“No tuvimos la suerte de contar con un buen contratista”, fue el mensaje público de despedida de parte de la Alcaldía, como si la cesión fuera un mecanismo para subsanar incumplimientos o requerimientos.
A cambio llegó Gisaico, destacado por entregar a tiempo el intercambio de la Superior con Los Balsos, y el júbilo fue mayor porque resolvió en parte lo que afectaba a la comunidad de residentes. Enero de 2016 fue la promesa de plazo redefinido. Así cerró la alcaldía de Aníbal Gaviria.
De júbilo hoy queda nada. La Unión Temporal se iba colgando 3 meses cuando cedió el contrato y ahora Gisaico se va pasando 3 meses. La Alcaldía ya reporta abril, aunque análisis externos indican mayo como fecha de entrega más aterrizada.
¿La Administración aportó todo lo necesario sobre permisos ambientales, estudios de suelos, localización de redes, al abrir la licitación de ejecución? ¿Estaba disponible la información que necesitaba la firma que se comprometiera con en el plazo contractual de 18 meses para ejecución? ¿Se abrió la licitación de ejecución antes de tiempo?
La mirada del contratista inicial, la Unión Temporal, señala que el estudio de suelos “fue precario e insuficiente”, además que hay una brecha entre los planos de redes subterráneas de EPM y su cantidad y ubicación reales. Así explica, por ejemplo, el daño que causó al acueducto en febrero de 2015. También reporta fallas de oportunidad y cita que Fonvalmed le entregó la ruta de los empalmes de redes subterráneas antiguas y nuevas solo al año de iniciada la obra.
Entretanto, los informes que se conocen de organismos de control no evidencian hallazgos en correlación con las desviaciones tan importantes que se han presentado.
Al contribuyente frustrado le han pedido tranquilidad. Más cuidado: el tiempo, la productividad y la calidad de vida de los vecinos y de los usuarios en general también tienen alto valor y se debieron proteger. La ciudadanía merece una respuesta a fondo para que se haga transparente el proceso y no se repita la situación en obras futuras.