De ser corazón industrial pasó a convertirse en referente de aprovechamiento urbanístico. Un sector que ya madura sus intenciones.
Darle la cara al río: esta fue la premisa con la que en 1999, con la definición del Plan de Ordenamiento Territorial, comenzó a palpitar la idea de cambiarle el uso a esa gran manzana de 306 mil metros cuadrados, que había ocupado la industria pesada con referentes como Argos, Erecos y Simesa, también Cartón de Colombia, Holasa y otros 18 predios de menor tamaño.
El proyecto iba de la mano con los planes de recuperación del río Medellín que lideraban EPM y la Alcaldía, con la construcción de la planta de tratamiento San Fernando como hito principal.
Aquella gran manzana fue vista como una oportunidad para establecer un “laboratorio” de crecimiento urbano hacia adentro; ya comenzaba a evidenciarse una presión constructiva sobre las laderas y el término “plan parcial” se posicionaba como eje de reconversión del uso del suelo en el corredor del río.
Ciudad del Río nació en 2006 cuando la Alcaldía adoptó el Plan Parcial Simesa, que redefine el modelo de ocupación de la zona: “Un espacio público como principal estructurante urbano, un medio ambiente que evoluciona hacia una mejor calidad regida por la sana mezcla de usos y una forma de ocupación del territorio determinada por el derecho de permanencia voluntaria de las actividades industriales existentes”, se lee en el documento oficial -Decreto 124 de 2006-.
Se privilegiaba lo colectivo sobre lo particular y en el proceso intervinieron todos los actores de la zona: industriales, comunidad vecina, sector público y profesionales de distintas índoles: arquitectos, ambientalistas, diseñadores, entre otros.
El plan parcial les otorgó a las industrias asentadas en la zona el derecho de permanecer en ella hasta que el desarrollo de sus actividades se los permitiera. A la salida voluntaria de Argos, a finales del siglo XX, se sumaron las de Simesa -cuyas instalaciones fueron demolidas en 2007- y Erecos -en 2011-.
“Al ir cambiando la vocación del sector, la figura de los planes parciales entró a desempeñar un papel fundamental, ya que instrumentalizaron la posibilidad de utilizar grandes fajas del territorio que estaban cayendo en otro uso o en desuso, para aprovechar esos espacios con procesos de renovación y propuestas urbanas mucho más amables para la comunidad y la ciudadanía”, dijo el exdirector de Planeación de Medellín en 2006, Federico Restrepo, al libro Inspiración Ciudad del Río, publicado en 2016 por Valores Simesa.
La arquitecta Ximena Covaleda, máster en arquitectura de la Universidad de Catalunya, destacó la concepción de este proyecto como una articulación público-privada de peso, que apuntaba a mejorar las condiciones de vida de la ciudad, con una apuesta de reconvertir una zona industrial en proyectos de vivienda con equipamientos culturales y para actividades asociadas, que a futuro sería interesante que continuara con su acercamiento al río Medellín. “Con lo que está construido ya vemos el cambio”, afirma.
Fueron llegando nuevos vecinos
La aprobación del plan parcial propició el desarrollo urbanístico de la zona. La primera intervención fue la demolición de las instalaciones de Simesa en 2007. Le siguió la construcción de vías y parques públicos -para los que se destinó el 40% del espacio disponible-, la instalación de servicios públicos y el inicio de la rehabilitación de Talleres Robledo, que hacía parte de la siderúrgica de Simesa y que en 2009 abriría sus puertas como nueva sede del Museo de Arte Moderno, Mamm.
Luego vendrían otros desarrollos como la Torre Médica Ciudad del Río -2010-, el Centro Empresarial Ciudad del Río -2013-, el Hotel Ibis -2012-, la segunda etapa del Mamm -2015-, Salud y Servicios -2014-, además de las cuatro urbanizaciones que albergan cerca de 5.000 unidades de vivienda.
Así se formó la historia de un barrio que, tan joven, es modelo de renovación.
¿De dónde surge el nombre?
El nombre original del plan parcial de la zona era Gran Manzana de Simesa, que luego se modificó a Plan Parcial Simesa. Pero los promotores pensaron que, aunque se trataba de un lugar referente de ciudad, “el nombre de esta propuesta debía estar acorde con su espíritu urbano y renovador. Es así como un equipo de profesionales en comunicación y mercadeo lo bautizan con el nuevo nombre de Ciudad Del Río”.
Por: Sebastián Aguirre Eastman / [email protected]