La revolución de los domicilios

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Los mensajeros se han convertido en protagonistas de este tiempo y en el medio que tienen otros para llegar hasta casas y clientes.

¿Cómo se han adaptado negocios y restaurantes al formato de domicilios?

Una de las imágenes impactantes de esta época pandémica es pasar cerca de un restaurante conocido y leer un letrero que dice: “se vende” o “se arrienda”. De repente, la nostalgia trae recuerdos o confirma el carácter efímero de este tiempo. Las estadísticas dan más claridad al respecto: de acuerdo con un informe publicado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, “más de 420 mil micronegocios cerraron durante los meses de confinamiento, en el 2020”. Esta circunstancia llevó a sectores como el gastronómico a cambiar radicalmente.

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La Federación Nacional de Comerciantes de Colombia (Fenalco), divulgó cifras correspondientes al año pasado: los restaurantes registraron un aumento cercano al 98.7 por ciento en sus ventas virtuales, y los servicios de mensajería tuvieron un crecimiento superior al 100 por ciento.

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Euromonitor International, empresa de investigación de mercados, ratificó las cifras anteriores con un informe divulgado a comienzos de este año y donde estableció que Colombia fue uno de los países de la región con más incremento en la demanda de domicilios, especialmente en los pedidos de comida: a finales del 2020, las solicitudes en todo el país pasaron del 18 al 45 por ciento. De esto también da evidencia la plataforma iFood, que reúne a más de 18.000 restaurantes en Colombia y registró un aumento del 70 por ciento en las solicitudes.

Cerrar sus locales y centrar la operación en los domicilios ha generado reflexiones sobre temas como el servicio al cliente, la rapidez, los usos de aplicaciones o los riesgos y beneficios legales que tienen los mensajeros. El año anterior, y por primera vez en la legislación colombiana, el juzgado Sexto Laboral de Pequeñas Causas de Bogotá reconoció el vínculo laboral entre domiciliario y la plataforma Mercadoni. Por esta razón ordenó el pago de prima, vacaciones, auxilio de cesantías y cotización a seguridad social.

Adicionalmente y ante reclamos, la plataforma Rappi informó sobre una poliza que otorga a sus mensajeros y los protege en caso de accidente.

Domilogística: dignidad y eficiencia en el oficio

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Rodolfo Hernández define la mensajería como “el oficio más bonito del mundo”, y a él se dedicó hasta que decidió estudiar Ingeniería Administrativa y crear su propia empresa en el 2002: Domilogística.

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Cuenta que, al comienzo de la pandemia, algunos negocios tuvieron que cerrar y eso se vio reflejado en los números de su empresa. Ahora, después de varios meses, los domicilios han aumentado. Además de tener una aplicación que permite hacer seguimiento real a cada envío, sus empleados reciben equipo, capacitación y uniformes apropiados. También son entrenados para llevar cada encomienda: “no es lo mismo llevar unos documentos que un postre”. Sus clientes tienen un elemento asegurado en el momento de contratar su servicio: “En caso de un accidente, nuestra empresa asume las consecuencias y el cliente no tiene ninguna responsabilidad legal con el mensajero. También garantizamos que nuestros empleados tengan condiciones laborales decentes”.


Molina cocina: sin reservas y con apertura nueva

"Tenemos una cultura apegada a las costumbres y al orgullo antioqueño. En tiempos de crisis, las oportunidades están asociadas a la creatividad, y en ella debemos enfocarnos"
Foto cortesía Álvaro Molina
“Tenemos una cultura apegada a las costumbres y al orgullo antioqueño. En tiempos de crisis, las oportunidades están asociadas a la creatividad, y en ella debemos enfocarnos”

Álvaro Molina es cocinero y consultor. Debido a la pandemia, cerró Casa Molina, su restaurante. A partir de entonces se centró en la preparación de domicilios en su casa. Sin embargo, esto no fue funcional: “Ahora estoy en un local del barrio Manila, y junto a otros colegas para tener más tranquilidad”. Cree que este tiempo es delicado para el sector gastronómico y de eventos, porque “las reservas (ahorros) que había, ya se acabaron para muchos. La gente tiene gastos fijos y los domicilios solo representan entre el 25 y 40 por ciento de los ingresos recibidos durante la presencia en el restaurante. A esto se suman impuestos, arriendos, intereses de mora y multas de las autoridades”. Entre los retos, menciona la incapacidad de algunos clientes para esperar la preparación y transporte de platos distintos a la comida rápida.

Reconoce la importancia de los domicilios y su dificultad. Es consciente del valor de la presencia. Por eso trabaja en el regreso de Casa Molina, en volver a abrir sus puertas próximamente.


Fionna: cambios y rutas nuevas

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Antes de la pandemia, Fionna Bistró existía en San Fernando Plaza, centro comercial y de oficinas en la avenida El Poblado. Alan Toledo, su fundador, cuenta que, al principio del cierre, pensó, como todos, que se trataba de algo corto. Después de tres meses de gastos incesantes, cerró su local definitivamente. Ahora realiza sus preparaciones (tortas y postres, principalmente) en Envigado y las envía a domicilio. Define este tiempo como complejo por la venta de mobiliario, negociación de deudas, pago a proveedores, entrenamiento a mensajeros, el deseo de inmediatez de muchos clientes y la reestructuración de su equipo de trabajo. Y quizás lo más desafiante: recuperarse después de un movimiento tan fuerte sin apoyos de entidades gubernamentales o financieras. De este tiempo destaca la capacidad de tener horarios más flexibles para estar con la familia, llegar a barrios y rutas nuevas y trabajar a través de las redes sociales.


Casa Museo Otraparte: adaptación y servicio comunitario

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Casa Museo Otraparte ocupa un papel importante en la historia local. Antes de la pandemia, muchos de sus visitantes llegaban hasta su café, en Envigado, para reunirse, trabajar o compartir un rato agradable.

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El cierre también llevó a sus empleados a cambiar las horas y dinámicas. Juan Carlos Posada, gerente de Otraparte, cuenta que tardaron más de dos meses en preparar la logística de los llamados Viajes y Presencias (en honor al libro de Fernando González), a través de los cuales llevan la comida hasta la gente y algún folleto o libro que acompañe. Querían hacerlo sin generar contaminación o daño al ambiente, y por eso tardaron en escoger los envases y escoger el uso de bicicletas eléctricas. “En más de diez años, nunca tratamos el tema de domicilios, porque tenemos claro que vendemos un servicio, un lugar, una magia, toda una experiencia. No somos expertos en esto, pero lo hemos hecho con mucho cariño, porque sabemos que la gente que nos llama lo hace para apoyarnos o tener un pedacito de Otraparte con ellos”.

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