La de los Echeverri Ossa, una casa en la calle del Carretero

Tras 70 años en Manila, desde enero no habrá ningún miembro de esa familia en esta casona. Despedida y homenaje a la artista, educadora y defensora del patrimonio, Cecilia Echeverri.

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Este año trajo tres especiales acontecimientos para la artista y gestora cultural Cecilia Echeverri Ossa. Empezó como todos los años, en la casona que compraron sus padres en 1953 para venirse con sus diez hijos desde Caramanta, a construir un futuro en El Poblado.

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Ahí estaba, como todos los años, al frente del caballete y el lienzo, esbozando su más reciente obra, ¿Hasta cuándo, Colombia?, un óleo de gran tamaño, alegórico al deseo de paz, el mismo anhelo que se lee como un grito desde la calle, colgado de la puerta principal de la casa; una de las pocas que se resiste a la presión urbana.

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Cecilia Echeverri enseñó a querer el arte, la cultura y el patrimonio a miles de niños, jóvenes y adultos durante casi 60 años. Su taller de iniciación artística Este Punto es un hito de la promoción artística en la ciudad.

En mayo, ese mundo mudo de recuerdos felices, una mente inquieta y grandes espacios, cambió por un rato para irse a recibir, en el recinto del Concejo Municipal, la condecoración Juan del Corral, categoría oro, que le gestionara la concejala Leticia Orrego. Cecilia estuvo acompañada de amigos y familiares, testigos de sus batallas de décadas por la docencia, el arte, la cultura y el patrimonio.

2014, año en que el ICANH (Instituto Colombiano de Antropología e Historia) ordenó la prospección arqueológica en Telemedellín, atendiendo denuncias ciudadanas

Un mes después, su único hijo, el conocido publicista José Villada, le regaló el viaje de su vida. “Fuimos a Europa. Fueron tres semanas en España e Italia. Inolvidable”. Mientras caminaba por esas viejas calles, trataba de encontrar alguna casa parecida a la suya. “Esta casa debió ser como las de la colonización antioqueña; debió ser reformada antes de que viniéramos acá. No se parece a ninguna”.

Un baño de inmersión todavía conserva su aspecto señorial, a cielo abierto, en la todavía casona de los Echeverri Ossa. 

Su estilo, si existe esa categoría, es indescifrable. Tiene grandes arcos, paredes altas, habitaciones en galería, una amplia cocina al fondo, un corredor espacioso y con mucha luz para las visitas, y un enorme solar poblado de árboles y manigua, que prácticamente dobla el área construida.

10 vigías del patrimonio empezarían su labor en 2024, gracias a la Red Cultural de El Poblado.

“Me acuerdo que teníamos caballos y que la propiedad era de casi toda la cuadra. Mi papá le vendió una parte grande a Talleres Apolo para las casas de sus empleados. Así nacieron las carreras 43D y la calle 13. Cuando llegué a Manila, a los 13 años, aquí no había sino cuatro calles”.

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También era la época de las grandes fincas en lo que sería Patio Bonito, de la estación del tren en lo que hoy es el centro comercial Monterrey, y del puente en arco, hermano del de Guayaquil, que había en la calle 12 con la carrera 43B, la misma carrera que Cecilia prefiere llamar la calle del Carretero.

VIGÍAS DEL PATRIMONIO

En el hotel Masaya, en Astorga, se reunieron el 5 de diciembre los vigías del patrimonio de El Poblado. Inicio del último ciclo de capacitaciones del año.

En 2008 se instauró en nuestra comuna el primer grupo de Vigías del Patrimonio, atendiendo a la ley 720 de 2001, que regula esta figura de ciudadanos voluntarios que buscan proteger y fomentar el conocimiento de nuestro patrimonio material e inmaterial. Precisamente, Cecilia Echeverri Ossa, Consuelo Gómez, Conchita Vélez e Inés Sánchez, entre otros, hicieron parte activa de esa primera experiencia, que fue languideciendo por falta de apoyo oficial, en especial, durante las últimas dos administraciones. Este año, arañando recursos del presupuesto participativo, la Red Cultural de El Poblado se empeñó en fortalecer ese programa con varios ciclos de sensibilización. Para el cierre de esta vigencia, logró la financiación de una serie de capacitaciones con abogados, politólogos e historiadores, que irán hasta el 27 de diciembre. La meta es lograr el compromiso ilustrado de al menos diez vigías del patrimonio en El Poblado, aunque, como bien dice Inés Sánchez, de la Red Cultural y la Junta de Acción Comunal de Ciudad del Río, “ojalá sean 20 o 30, muchos para trabajar desinteresadamente por nuestro legado y su vigencia actual”

“Estamos sobre la calle del Carretero, al frente del cementerio de El Poblado. Esta es una de las calles más antiguas de Medellín y del valle. Antes de la Regional, de la autopista Sur, de Las Vegas, esa era la que comunicaba todo, de sur a norte y de norte a sur”. Para decirlo, le gusta mostrar cartapacios de documentos y fotos antiguas.

El tercer hecho que trajo 2023 fue la venta de la casona. “Me voy a finales de enero. La casa se vendió y la compró una familia santandereana, muy querida, que prometió repotenciarla y conservarla en su esencia. Por eso me voy tranquila y feliz para La Estrella. Me voy con todo, con mis pinturas y con los muebles de la familia, de toda la vida, que mi hijo está restaurando”.

Lo único que quiere dejar -en muy buenas manos- son esos cartapacios llenos de vida e historia de la Comuna 14. “Pensaba dárselos a la Casa de la Cultura, pero no tiene las instalaciones. Mejor sería en la biblioteca, en la UVA. Todo eso que he guardado con tanto amor, pertenece a mis vecinos, a mis amigos, a El Poblado, y a los hijos de sus hijos”.

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AQUÍ NO TE VES

Las excavaciones avanzan en Telemedellín. La comuna no cuenta con un lugar idóneo para la conservación y exhibición de las piezas halladas. Tampoco hay divulgación.

La huella humana en El Poblado tendría unos 10 mil años, si nos atenemos a la escasa información sobre hallazgos arqueológicos precolombinos que logra superar el hermetismo oficial. Hace 15 días, se supo que, en el antiguo Vivero Municipal (donde hoy opera Telemedellín y existe el parque Gabriel García Márquez), se encontró lo que parece ser otra urna funeraria indígena, del periodo Marrón Inciso. A falta de más detalles, podría datar de cualquier fecha entre el siglo IV antes de Cristo y el siglo XII de nuestra era. Pedimos la versión oficial sobre este hallazgo, pero no fue posible, al parecer, “por cierre de año y cambio de administración”. Se sabe que desde 2014 se adelantan, en ese predio, excavaciones que han arrojado varios descubrimientos: herramientas de piedra, vasijas de barro, volantes de huso, fragmentos de cerámica, narigueras de tumbaga y estructuras funerarias, según una revista publicada a finales de 2015, como informe de gestión, durante la administración del entonces alcalde Aníbal Gaviria. No se conoce otra publicación al respecto. Habrá que recordar las leyes 397 de 1997 y 1185 de 2008, así como los decretos 833 de 2002 y 763 de 2009, que obligan divulgación.

“LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO COMIENZA CON EL CONOCIMIENTO; NADIE DEFIENDE LO QUE NO VALORA Y NADIE VALORA LO QUE SE ESCONDE O SE DESCONOCE”. Inés Sánchez, de la Red Cultural de El Poblado.

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