La música celebró su fiesta
El Poblado acogió una multitud de muchachos que bailaron, bebieron y compartieron al ritmo de la Fiesta de la Música en su décima versión
Por tradición en Medellín, cada solsticio de verano desde hace diez años, una parranda de muchachos de pelos engominados, motilados a ras, ropas anchas y jeans rotos, tribus urbanas de cuerpos perforados y tatuados, de grandes gafas que cubren sus rostros, de ropas ceñidas y pantalones a cuadros, se toman por asalto las calles y parques públicos para celebrar la Fiesta de la Música.
Para ellos, al igual que para todos los amantes de la música, no es un día común y corriente. El solsticio de verano, día en que el eje de la tierra está inclinado 23,5 grados hacía el sol, significa que la noche tardará más en llegar y que esta será la excusa perfecta para llenar de notas musicales el ambiente citadino, dominado por el bullicio de los automotores.
“En la antigüedad, cuando no existía la televisión y el entretenimiento radicaba en pasar largas noches observando el cielo, culturas como la celta y la griega realizaban durante el solsticio rituales para purificar las almas. Para ello, encendían grandes hogueras y danzaban alrededor del fuego. Nosotros de alguna manera somos los paganos modernos, que sin dios y sin ley bailamos y bebemos a ritmo de la música frenética que tocan los músicos invitados a la Fiesta de la Música”, dice Juan Manuel Ortiz, un músico aficionado que lleva a cuestas una orquesta ambulante: guitarra, percusión, armónica y unas maracas.
“La Fête de la Musique”, como la llamaron los franceses desde su creación en 1982, es un evento de carácter mundial que se desarrolla simultáneamente en los cinco continentes. Según informa la Alianza Francesa, organización encargada del evento en el país, desde su creación la celebración se difundió rápidamente en 140 países y casi 400 ciudades, pasando en un inicio por Nueva York y Ámsterdam, hasta llegar a Medellín y Nueva Delhi.
Andrés Arenas, un viejo guitarrista que trabaja en los buses de transporte público de El Poblado, vive esta jornada como su día festivo. “Aunque siempre comparto mi música, el rock n roll que llevo en las venas, por unas monedas en los buses, este día regalo lo mejor de la música a la gente, a quien quiera escucharme”, expresa. Durante la Fiesta de la Música interpretó canciones de Carlos Santana mientras compartió con un grupo de músicos espontáneos en el parque de Ciudad del Río, detrás del Museo de Arte Moderno de Medellín.
La ciudad, un gran escenario
El pasado 23 de junio, día oficial de la Fiesta de la Música, desde la una de la tarde cientos de personas se acercaron al Parque El Poblado a escuchar los cantantes de hip hop, de reggue y disc jockeys de música electrónica, que desde la tarima dispuesta por la Alianza Francesa animaron la celebración. El concierto, que se extendió hasta pasada la media noche, contó con la presencia de bandas como Mr. Bleat, Tarmac y DJ K-One, invitado de Francia para deleitar los oídos de los melómanos.
Pero el Parque El Poblado tan solo fue uno de los once escenarios de la ciudad en que se vivió la Fiesta de la Música, en la que se presentaron 71 agrupaciones. Otras tarimas musicales fueron el parque Bicentenario, con música pop; el parque San Antonio, con ritmos tropicales, reggue y ska; la Fundación Bellas Artes, con música clásica y grupos corales; y el Centro Cultural de Moravia, con músicas del mundo, entre otras propuestas. Una de las virtudes de la fiesta, destaca Alejandro Giraldo, asistente a la celebración, fue la diversidad de conciertos musicales que se llevaron a cabo.
“Desde su origen, la Fiesta se pensó como el espacio para democratizar la música, por eso todos los géneros están invitados a este certamen y así todas las personas, sin importar su condición social o preferencia musical, pueden disfrutar juntas, apoyando la dinámica musical de la ciudad y posibilitando el acceso a la cultura en escenarios abiertos, donde claramente se promueven valores de tolerancia y convivencia”, señala la Alianza Francesa.