Casi desde que era una niña, a los tres años, tal vez, María Alejandra Villa comenzó a bocetear el lienzo de su vida, uno revestido de muchos colores. En sus primeros trazos mostró sus habilidades artísticas. Luego, en el Instituto de Bellas Artes se graduó con honores como artista plástica.
Con menos de 20 años, su obra la llevó a dos talleres de artistas y a una galería, donde aprendió todos los secretos del negocio del arte. En 2020, en medio de la desolación de la pandemia, abrió, de manera digital, lo que considera como su mayor creación.
“El Coleccionista Galería nació con el propósito de ayudar a muchos artistas, que, agobiados por el confinamiento, no sabían cómo mostrar sus obras. Hicimos sus portafolios y efectuamos exposiciones virtuales. Y desde hace tres años estamos en esta bodega de Barrio Colombia”, dice.
Allí, en un sector donde la mecánica también es arte, emerge, de forma disruptiva, este espacio que ya le ha permitido a más de 70 artistas, de diferentes regiones del país, exponer sus obras.
“Exhibimos arte contemporáneo. Transito este territorio desde 2019 y acá hay una movida cultural muy fuerte. Somos Amigos MAMM (programa que apoya al Museo de Arte Moderno), estamos muy cerca. Muchos de los visitantes del museo vienen a ver nuestra oferta”, explica.
“Quiero representar a mis artistas, con los que trabajo, en las principales ferias internacionales. El arte contemporáneo colombiano tiene mucho para mostrarle al mundo”.
María Alejandra Villa, directora El Coleccionista Galería.
Dice, con convencimiento, que ad portas de cumplir 31 años, ella puede ser la galerista más joven de Colombia. En un mercado tan competido como el de las artes diseña estrategias para atraer a potenciales compradores. Tiene clientes en muchas partes del país y otros llegan de EE. UU., Europa y Asia.
“Brindamos oportunidades a artistas emergentes. Tengo curadores para seleccionar las exposiciones. Ha sido un reto sostener la galería, en especial porque no tengo socios en este proyecto”, comenta.
En los momentos difíciles recibe el apoyo de sus padres y su hermana. “En muchas ocasiones me han prestado para pagar la bodega”, confiesa. Sueña con llevar su galería a las ferias de arte más importantes del mundo.
Las líneas, figuras y colores moldean el carácter e ímpetu de esta mujer del arte. Anhela que algún día, cuando se sienta cansada y tenga un asistente de confianza, pueda también pintar a través de la música: “Quiero aprender a tocar piano o violín”, indica.