Color, sabor, textura, facilidad de consumo, son algunos de los atributos de la granadilla, una pasiflora más tímida y dulzona que el maracuyá, otro exponente de la familia.
Por: Claudia Arias Villegas / [email protected]
Suave y mesurada, así podría describirse la granadilla Passiflora ligularis Juss, si se le compara con el maracuyá Passiflora edulis, reina en términos económicos y de intensidad. Se trata de la segunda especie más comercializada de la familia por fuera del país, tras la reconocida “fruta de la pasión”, con mercados sobresalientes como Holanda y Canadá.
Originaria de América, los principales productores son Colombia, Perú y Ecuador. En el país los cultivos tienen presencia hace más de 50 años, principalmente en Huila, Antioquia, Nariño, Cundinamarca y Valle del Cauca, donde campesinos en sus minifundios hacen posible la presencia de la granadilla criolla, la pecosa, la valluna, la de Urrao y la de Huila.
“Ofrece propiedades digestivas, diuréticas y cicatrizantes, se utiliza en tratamientos de úlceras gastrointestinales y contrarresta el reflujo. Posee cualidades antiparasitarias y fortalece el sistema inmunológico contra enfermedades respiratorias”, afirman en Fedepasifloras.
Al comprarla asegúrese de que esté firme, sin abolladuras, de buen color y sin manchas (que sí pecas), sacúdala un poco y si suena como un cascabel puede estar envejecida. En casa consérvela en un lugar fresco, no necesita refrigeración.