Por Daniel Palacio Tamayo
Adriana Valderrama, la directora del Museo Casa de la Memoria, ha sido catedrática en temas relacionados con la construcción de paz y de posconflicto. En esta entrevista habla de sus planes para integrar, por medio de un corredor, este Museo con el de Antioquia y el centro de la ciudad. Igualmente busca atraer a estas salas de exposición más público de toda la ciudad y emprender acciones frente a un eventual acuerdo con las Farc que permita visibilizar las voces y las memorias de las víctimas.
Directora, pero independientemente de si hay acuerdo con las Farc, el dolor de las víctimas seguirá siendo el mismo
“Para la víctima expresar su condición de víctima, cuando el actor armado aún está en el territorio es muy difícil. Con seguridad, cuando este nuevo grupo deje las armas, van a salir unas nuevas víctimas que van a poder expresarse”.
Según le entiendo, hay víctimas de las Farc que siguen guardando silencio
“Aunque hay víctimas identificadas de las Farc, paras, Estado, combos, sigue habiendo una parte de la población que no se ha expresado. Cuando yo digo que este es un museo de todos, es en el sentido de que tenemos que ser conscientes de que tenemos un reto como ciudad, región y país. Este es un lugar para reflexionar sobre para qué hago memoria, con miras a un proceso de reconciliación”.
Hay que huir a lo que llaman las memorias vengativas
“Las memorias vengativas están e imposibilitan cualquier futuro de reconciliación. Hay casos donde la víctima se vuelve victimaría, en la medida que quiere vengarse de una forma punitiva y violenta. Eso alimenta unos espirales de violencia interminables”.
¿Como estudiosa del tema, cree que se está cerca de romper esa espiral?
(Un corto silencio) “No sé qué tan cerca. Lo que sí sé es que el Museo tiene que propiciar y generar espacios para ayudar a que ese ciclo se vaya rompiendo, o mínimamente se debilite. Porque en las memorias, porque son inclusivas, caben también memorias de los grupos que han hecho parte de este conflicto. Esto no es de uno ni de los otros, este es un tema que nos incumbe a todos. Invocar esas memorias y facilitar los procesos para que convoque a dejar de ser espectadores. Acá nadie se escapa, por lo que las memorias tienen que llamar a una posición ética política”.
¿Qué opina del olvido como contraposición de las memorias?
“Esa decisión de qué olvido y qué no olvido es imposible de tratar, porque eso no es colectivo. Yo puedo escuchar, reconstruir o actualizar memorias para pensar lo que ha venido pasando, pero el olvido sí es subjetivo. Hay un momento primero que es la reconstrucción de tejido social, después la reconciliación y en un futuro lejano tendría que ser el perdón”.
Usted vive en El Poblado ¿Cuál cree que es el concepto de memoria y la percepción sobre el conflicto armado del país que se tiene en este sector de la ciudad?
“El Poblado en el que crecí y vivo, muy poco de manera colectiva y organizada. Pero a la gente de El Poblado también le ha tocado este conflicto. Yo creo que ha faltado donde ponernos a reflexionar sobre estos asuntos, los lugares donde nos encontramos son los centros comerciales, pero no tenemos espacios donde tengamos vida comunitaria. A mí me parece que se tienen preocupaciones más individuales”.
En la anterior administración se pidió la mansión Montecasino como un lugar para las víctimas. ¿Se ha contemplado esa opción?
“Por ahora no. Podríamos pensar en cómo incluir esos hitos y esas fechas para convocar a eventos en esos lugares con participación de la ciudadanía y los líderes de El Poblado”.
Pero el Museo planea descentralizarse con muestras en Eafit y en el Colombo Americano de El Poblado
“El Museo no es solo este edificio. Esto no es solo para unos barrios de Medellín. Yo no creo que uno pueda hacer memoria para llegarle a un pedazo en particular de la ciudad. Estamos pensando en cómo relacionarnos con otros territorios y llevar el Museo a otras partes del departamento, o del país, para también aportar en un eventual postacuerdo en otras regiones”.