La educación como la conocíamos, anteriormente, ya no existe. Lo que vivimos ahora es una serie de desafíos en la ecuación educación, algunos necesarios, otros inéditos para el sistema. Vámonos a hacer un recorrido por esos grandes retos.
En el derrotero de desafíos que enfrenta la educación moderna surge, en el primer escalón, el tema demográfico. Un desafío que presenta un gran paradigma para la población actual, y es la realidad de que, en los próximos siete a diez años, la mayoría de la población en Colombia tendrá entre 35 y 50 años. Lo anterior indica que existe la tendencia a que cada vez habrá una menor proporción de personas más jóvenes en nuestra sociedad.
Claramente, este reto demográfico plantea un desafío importante porque cambia el sistema de educación, y a su vez cambia la dinámica del sector productivo; cambian los bienes y servicios ofrecidos en la sociedad, y la forma como se realizan los procesos productivos y educativos.
El siguiente desafío es el tecnológico. Si a usted le parece que el mundo como lo tenemos hoy ha cambiado mucho con la llegada de las nuevas tecnologías, pues déjeme decirle que eso es aún poco, ya que faltan muchas invenciones por crearse. Lo cierto es que, en los próximos 15 años, los cambios tecnológicos en el mundo van a ser más poderosos que la totalidad de los cambios que se ha dado en la historia de la humanidad. Entonces, este reto nos plantea también desafíos importantes, porque que es un punto para considerar en la manera cómo vivimos la educación hoy en día.
El desafío tercero es el económico. Y es que el ahorro privado y el ahorro público se ha deteriorado. Hoy la capacidad de financiamiento en educación, por ejemplo, es cada vez más limitada, tanto en el sector público como en el sector privado. Aquí el gran desafío que se plantea es en la forma en cómo se financiará el sistema educativo de aquí en adelante. Tanto la educación pública como la privada requieren de grandes presupuestos para su funcionamiento.
Siguiendo con el conteo, el cuarto desafío se presenta en los procesos de aprendizaje, y en general en la educación. Vemos como el interés de los jóvenes por su educación es totalmente distinto al del pasado.
Hoy en día, los jóvenes buscan una educación más personalizada, flexible y adaptada a sus necesidades. Quieren una formación relevante que integre la tecnología y se ajuste a un modelo de aprendizaje más breve. Por ello, los ciclos cortos o programas de formación modular han ganado protagonismo. Frente a esta nueva realidad, es esencial garantizar un proceso en el que los jóvenes puedan transitar, de manera flexible, entre el ámbito laboral y el educativo a lo largo de su formación.
No hay tiempos compartimentalizados en los que se forma el estudiante, sino que el estudiante muta, cambia o se mueve entre el sistema laboral y el sistema educativo. La inteligencia artificial, en ese escenario, transformó la educación, porque a través de la robótica y de los modelos tipo ChatGPT, por ejemplo, así como hoy lo estamos viendo, francamente ha cambiado el sistema educativo.
Es por esto que hoy la Inteligencia Artificial -IA- se ha convertido, o se debería convertir, en el mejor mentor posible para los jóvenes. Muchas universidades o instituciones educativas han visto a la IA como un problema, yo no lo veo así. La inteligencia artificial es la mejor oportunidad que podemos tener en el sistema educativo para formar jóvenes con un mentor que es asequible para cada uno de ellos, y para los demás actores de nuestra sociedad también.
La evaluación de los procesos formativos
El hecho de que la IA haya llegado para quedarse significa que, en el ecosistema educación, hay que hacer un gran esfuerzo en la evaluación del proceso formativo, y en los currículos, para que genuinamente esa Inteligencia Artificial siga permitiendo que los jóvenes se formen con pensamiento crítico.
Y es que es necesario que nuestros jóvenes sigan haciéndose las preguntas necesarias para mantener el tan necesario impulso investigador, esa ‘piquiña’ que genera la curiosidad por saber más y más de algo. Yo creo que ese es el desafío más importante que tenemos, en este momento, en el tema educación, es el desafío de nunca perder el humanismo en la educación, y de entender que en la quinta revolución industrial las tecnologías son relevantes, pero el humanismo también.
Así como son de importantes las tecnologías de la cuarta revolución industrial es importante la ética. Por ejemplo, la integridad, la felicidad, la responsabilidad, el compromiso; todos esos asuntos que no son directamente tecnológicos, pero que son sustantivos en una sociedad. De esta forma, entonces vamos a tener la capacidad de armonizar la Inteligencia Artificial con la dimensión de lo ético. Por eso, la regulación sobre este tema, cada vez, va a ser más relevante. Yo creo que ese es un desafío sustantivo que tiene que impulsarse desde la educación.
Territorios inteligentes
En esta realidad, las universidades se enfrentan a complejidades nuevas. Una universidad como la EIA ha entendido que puede ser una escuela de Inteligencia Artificial en el fondo, así como las siglas de su nombre lo indican.
Esta universidad ha asumido a la IA como un eje transversal a la formación. Por eso, hoy tiene el énfasis en robótica y en el uso de Inteligencia Artificial autogenerada en modelos tipo ChatGPT. La EIA es un ejemplo en entender que esta tecnología es un mentor en el proceso formativo, y que son precisamente estos centros de formación en educación superior quienes tienen que hacer uso de ella; justamente, para que los estudiantes tengan la capacidad de ir más lejos en su proceso de aprendizaje.
Y así como la IA tiene un protagonismo nuevo en la educación moderna, también lo tienen la empresa, la salud, la economía y otros más. Porque la Inteligencia Artificial es indispensable hoy en distintas realidades en los territorios. Ahí surge un nuevo concepto, el de territorios inteligentes.
La EIA ha impulsado el concepto de territorios inteligentes hoy más que nunca, porque los jóvenes tienen que formarse con mucha solidez en las ciencias STEM, un acrónimo en inglés de science, technology, engineering y mathematics. Y, precisamente, se debe hacer un énfasis especial en la formación en ciencias básicas porque es el único camino posible para que los jóvenes sean protagonistas en el manejo de la inteligencia artificial.
El ideal, en el fondo, es permitirle a nuestra sociedad ser más sostenible, más comprometida con el medio ambiente, con lo social. Este es un asunto en el que la EIA se ha comprometido. Respecto de este asunto, como nunca antes, estos estudiantes tienen que salir de la mejor manera formados en Inteligencia Artificial. Justamente, para que no se abran brechas de inequidad.