Michel Foucalt no pasa desapercibido para quienes lo hayan escuchado o leído, ya sea porque creen y admiran sus postulados, o porque les parecen densos, difíciles de interpretar, o por su afán de identificar múltiples problemas y pocas soluciones.
Michel Foucalt fue un filósofo, escritor e historiador francés, que vivió entre 1926 y 1984, y enfocó su análisis crítico y escritura alrededor de la filosofía política, la psicología, la historia, la teoría social, entre otros temas que nos interesan a quienes estudiamos ciencias sociales, historia y otras disciplinas relacionadas. Entre estos temas se encuentran dos que considero son útiles para relacionar la posición que tenemos como ciudadanos y consumidores frente al cuidado del medio ambiente: el cuidado de uno mismo y el poder.
Foucalt nos hace énfasis en que el hombre es libre cuando es ético, es decir, que el hombre que no le debe nada a nadie, que sabe que actúa siempre con la razón que le da el análisis ético de cada situación, es libre. Y que, para ser ético, es necesario hacer un trabajo de uno sobre sí mismo. Nos habla de que, en el mundo greco-romano, contrario a lo que sucede actualmente, ese trabajo sobre sí mismos es el que permite conocernos y de esta manera no abusar de nuestro poder sobre los demás, la sociedad en su conjunto, los humanos en su individualidad, y los no humanos como las plantas, los animales y la naturaleza en general. Actualmente, el hecho de trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestros deseos e impulsos, se concibe como una práctica egoísta, superflua y narcisista. Sin embargo, cuando nos conocemos y sabemos hasta dónde debemos llegar, posiblemente seamos capaces de controlar nuestros impulsos consumistas y reconocer el impacto que tiene cada acción nuestra sobre la sociedad y la naturaleza, es decir, asumir una responsabilidad personal por nuestras acciones, lo cual es posible que nos genere una incomodidad que nos active en ciertos sentidos: como ciudadanos, para incorporar prácticas que sean cuidadosas como separar en la fuente, reutilizar, hacer botellas de amor, dejar de comer carne un día a la semana, entre otras; como empresarios o empleados, para tener en cuenta la variable del impacto ambiental al momento de tomar una decisión y, de esta manera, cultivar el cuidado ambiental en nuestras empresas, en nuestras prácticas de venta y marketing, entre otras acciones.
Foucalt también nos enseña que, respecto al poder, existen estados de dominación, pues el poder solo se ejerce cuando el otro es libre, lo que me hace pensar que como consumidores creemos ser libres de elegir, pero muchas veces las opciones que generan menor impacto son difíciles de encontrar o, peor aún, no existen. También nos insinúa Foucalt que si sabemos ontológicamente quienes somos, qué significa ser ciudadano de nuestra ciudad, no abusaremos de nuestro poder sobre los demás. El poder no se puede entender únicamente como un poder político, sino que debe entenderse como la capacidad que tenemos de mediar en las decisiones de los demás, en su libertad, en su forma de ver el mundo. También explica el concepto de resistencia, la contracara del poder, la que posibilita que tengamos criterio y tomemos decisiones que no permitan que se ejerza poder sobre nosotros. En este sentido lo relaciono con el consumo, al identificar las diferentes formas que tienen las marcas de encausar nuestras decisiones con la publicidad de los productos que nos ofrecen, y en la capacidad que tenemos los consumidores de ser resistentes frente a estos impulsos de comprar y tirar lo más rápido y frenéticamente posible, porque, finalmente, ser resistentes es lo que nos hará verdaderamente libres.