategia del comercio electrónico, para que la exhibición de vehículos para la venta no sea física sino virtual (pasan de dos carros en un estacionamiento a 20 por internet), hasta las simples, como la acogida del pico y placa vigente en la ciudad por parte del Politécnico Jaime Isaza Cadavid durante los períodos académicos, centros comerciales, unidades educativas y entidades de salud, tienen en operación estrategias para aportar a la movilidad de la ciudad, al menos para mitigar el caos.
Un caos que se vive a cualquier hora, en cualquier arteria y que es denominador común de la última década en El Poblado, con todos los diagnósticos, con esfuerzos aplicados como los señalados, pero sin salidas aún definitivas, además en medio de una percepción del ciudadano de que su aire está cada vez más contaminado, como lo reveló Medellín Cómo Vamos en su encuesta de percepción de 2014: este aspecto obtuvo una calificación promedio de 2,5/5, tres décimas por debajo de lo reportado en 2013, y una proporción de satisfechos del 15%, presentando una caída de 20 puntos porcentuales.
¿Son suficientes esas medidas de los conglomerados? ¿Basta por ejemplo con que La Alpujarra, desde donde se planifica y se controla la movilidad, tenga 5.988 servidores públicos y haya implementado el teletrabajo para 130 o creado cuatro tipos de horario? El análisis del experto en movilidad Rodrigo Salazar revela un panorama concreto y contundente.