No es descabellado afirmar que la investigación es el motor de la innovación y el desarrollo de las sociedades modernas. Inculcar habilidades investigativas desde la etapa escolar no solo beneficia el desarrollo integral de los estudiantes, sino que también tiene un impacto significativo en el progreso de una sociedad.
La etapa escolar es el período formativo donde se consolidan las habilidades cognitivas, sociales y emocionales de los estudiantes; fomentar la investigación como una práctica habitual en este nivel estimula el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la creatividad, además permite a los estudiantes transformarse en aprendices activos en lugar de receptores pasivos de información; así mismo cuestionar su entorno, entenderlo y, eventualmente, cambiarlo. Cuando los alumnos realizan proyectos investigativos, integran múltiples disciplinas y adquieren habilidades de comunicación, trabajo en equipo y manejo de herramientas tecnológicas, todas competencias esenciales para el siglo XXI.
Es por esto por lo que, el fomento de la investigación desde edades tempranas tiene repercusiones positivas en la sociedad. Cuando los estudiantes participan en proyectos que abordan problemas locales y globales, desarrollan una conexión más profunda con las distintas comunidades, conocen múltiples contextos y trabajan en beneficio de ellos. Según estudios de la Universidad de Harvard (2021), la participación en actividades investigativas durante la educación media aumenta las probabilidades de que los estudiantes se conviertan en líderes en sus comunidades y profesiones.
Así mismo, el impacto de la investigación escolar en el desarrollo económico de un país es notable. Un sistema educativo que fomente la innovación y la investigación puede contar con personas más adaptables, abiertas al cambio y con mayores habilidades personales y profesionales. Países como Finlandia y Singapur, reconocidos por sus sistemas educativos de alta calidad, integran la investigación y el aprendizaje basado en proyectos desde etapas tempranas, lo que ha contribuido significativamente a su crecimiento económico y competitividad global (OECD, 2019). Además, la investigación escolar fomenta el espíritu emprendedor; cuando los estudiantes tienen la oportunidad de investigar y desarrollar soluciones creativas a problemas reales, se siembra la semilla del emprendimiento. Esto puede resultar en la creación de nuevas empresas e industrias en el futuro, fortaleciendo la economía nacional.
Entonces, fomentar la investigación desde la etapa escolar no solo contribuye al desarrollo integral de los estudiantes, sino que también impulsa el progreso social y económico de un país. Las naciones que apuestan por una educación basada en la investigación desde edades tempranas se posicionan mejor para enfrentar los retos del futuro y liderar en la innovación global. Invertir en esta estrategia es, sin duda, una de las mejores decisiones para garantizar un desarrollo sostenible y equitativo.
A esto le debemos apuntar en la educación en Colombia, a generar comunidades de aprendizaje e investigación desde edades tempranas, para asegurar desarrollo y crecimiento. Una línea que debe ser clara desde las políticas educativas que emanan del gobierno nacional, donde la escuela en cabeza de directivos docentes y docentes deben comprender el rol fundamental que tienen en este proceso, porque son ellos quienes se convierten en los mentores de sus estudiantes y quienes, con su modelo y acompañamiento permanente, acercan a cada uno de sus alumnos al maravilloso mundo de la investigación.
Duele ver como actualmente en nuestro país, al contrario de lo que se esperaría para fortalecer el tejido social desde la educación, se marchita un tema tan neurálgico como este con el recorte del 37% en el presupuesto a la educación para 2025, lo que pone en una encrucijada el presente y el futuro de niños y jóvenes; sin lugar a dudas, una nefasta incidencia en el desarrollo social.