Vicerrector, una universidad que históricamente ha sido fuerte en ingenierías, ¿por qué decide incursionar en una Facultad de Ciencias de la Vida?
Si entendemos la salud como un concepto integral, con salud física y mental; incluso, con salud humana, salud animal y salud ambiental, vemos que nuestra sede Medellín es muy fuerte, con tradición, en las dos últimas, con nuestros programas de zootecnia, con las ingenierías, que son el 70 % de nuestra oferta, con arquitectura, artes. En salud humana no son tantos nuestros antecedentes, aunque contamos con unos muy significativos y más recientes, como el montaje del Laboratorio One Health (Una Salud), en alianza con la Universidad de Wisconsin, que en los últimos ocho años ha hecho el estudio genómico de virus como los del zika, chiconguña, dengue, con lo cual aportamos a mitigar su impacto. En la crisis por Covid-19 hicimos lo mismo, identificando el genoma de la variante Mu que golpeó al país. También participamos con este laboratorio en el comité científico convocado por la Gobernación de Antioquia.
¿Cómo llegan entonces a la conclusión de que se necesita una nueva Facultad de Ciencias de la Vida?
Es un proyecto que venimos construyendo desde 2018, cuando llegamos a la vicerrectoría, junto con la rectora nacional Dolly Montoya. Vimos que había una necesidad estructural, que de manera acentuada quedó en evidencia por la pandemia. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE), tenemos como país un déficit de 54 mil médicos generales, de 454 mil enfermeros y de 56 mil químicos farmaceutas, según los estándares esperados por cada mil habitantes. No tenemos los profesionales que necesitamos y tampoco contamos con soberanía farmacéutica ni en producción de vacunas, como la llegamos a tener hace algunas décadas. También hay en nuestra región una gran demanda insatisfecha de jóvenes que quieren estudiar estos programas. Apenas hay una sola universidad pública ofreciéndolos, como es la Universidad de Antioquia, que cada año descarta más de seis mil aspirantes a médicos. En cuanto a opciones privadas, hay seis (Universidad Cooperativa, Remington, CES, San Martín, UPB y EIA) y se proyecta una séptima (EAFIT), pero por costos no son accesibles para todos. No hay más para Antioquia, ni para los vecinos departamentos de Chocó y Córdoba.
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La Universidad Nacional tiene nueve sedes, ¿por qué Antioquia y por qué Rionegro?
Queremos contribuir a descentralizar, aumentar y democratizar la formación en ciencias de la salud, que han estado siempre en Bogotá, donde tenemos medicina, enfermería y química farmacéutica. Se escogió la sede Medellín por el antecedente del Laboratorio One Health, por ser la segunda ciudad más competitiva del país y por ser el corazón del noroccidente de Colombia, la zona más azotada por la violencia de los últimos 40 años y todos sus estragos de desplazamiento, pobreza y desigualdad, junto con los vecinos departamentos de Chocó y Córdoba; de esos mismos territorios vendrán nuestros primeros estudiantes. Y en Rionegro, porque ya estamos allá y tiene claras ventajas estratégicas (leer abajo ¿Dónde será?).
“Esta nueva facultad es uno de tres grandes proyectos que tenemos en salud como Universidad Nacional; los otros dos están en Bogotá: retomar la operación del Hospital San Juan de Dios y ampliar la capacidad instalada y formativa del Hospital Universitario”.
Juan Camilo Restrepo, vicerrector Universidad Nacional, sede Medellín.
¿Están garantizados los recursos para sacar adelante la nueva facultad?
El proyecto recibió un envión importante en el último año, con el nuevo Gobierno Nacional, interesado en reducir brechas y en ampliar las opciones de acceso a la educación superior. Ya tenemos una partida para contratar 226 profesores, 180 administrativos y todo lo referente a bienestar que necesitamos, porque estamos hablando de estudiantes que vendrán de entornos lejanos, que necesitan facilidades en términos de residencias, restaurante, servicios de todo tipo. En todo eso, calculamos un valor de operación de $75 mil millones anuales. De los 250 mil millones de pesos que cuestan las nuevas instalaciones, tenemos la confianza en que serán aprobados en breve por el Ministerio de Educación y se irán desembolsando en los próximos tres años, a medida que avancemos en cada fase constructiva. Tenemos todo el respaldo de la Nación.
28.000 m2
de nueva área construida tendrá la nueva Facultad de Ciencias de la Vida, de la Universidad Nacional
¿Cómo dimensiona el impacto que tendría esta nueva facultad?
En primer lugar, para nosotros, internamente, expandirá nuestra visión porque esta sede está muy centrada en ingenierías; ahí ya hay un cambio de pensamiento. Nos convertiremos en una posibilidad para que muchos jóvenes tengan una segunda alternativa para poder estudiar medicina en una universidad pública. También esperamos contribuir al cierre de las brechas que mencioné antes, haciendo que vengan estudiantes de las subregiones, para que retornen a sus territorios y aporten en sus necesidades en salud. Empezaremos con un número pequeño de estudiantes, quizás 30 o 40 en medicina, otros 30 o 40 en enfermería y entre 20 y 30 en química farmacéutica. Nuestra idea es que, en pleno funcionamiento, tengamos en nuestra Facultad de Ciencias de la Vida, en Rionegro, unos cuatro mil alumnos de los tres pregrados y otros mil de posgrados al finalizar la primera década de funcionamiento.
38 %
crecerá la planta de docentes de la Universidad Nacional, sede Medellín, que hoy cuenta con 590 maestros, gracias a su nueva facultad
¿Dónde será?
La nueva Facultad de Ciencias de la Vida se construirá en un predio llamado San Pablo, en el sector del Tablacito (parte de El Tablazo). Este espacio estratégico, cercano a la zona franca de Rionegro, al aeropuerto José María Córdova y tres entidades de salud (San Vicente Fundación, San Juan de Dios y Clínica Somer), es propiedad de la Universidad Nacional desde hace más de medio siglo y hoy solo una parte (alrededor de seis hectáreas) es utilizada para actividades de formación en ciencias pecuarias. Para la nueva facultad se utilizarán siete de sus 27 hectáreas. Hay 10 mil millones de pesos para arrancar las obras, facilitados entre la Gobernación de Antioquia y la Universidad.