Sonríe cuando cuenta que nació en la casa de una mamá cocinera. Aunque casi todas las mamás cocinan, la suya lo hacía con dos elementos: por gusto y de forma profesional. Movida por el ejemplo de la casa como inspiración y con el destino que le dejó motivos y personas en el camino, Verónica Gómez llegó a El Carmen de Viboral hace 19 años. En ese sitio en el que nos recibe vive desde hace unos cinco años, aproximadamente.
Aunque la cocina siempre estuvo entre sus intereses, comenzó a acercarse más a ella a partir de una conversación con Ana María Estrada, comunicadora y directora de Confluye, una consultora que trabaja con “procesos de transformación culturales y humanos”. En una de sus conversaciones, ella le preguntó: ¿para qué eres buena?. Ahí empezó un camino que la llevó a hacer sánduches para eventos, ensayar preparaciones nuevas y cocinar para las personas cercanas. “La cocina es mi lenguaje del amor”, dice.
Comunidad y saberes
Hablar con Verónica Gómez es encontrar cómo se pueden unir varias causas, en armonía. Le interesa el valor que se da a las mujeres, honrar los sabores tradicionales, respetar los ciclos de la tierra, apoyar a los emprendedores o transmitir la tradición a quienes apenas empiezan a interesarse por estos temas.
5 años atrás se creó esta casa, de la forma en que se conoce hoy.
En el 2021 fue una de las ganadoras del Fondo Emprender (fondo del Estado que apoya emprendimientos), ha tenido el apoyo y difusión de Antioquia Es Mágica (estrategia de promoción del turismo de la pasada Gobernación de Antioquia) y ha hecho parte de Escuelas Campesinas, espacios donde se busca rescatar el valor del campo.
Hablar con Verónica Gómez es aprender sobre marcas, personas e iniciativas. Y es que hasta ella llegan quienes quieren sumarse a lo que hace o ver cómo pueden aportar a otras iniciativas locales. Ella busca juntar todos los hilos: que las personas se conozcan y avancen juntas. Un ejemplo de esto es la tarea que hace en su restaurante con campesinos de veredas como La Chapa y Campo Alegre.
Por ejemplo, dependiendo de su cosecha, cambia el menú de su restaurante. Por eso, para ella, es común que de pronto exista la posibilidad de ofrecer una sopa de guineo o papa que no estaba ahí, hace unas semanas.
Quienes llegan hasta este lugar tienen la posibilidad de apoyar a emprendedores locales, disfrutar con ingredientes saludables y aprender sobre la receta, su historia y aporte. “Trabajamos para resignificar los sabores antioqueños. Nos encanta que la gente entienda cómo es la cocina de la montaña, que venga a conocerla, responder sus preguntas, verlos comer sin afán”.
UN MENÚ EN VARIOS TIEMPOS
Para disfrutar y estar bien en este sitio, es importante llegar con calma, y tener apertura a otros ingredientes. El menú está compuesto de un Principio (arepas, papas o verduras), la Sopa (hecha según los resultados de la cosecha del momento), el Fuerte (distintos tipos de carne o pesca) y un Postre basado en frutas locales.
Cada producto está pensado para lograr el beneficio de todos. Aquí se tienen en cuenta a los agricultores y a los cocineros. “La idea es que haya crecimiento en doble vía”, dice Verónica Gómez.