La pasión como motor del emprendimiento

Emprender es una de las decisiones más valientes y difíciles que una persona puede tomar. Detrás de cada proyecto exitoso hay una historia de sueños, esfuerzo, muchos días de incertidumbre, síndrome del impostor y preguntas que a veces nos desvelan semanas enteras. Sin embargo, siempre hay un común denominador en el día a día, en las personas que conozco que hablan de sus proyectos, emprendimientos y empresas: una pasión que les brilla en los ojos y los impulsa incluso en los momentos más difíciles y retadores.

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La pasión no solo es el motor que enciende las ganas de empezar; también es la llama que nos alimenta y que nos permite mantenernos firmes cuando aparecen los obstáculos.

A lo largo de mi carrera, y en las diferentes conversaciones que disfruto tener con otros emprendedores, he visto cómo los más exitosos no son necesariamente los que tienen más recursos o las mejores condiciones iniciales, sino aquellos que logran conectar su pasión con un propósito claro y tienen la fortaleza para sostenerse en las adversidades. La pasión es energía, pero el propósito es el norte.

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Elegir el camino del emprendimiento (con otra consciencia)

Hoy, después de muchos años de trabajar en una empresa —vinculada, pero con un corazón y una mente siempre en búsqueda de nuevas oportunidades— elijo este camino del emprendimiento. Un camino que no me es ajeno, que recorrí desde que salí de la universidad y que me llevó a conocer muchas personas pero, sobre todo, a descubrir talentos y habilidades que hoy me hacen una mezcla única que me prepara para un nuevo camino.

Con todo el aprendizaje que he tenido en estos 10 años, encarno el arquetipo del emprendedor desde otra consciencia. El emprendimiento ya no es solo un ejercicio de valentía o creatividad, sino un proceso estratégico en el que la pasión y el propósito son el eje que sostiene cada decisión.

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La pasión que trasciende horarios

El emprendedor tiene muchas destrezas que son admirables, pero hoy me remito a la que me hace levantarme todos los días media hora antes, a las 4:00 a.m., para iniciar a trabajar lo más pronto posible, y que en las noches me mantiene despierta hasta no terminar de planear lo pendiente.

Esto no lo hacía desde la universidad. En la empresa, a las 6:00 p.m. se acaba la jornada laboral y se retoma al siguiente día, pero no recordaba cuánto disfrutaba trabajar en lo que me apasiona. Entre las propuestas, los planes estratégicos, la generación de contenido de valor y los bootcamps que me saboreo dictar, siempre pienso en los otros emprendedores:

  • En los que se desvelan no trabajando, sino pensando en cómo pagar la nómina.
  • En los que tienen pesadillas con que la DIAN llegue a tocarles la puerta y auditar sus libros.
  • En los que sienten que el proceso comercial los asusta porque “no son vendedores”.
  • En los que sienten que la administración es un caos porque “no saben hacerlo” y contratar a alguien parece demasiado costoso.
  • En los que están siempre en búsqueda de financiamiento porque sin inversionistas sienten que no van a lograr llevar su producto al mercado.

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Volver a la raíz del propósito

Este artículo es para todos ellos, para todos los que en algún momento han sentido que el camino del emprendimiento pesa más de lo que debería. Quiero que cada vez que tengan estos pensamientos —si se identifican con uno, varios o con muchos que no me alcanza este breve espacio para escribirlos— se conecten nuevamente con ese por qué están haciendo lo que hacen.

Porque aunque las redes sociales a veces nos oculten la verdad, todos sentimos el síndrome del impostor —hasta ese amigo que siempre nos empuja a seguir adelante.

Cuando las cosas se pongan difíciles, cuando el cansancio, la incertidumbre o el miedo te nublen el camino, recuerda lo que te movió a empezar. El propósito está ahí, intacto, esperando que vuelvas a él.

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Emprender en red

Una última recomendación, conectemos siempre con propósitos genuinos y generemos redes para acompañar a otros a transitar este camino. Emprender es más fácil si entre todos logramos conectarnos y generar valor, que es, en últimas, el propósito genuino de emprender.

Emprender desde la pasión y el propósito no significa que el camino será fácil, pero sí que valdrá la pena. Si la pasión es tu motor y el propósito es tu brújula, no hay obstáculo que pueda detenerte.

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