La nueva era del jazz
Hace mucho tiempo que el jazz dejó de ser música norteamericana para convertirse en música del mundo. Medellín no se quedó atrás y hoy es protagonista del jazz nacional con unas características muy particulares.
Treinta y cinco estudiantes acaban de iniciar estudios para graduarse como los primeros jazzistas formados en Medellín, en el programa de Música de Eafit, con énfasis en jazz. La nueva modalidad responde al auge de este ritmo en la ciudad y en Colombia.
Puerto Candelaria, banda de jazz de la ciudad, catalogada como la más importante de Colombia, llegó recientemente de su décima gira internacional y su segunda por Europa, único grupo latinoamericano invitado al Festival Mundial de Jazz en San Sebastián, donde alternó con las principales figuras de este género en el mundo. Hoy prepara su tercer disco.
En la primera semana de septiembre, el músico y realizador de cine antioqueño, Santiago Trujillo, estrenó en Medellín, con excelente crítica y auditorio colmado, el cortometraje No todos los ríos van al mar, sobre el drama del desplazamiento, con banda sonora compuesta por el saxofonista Antonio Arnedo, considerado el padre del jazz nacional. El propio Arnedo, con sus músicos, tocó durante la presentación.
El Herbario, uno de los restaurantes más importantes de la ciudad, situado en El Poblado, dio vida a Green Monkey, grupo de jazz que se presenta todos los martes desde hace dos años en ese sitio y que ha logrado destacarse, al punto de llenar el Metropolitano para el lanzamiento de su primer trabajo discográfico, alternar en Bogotá con Narcotango y actuar como invitado en el último Festival Internacional de Jazz.
También los martes, pero en el Eslabón Prendido, en el Centro, se encuentran varios músicos para dar rienda suelta a la libertad propia del jazz, de improvisar y tocar lo que quieren. El lugar se llena.
Por su parte, en el bar Artevivo, en El Poblado, los últimos miércoles de cada mes son dedicados al jazz.
Este es parte del panorama que permite hablar hoy de un fortalecimiento del jazz en Medellín. Son en la ciudad cerca de 100 músicos dedicados a este género, cuando dos décadas atrás no pasaban de diez. De la escena local hacen parte, además de Puerto Candelaria y Green Monkey, los grupos Siguarajazz, con ocho años de trayectoria, Polaroyd, Maracuyás y El Frente Cuarteto.
Jazz a la colombiana
Una característica esencial del jazz hoy en Colombia y en Medellín es que suena a músicas autóctonas, y se le conoce como jazz colombiano o jazz a la colombiana. Al respecto, el maestro Antonio Arnedo opina que “la idea de hacer algo con nuestra música le ha dado cabida al desarrollo del jazz aquí, le ha permitido otras visiones y proyecciones estéticas de músicos diferentes”. Para Arnedo, “en Medellín el jazz está creciendo y se está consolidando, como producto de un proceso acumulativo, de una serie de iniciativas que han traído los festivales y músicos, quienes han logrado abrir un espacio para el público y han creado público para el jazz”.
Javier Rodríguez, director de la Emisora Cultural de la Cámara de Comercio, tiene también su concepto sobre la evolución del jazz en Medellín: “Hay una generación nueva de músicos con muy buena formación académica, que se está preocupando por estudiar el jazz. Hay buena calidad, muy buenos solistas y arreglistas jóvenes que están cogiendo elementos de la música autóctona para crear un nuevo lenguaje a partir del jazz”.
La nueva guardia
Esta nueva generación de músicos tiene unas características que la diferencia de buena parte de los rockeros conocidos como “vieja guardia”: A su talento suman la academia, la disciplina y la investigación. En su mayoría, no pasan de los 30 años y han viajado a lo largo del país para aprender distintos ritmos e incluirlos en sus trabajos. Exponente de la nueva generación es Juancho Valencia, de la banda La República, pianista y director de Puerto Candelaria, quien con solo 29 años se destaca en la escena nacional e internacional. Graduado en el programa de Música en Eafit, hoy es profesor del pregrado con énfasis en jazz de la misma universidad e investigador de los fenómenos musicales: “Todos los músicos de Colombia estamos comunicados. Esa es una gran diferencia con respecto a otras épocas. Nos invitamos, sabemos qué está haciendo el otro, no sólo en el jazz; por eso hablamos de las nuevas músicas colombianas: un rapero graba conmigo, yo grabo con un rockero, en fin, ahora la música no es una sola. Es la época de la fusión”.
La búsqueda de las raíces empezó en Cuba
En su opinión, el protagonismo del jazz hoy en Medellín obedece, en parte, a la realidad con la que se estrellaron en el año 2000 cerca de 100 músicos colombianos, muchos de ellos antioqueños, quienes viajaron a Cuba a hacer música y a estudiar jazz. “Todos con el mismo problema: sin raíces, no tenían nada distinto que mostrar y que los diferenciara frente a los músicos de otras partes del mundo, pues los nuestros eran rockeros o salseros sin academia”. Ante la frustración “surgió la necesidad de tener un lenguaje propio, regresaron a Colombia a buscar sus raíces y encontraron en Antonio Arnedo la respuesta. Empezaron a trabajar en esa búsqueda del jazz, del rap o del rock con la música colombiana y se gestó el fenómeno actual”.
Pero Valencia va más allá en su análisis sobre el renacimiento del jazz y de la música en general en la ciudad. Asegura que parte del proceso se originó en los años 90, cuando por la violencia se acabó la vida nocturna en Medellín. “Los músicos se quedaron sin trabajo y tuvieron tiempo para estudiar y ensayar”. Se agrega la organización en Medellín, en el 97, del primer Festival Internacional de Jazz en Colombia, lo que motivó a otras ciudades a seguir su ejemplo. En su concepto, Carlos Vives también contribuyó a abrir el horizonte de los nuevos músicos, “pues gracias a él, la totalidad de la música colombiana empezó a ser bien vista en todo el mundo”.
Benditas las mujeres
Juancho Valencia no deja afuera a las mujeres colombianas, a quienes otorga una alta cuota de responsabilidad en el fortalecimiento del jazz: En la última década, importantes jazzistas extranjeros llegaron a Colombia en gira de conciertos y jamás se marcharon. Se enamoraron y aquí echaron raíces, han educado a nuevos músicos y propiciado intercambios culturales vitales para el jazz nacional. Es el caso de Carlos Averoff, saxonista cubano que vive en Medellín; del pianista norteamericano, Eugene Uman; del contrabajista español, Javier Colina, y del baterista alemán, Johannes Bockholp.
Hoy la escena local la domina Puerto Candelaria, gracias a su artística y sutil irreverencia: El año pasado hizo 60 conciertos nacionales e internacionales y este año lleva 50. Además cuenta con dos trabajos discográficos. Cada uno de sus integrantes se dedica en exclusiva a la música y ellos mismos se promueven, en lo que son verdaderos maestros y marcan diferencia con generaciones anteriores. Son un ejemplo claro de que hoy Medellín es una ciudad posible para vivir el jazz.