En esta época extraña que está viviendo Colombia, corresponde recurrir con frecuencia al magno documento que rige nuestra ruta como Nación, la Constitución de 1991.
Lea también: ¡Comuníquese y cúmplase! >>
Toca recordarle al primer mandatario, con frecuencia, el Artículo 188:
“EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA SIMBOLIZA LA UNIDAD NACIONAL Y AL JURAR EL CUMPLIMIENTO DE LA CONSTITUCIÓN Y DE LAS LEYES, SE OBLIGA A GARANTIZAR LOS DERECHOS Y LIBERTADES DE TODOS LOS COLOMBIANOS”.
En el primer discurso al país después de su posesión, el 7 de agosto de 2022, el presidente Gustavo Petro parecía tenerlo claro:
“Ya es hora de dejar atrás los bloques, los grupos y las diferencias ideológicas para trabajar juntos. Entendamos de una vez y para siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y que juntos somos más fuertes”.
Un año, dos meses y quince días después de ese discurso grandilocuente, muy a su estilo, la realidad es otra. Después de las elecciones regionales del 29 de octubre, en las que se generó un nuevo mapa político en el país, el elocuente presidente ha ido mostrando poco a poco la vacuidad de sus palabras.
Al cierre de esta edición, el mismo mandatario que prometió “dejar atrás los bloques, los grupos y las diferencias ideológicas para trabajar juntos” no había invitado a la Casa de Nariño a los alcaldes y gobernadores electos que no comparten su línea ideológica. Con evidencia fotográfica, se ufanó, en cambio, de un encuentro selectivo que hizo el 7 de noviembre:
“En reunión con 14 gobernadores que fueron elegidos con las fuerzas que me apoyaron en mi primera vuelta presidencial”.
Le puede interesar: El drama de los nini >>
Las reacciones no se hicieron esperar: “¿Por qué no todos? -se preguntó el exministro Alejandro Gaviria-. ¿No es esta invitación selectiva contradictoria con las promesas de un acuerdo nacional? ¿No envía esta reunión un mensaje discriminatorio? ¿No merecen todos los colombianos un tratamiento igualitario más allá de la coyuntura política?”.
“Es inconcebible dividir a los gobernadores y alcaldes electos en amigos y no amigos. Nuestro deber es unir y fortalecer la institucionalidad, respetando la autonomía territorial”,
DIJO EL GOBERNADOR DE ANTIOQUIA, ANÍBAL GAVIRIA.
En la misma línea se pronunció el excandidato presidencial Sergio Fajardo:
“Pésimo mensaje del presidente Petro. Habla de acuerdo nacional y divide a los gobernadores entre amigos y contradictores. La politiquería y el clientelismo en acción. El presidente debe trabajar en igualdad de condiciones con gobernadores y alcaldes”.
Ya está claro que Petro no es capaz de leer el contexto: mientras su popularidad continúa en caída libre, según la última encuesta de Datexco, sigue encerrado en una burbuja ideológica, rodeado de áulicos. Los colombianos solo sabemos de él cuando opina a través de su cuenta de X acerca de la guerra externa, mientras que en el país se agudiza nuestro propio conflicto.
En algún momento el Presidente tendrá que entender que ya no es el candidato sino la persona que rige el destino de Colombia, y que debe trabajar armónicamente con todos los mandatarios que empiecen sus labores a partir del primero de enero del año entrante. No es sino que repase su propio discurso de posesión:
“Desde hoy, soy el presidente de toda Colombia y de todos los colombianos y colombianas. Es mi deber y mi deseo”.