Esta expresión llegó directo a mi corazón cuando hace unos días en un retiro, un sacerdote la puso en la sala.
La “mística ojalatera” hace referencia a todo lo que deseamos sin valorar lo que tenemos:
- Ojalá tuviera más dinero.
- Ojalá tuviera una casa más grande.
- Ojalá pudiera casarme.
- Ojalá pudiera separarme.
- Ojalá fuera más inteligente.
Y así se nos va la vida deseando eso que ya casi llega sin dejarnos disfrutar y apreciar todo lo que sí tenemos.
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Una vida bajo la “mística ojalatera” es, probablemente, una vida sin sentido. Bien lo dijo Marian Rojas Estapé en uno de sus maravillosos reels, porque por personas como ella valen la pena la tecnología y las redes:
“Cuando mi vida no tiene sentido, mi alma, mi mente, mi corazón, mi espíritu no les gusta vivir en la nada, no les gusta vivir en el vació y por lo tanto buscan sustituir ese sentido por sensaciones”.
Las empresas, a veces, nos vemos en la tremenda encrucijada de llenar ese vacío a nuestros empleados, colaboradores o como nos refiramos a cada una de las personas que se suman a servir a un colectivo. Intentamos, desbordadamente, llenar ese vacío con regalos, experiencias excéntricas, bonos, entre otras cosas que solo logran dar felicidad por un instante.
- Ojalá tuviera mejor salario, ¿qué haces tú para lograr esto?
- Ojalá me reconocieran más, ¿pides que te reconozcan? ¿Te reconoces?
- Ojalá se empoderen más, ¿si estoy delegando y confiando en mi equipo?
- Ojalá mi jefe fuera como el de los otros, ¿le has dicho cómo podría mejorar?
- Ojalá mis colegas fueran más ágiles, ¿se han sentado a revisar cómo hacerlo?
- Ojalá todo cambiara, ¿qué estoy haciendo yo para que cambie?
- Ojala nunca tuviéramos dificultades, date cuenta, esto no va a suceder.
- Ojalá nuestra cultura fuera como esta otra, ¿por qué no vas a trabajar a ese lugar?
Por eso, la cultura se trata de un viaje hacia adentro, es jugársela por algo lleno de sentido, que a pesar de las circunstancias, adversidades y obstáculos me inspire a liderar una causa mayor.
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La cultura no se pide, no se ruega, nace, cuando me conecto con otros que creen y hacen lo mismo que yo. Si cada uno entendiera que la cultura se vive desde adentro, ahorraríamos muchos recursos a las áreas de talento humano, quienes diariamente se levantan a “LUCHAR” para que todos vivan la cultura.
Invito a todos los líderes a conectarse con una causa que los llene de sentido y así será auténtico el ejercicio de cultivar diariamente la cultura. Siempre habrá días que quiero salir corriendo y saltar del barco, después me acuerdo que, a cualquier barco que llegue, la única que puede darle sentido soy yo misma y se me pasa. Eso me hace conectar aún más con el propósito que hoy lidero desde Caramelo Escaso:
“Cambiar el mundo desde adentro para co-crear mejores lugares para trabajar”.
Mejores: que puedan generar valor para todos.
Diseñar #Cooltura es un ejercicio de mirarnos y reconocernos como parte de algo más grande, entendiendo siempre que el viaje empieza por nosotros. Nosotros desde Caramelo Escaso, como empresa que diseña procesos de cultura y cambio, podremos dar siempre guía, herramientas, metodologías, pero nunca podremos transformar nada ni a nadie si no hay consciencia ni voluntad para hacerlo. Me dijo un colega una vez, cuando hacen el proceso de líderes que mueven cultura, siéntanse bien si 3 de 10 líderes logran transformarse, no todos están preparados en el mismo momento para hacerlo.
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Si quiero cambiar el mundo el primer paso debo darlo yo, pasa lo mismo con la cultura, volviendo a la “mística ojalatera”, irónicamente OJALÁ todos entendiéramos el poder de diseñar cultura como un ejercicio diario de disciplina y voluntad.