La multipersonalidad de Germán Velásquez
Cuando empezó a estudiar publicidad en el Instituto de Artes, no se imaginaba que en 2011 participaría en una bienal de arte.
Un año antes de participar en la bienal, Germán seguía sin concebir semejante idea. La fotografía había llegado a su vida en medio de las clases de publicidad, una carrera que aún no contaba con muchas herramientas para el diseño y que requería estudiantes con talento para dibujar, algo que Germán sabía que no tenía. Fue así como las cámaras, los lentes y las luces le ofrecieron un refugio que lentamente fue el camino para convertirse en uno de los fotógrafos más cotizados de la ciudad. Germán recuerda que aún siendo estudiante empezó a retratar amigas y compañeras de estudio, uniéndose a esa tendencia del momento que con estudios de fotografía convertía a “niñas normales en modelos, usando buena iluminación y maquillaje”.
En la parte trasera de la casa grande en la que vivía con su familia, adecuó su primer estudio, con luces artesanales y una cámara Pentax K 1000. Empezó a experimentar para complementar las clases de fotografía del instituto, y pronto estuvo listo para trabajar con las primeras agencias de modelos de la ciudad. Así llegaron los clientes y la producción de catálogos de ropa y productos. Sin embargo, para Germán era necesario ahondar en el estudio académico para convertirse en fotógrafo profesional, así que al graduarse se fue a Nueva York. Allí estudió fotografía durante dos años en el School of Visual Arts y regresó a Colombia en 1995 con un portafolio cuya influencia norteamericana causaba sensación. “Empezar es duro, pero cada modelo o cliente contento trae uno más” dice Germán, mientras entre cigarrillos y tinto recuerda la conformación de su equipo de trabajo y el desarrollo de un estilo propio. Dice que su trabajo se ha caracterizado por una iluminación especial; el secreto es tener al sol de aliado y rellenar la luz natural con la artificial.
Esa constancia en iluminación y en encuadres, fueron el argumento de una amiga suya para convencerlo de participar en la octava versión de la Bienal de Arte Contemporáneo de Florencia. Germán no se veía a sí mismo como un artista. Un artista, según el, era el fotógrafo que no era comercial, que capturaba situaciones y paisajes. Pero el mundo es de los valientes y Germán decidió dedicarle un año al experimento artístico y dejar en manos de los curadores de la bienal la validez de su fotografía. Se sentó a pensar qué aspectos de la fotografía le gustaban y así fue como los conceptos de estética, el cuerpo humano y el movimiento, terminaron plasmados en la obra titulada Multipersonalidad. Está creada a partir de fotografías de desnudos, en blanco y negro, puestas entre capas de vidrio que generan una profundidad visual. La obra adquirió el nombre a partir de la idea de que cada persona es diferente según el entorno y las personas con quienes se encuentra en cada momento.
En Florencia, Germán se sorprendió con la interacción de la gente con su Multipersonalidad y los comentarios positivos que recibía. Las sorpresas continuaron cuando una de ellas fue comprada, y con la posterior premiación a su trabajo con el galardón Lorenzo El Magnífico. Pero lo más gratificante es que con este premio Germán podrá seguir participando en otras bienales, como las de Beijing y Dublín, para las cuales ya recibió invitaciones. También fue convocado por las galerías Espace Aliés Guinard, en París, y New Art Center, en Nueva York, para exponer individualmente con 20 obras.
Pero eso no hará que se aleje de la producción comercial, o por lo menos no por el momento. Cuenta que vive enamorado de este trabajo y de los resultados que ve en la satisfacción de sus clientes. Pero, sin duda, la experiencia en la bienal es una puerta abierta para explorar la fotografía artística. Quizá algún día podría dedicarse de lleno a ella, en parte porque sabe que vienen muchos fotógrafos después de él, talentosos y ambiciosos, que entran a competir en el mercado. A ellos les recomienda aprender y experimentar a fondo con los encuadres, antes de comprar una cámara costosa, luego invertir en buenos lentes, aprender de otros fotógrafos, ser asistentes de alguien a quien admiran y, sobre todo, nunca desfallecer.