A las críticas que ha recibido la construcción del megaproyecto Parques de Río -la tala de árboles, el acelerado presupuesto de tiempo de ejecución, el costo de la obra frente a otras necesidades que tiene Medellín, el nivel freático del río, la acumulación de gases de vehículos en el deprimido, la posible ocupación del espacio publico por los habitantes de calle, entre otras– se suma el oscuro panorama en lo referente al tráfico.
Empezó ya la coyuntura de movilidad que seguirá poniendo a prueba la paciencia y tolerancia de todo Medellín y buena parte del área metropolitana. Como se sabe, para la ejecución de la primera etapa de la obra Parques del Río, desde el miércoles 8 de abril se cerró parcialmente la Autopista Sur entre La Macarena y la calle 33, y como medida complementaria se implementó el pico y placa en la Avenida Regional y en la Autopista Sur, corredores viales que antes estaban exentos de la norma. Adicionalmente, la Secretaría de Movilidad posesionó 58 nuevos agentes de tránsito que trabajarán exclusivamente para el área y la Alcaldía adelantó conversaciones con el gremio de los camioneros para que solo ingresen a la ciudad en la noche u horas valle.
Si bien está claro que la ciudad necesita más espacio público y una malla vial distribuidora y de conexión más amplia con el país, y si bien hay rutas alternativas y otras medidas de mitigación como el cambio de horario laboral, el carpooling, la posibilidad de usar aplicaciones en dispositivos móviles o cuentas de Twitter que informan sobre la congestión vial en tiempo real, o la opción de hacer los trayectos de la semana en metroplús, bicicleta, buses, taxis y próximamente en tranvía, la Alcaldía insiste en pedir a la ciudadanía paciencia, cultura y comprensión. Sabe, de sobra, que estas medidas son insuficientes.
Pero esa solicitud no se compadece con la improvisación causada por el incumplimiento que ha evidenciado la administración municipal en este arranque de la obra. Los puentes militares que se habían anunciado para agilizar los desvíos a partir del 8 de abril, no estuvieron en el momento previsto, por lo cual el cierre de la Autopista Sur no fue total, como se había informado, sino parcial. A la desazón y desesperanza que causan estas decisiones de último minuto se suma el sinsabor que deja el saber que algunas de las empresas que participaron en la licitación de la obra habían solicitado ampliar al doble el tiempo de ejecución, por considerar imposible terminar esta primera etapa en 11 meses, en una carrera contrarreloj que deba concluirse antes del 31 de diciembre de este año. Como si fuera poco, no es el único proyecto de envergadura que se adelanta hoy en la ciudad: el tranvía de Ayacucho, las obras de Valorización en El Poblado y el cambio de redes de alcantarillado en la Oriental, han exigido el máximo de tolerancia de los ciudadanos y han permitido comprobar que la Secretaría de Movilidad es impotente para controlar ese espacio público que son las vías, pues la ocupación irregular de estas es el pan de cada día. De ahí la preocupación que hoy se extiende en la ciudad: si antes de Parques del Río el tráfico era caótico, ¿cómo se irá a poner? Hace falta mucho más que entregar mapas de obras con desvíos y graduar 58 azules que, en plata blanca, se perderán en Medellín como aguja en un pajar.