Pancarta con las exigencias de la Asamblea Estudiantil
Por Luisa Martínez
A los vigilantes del Politécnico Jaime Isaza Cadavid quizá el día se les hace más largo. Al menos algunas de las labores en que ocupan el tiempo disminuyeron, como las requisas y registros diarios en la entrada. El 28 de mayo se cumplen tres semanas del cese de clases -para al menos 14 mil 800 estudiantes- que inició el pasado 7 mayo con un plantón de manifestantes sobre la Avenida Las Vegas, debido al déficit presupuestal actual de la institución por 19 mil 260 millones de pesos.
El 26 de mayo, el Consejo Directivo informó que a los 18 días de paro, el déficit se incrementó en casi 1.800 millones de pesos, teniendo en cuenta que un día de cese de clases vale aproximadamente 100 millones de pesos, de los cuales 66 millones son directamente imputables a las cátedras no dictadas. Con el objeto de frenar la profundización de la crisis económica, se tomó la decisión de suspender temporalmente los contratos de cátedra, hasta tanto se normalicen las actividades académicas.
La Asamblea General de Estudiantes solicita un nuevo conversatorio con la mesa multiestamentaria, que aún no se ha agendado, y que cuente con la presencia del secretario de educación de Antioquia, Felipe Andrés Gil. Sin embargo, Gil aseguró que asistiría el jueves 28 de mayo a un consejo directivo extraordinario de la institución y que de haber una comisión de estudiantes también se hablaría con ellos.
Jóvenes duermen en campamento, en apoyo al paro
En los días de paro…
Las aulas están desoladas y, en un tablero, se puede leer: “La revolución comienza con la siembra de tu comida”. En los corredores la ausencia se percibe, pero no totalmente. Hay un movimiento de personas que persiste en la planta de la institución. Están los jóvenes que pertenecen al grupo Coordinadora Estudiantil, voceros de la Asamblea General de Estudiantes, la cual tomó la decisión de suspender las actividades académicas y que tiene tres exigencias para levantar el paro que declaró indefinido. La primera, y la que más genera tensión y el origen de la crisis del “Poli”, es resolver el déficit de 19 mil 260 millones de pesos. La segunda, una base presupuestal que permita una reforma académica y administrativa hacia universidad pública. La tercera, asegurar que no se incrementen las matrículas. Las anteriores, que son a su vez los motivos de la movilización, se resumen en presupuesto, autonomía y calidad. Su presencia la hacen en el P40, uno de los bloques centrales, en donde tienen un campamento. Un vigilante refirió el lugar, por ahora, como en donde están “los revolucionarios”. Desde allí, unos cuantos jóvenes reunidos en pupitres, coordinan actividades como un ciclo de cine, una mesa de trabajo, conversatorios y las asambleas informativas. Voceros del grupo, que prefieren omitir su identidad y hablar en nombre del movimiento, aseguran que por allí han circulado cerca de 300 estudiantes, que amanecen y acompañan las acciones.
También se ve a los estudiantes que asisten a las asambleas informativas, apoyen o no el paro, a quienes están concentrados en terminar su trabajo de grado y el semestre, los que buscan asesorías. Desde las redes sociales se avivan todo tipo de acuerdos, discordias y argumentos que, según algunos estudiantes, tendrían mucha más fuerza si los interesados asistieran y votaran en las asambleas. Las posiciones pueden variar según el semestre, pero lo cierto es que muchos de ellos, aunque están de acuerdo con las razones del paro, se ven afectados, creen que se puede dialogar desde las aulas y les preocupa la prolongación de este estado. Ante esas controversias, un estudiante de Ingeniería Civil, de séptimo semestre y vocero de la Coordinadora Estudiantil, expresa: “Se pretende generar conciencia en torno a que la educación no solo se convierte en un factor de empleo sino en un factor de equidad social”. Y afirma que más allá del manejo administrativo, “lo que más nos ha afectado es la politiquería del gobernador de turno”.
Deficiencia de laboratorios, falta de infraestructura, incumplimiento de pago a profesores, sobre todo a los de cátedra que son cerca de 1.500, contratos de hasta 15 días, préstamos para funcionamiento, pausa en el proceso de acreditación de los programas, disminución de la calidad de la educación, son algunas de las situaciones que, según la Asamblea General de Estudiantes, se han presentado en los últimos años. “¿De qué manera se ofrece la educación en la Antioquia más educada?”, se cuestionan. Y denuncian un “abandono de la Asamblea Departamental y de la Gobernación de Antioquia”.
Déficit genético de 11 mil millones
Las directivas no tienen otra opción que concebir un remedio a corto y mediano plazo a esta “peste genética del Politécnico”, como ha denominado el rector John Fernando Escobar (quien se posesionó apenas el 21 de abril de 2015) al déficit presupuestal que padece la institución. Luego de un análisis histórico, Escobar explica que este se origina en 2009, con un rezago presupuestal de 4 mil 141 millones de pesos, que se transporta años tras año. Ese rezago ahora va en 4 mil 700 millones de pesos. Luego, en 2008 con la Gobernación de Antioquia, se definió reducir el 20 por ciento de las matrículas para 2009 y congelar su incremento. Esa reducción, y el incremento que dejan de sufrir las matrículas, que se cubre con aportes por el Departamento, significan hoy más de 11 mil millones de pesos. Finalmente se encuentra que cerca de 4 mil 300 millones de pesos “son un vacío en el presupuesto por múltiples causas como errores administrativos acumulados y pago de horas de cátedra extraordinarias”. Desde la ordenanza de 2009, van cinco paros estudiantiles, “que, grosso modo, cada uno vale 1.000 millones de pesos”.
Actualmente, la institución recibe de la Gobernación una base presupuestal de 26 mil 126 millones de pesos al año de recursos ordinarios y un promedio de 11 mil millones de pesos en recursos extraordinarios.
Se buscan soluciones
Sobre el déficit, el rector confirma que la Gobernación de Antioquia destinará al Politécnico 6 mil 700 millones de pesos entre esta y la próxima semana, tal como se acordó en la Asamblea Departamental en noviembre de 2014. “Esta cantidad, que son recursos extraordinarios, se propone que se integren a la base presupuestal e ingresen al déficit genético”, explica el rector. Ahora, la invitación de la rectoría es que los estudiantes regresen a las aulas y solicita a la Coordinadora Estudiantil la designación de voceros para integrar la mesa de trabajo multiestamentaria, para avanzar en la solución de los problemas planteados.
El secretario de educación Felipe Andrés Gil recurre de nuevo a que en 2014 la Gobernación, en cabeza de Sergio Fajardo, denunció “serios problemas de administración, de corrupción, de mal manejo de presupuesto, de no tener cifras claras”. A finales de ese año se habló de 6 mil millones y hoy se sabe que son más de 19 mil. “En menos de un semestre la Gobernación se ha comprometido a aportar los recursos extraordinarios, con más de 10 mil 500 millones de pesos”, afirma el secretario Gil, por lo que “no compartimos que estemos alejados del tema del Poli. Al contrario, estamos trabajando con el nuevo equipo administrativo”. A propósito, da luces para generar muchos más convenios con la secretaría, los cuales dejaron de firmarse por motivo de la “desconfianza”.
John Fernando Escobar, rector del Politécnico Jaime Isaza Cadavid
Sobre los demás puntos fundamentales que proponen los estudiantes, el rector John Fernando Escobar, expresa que el Consejo Académico, trabaja en sesión permanente. Que el Politécnico sea universidad: “No hay ningún proceso en contra de que nos volvamos universidad pero esto requiere un primer paso, y es que debemos acreditarnos institucionalmente como somos hoy”. Actualmente el Politécnico cuenta con 38 programas en la sede central en El Poblado, de los cuales tan solo seis tienen registro de alta calidad. En los lugares donde está presente, Rionegro y Urabá, con seis programas en cada una, ninguno está acreditado. Según el rector, el Ministerio de Educación exige que al menos el 25 por ciento sea de alta calidad, para lo que faltaría acreditar cinco programas. Hacia allá van sus deseos: “Esta rectoría se compromete con mucho trabajo a que en 30 meses estemos acreditados y avanzar en el proceso de discusión conceptual de ese proyecto universitario”. Esta medida, en consecuencia, va dirigida a mejorar la calidad.