Hace unos días se estrenó en las salas de cine La casa de Mama Icha, un documental dirigido y realizado por Oscar Molina, un hombre que después de terminar su carrera de Comunicación Social, viajó a otros países para estudiar Artes Visuales y recorrer el mundo. Vivir En El Poblado conversó con él.
Las luces de la sala se han apagado y minutos después se apodera de la pantalla una mujer de 93 años que dejó su casa en Mompox, décadas atrás, para ayudar a su hija con el cuidado de los nietos, en Estados Unidos. El cielo luminoso del trópico contrasta con las fachadas coloridas y los edificios altos de Filadelfia. Treinta años después y con el deseo de tener una casa donde empezó su historia, regresa a Mompox, con la única certeza: seguir aquello que le ordena su corazón. En un mundo donde las migraciones son la realidad de miles de personas, esta historia de Oscar Molina permite entender a otros, entendernos a nosotros mismos, a través de un tema común: la casa, los sueños, la tierra, el deseo de viajar, el poder de las decisiones.
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Para Pedro Adrián Zuluaga, periodista, y una de las personas que más sabe de cine en Colombia, ver este documental tiene un aspecto “trágico porque muy pronto sabremos que tras el sueño de regresar de Mama Icha, no la espera la realidad idílica que imaginó. Sin embargo, y en eso consiste el acierto del documental y aquello que lo distancia de las ficciones convencionales, siempre hay algo que nos recuerda nuestro papel como observadores y que impide que el viaje de identificación con el personaje sea transparente o tranquilo”. En un texto titulado “La casa de Mama Icha, enfrentar lo inevitable”, agrega: el director cuida lo que puede cuidar: cada plano, los sonidos que acompañan las relaciones humanas que hay de por medio.
“¿Por qué los habitantes de un país rico en recursos naturales y biodiversidad cultural se ven forzados a buscar prosperidad económica en otros países?”
Y en esto tiene razón Pedro Adrián Zuluaga: Oscar Molina ha cuidado la historia, el formato y los detalles. “La casa de Mama Icha” ha sido resultado de los viajes y encuentros de su director, no sólo con personas y lugares, sino también con la obra de personas como Tsai Ming Liang y Jia Zhangke. Adicionalmente se ha interesado por el trabajo de Apichatpong Weerasenthakul. Después de estudiar una maestría en Cine y Artes Mediáticas en la Universidad de Temple (Filadelfia), y otro en Cine en la Universidad de Columbia (Nueva York), realizó una residencia artística en México.
Su trabajo cinematográfico ha sido emitido por televisión nacional y exhibido en festivales de cine como el de La Habana, Cuba (1996 y 2000); Rosario, Argentina (2000); Fipatel-Biarritz, Francia (2000); Bogotá (2003) y Cartagena (2020). También ha estado en el Festival de Cine de Derechos Humanos de México (2003); y en festivales de videodanza en Estados Unidos, España y Colombia (2010-2013).
¿Cómo se encontró con esta historia?
Oscar Molina: Desde que me gradué en la Universidad Pontificia Bolivariana tuve la inquietud de viajar y a los 15 días después del grado comencé a hacerlo. Fue obrero de construcción en Japón, viajé por Europa, Oriente Lejano hasta que decidí cortar el recorrido y volver a Colombia. En el primer semestre del 2009 llegué a Filadelfia para hacer un máster en Fine Arts de Temple University. En el 2011 comencé a hacer trabajo de campo con el tema de las migraciones y sus casas. ¿Por qué no pueden habitarlas? ¿qué hacen para enviar dinero a sus países? ¿Cuánto tiempo toma trabajar para poder cumplir el sueño de tener una casa? Después de viajar, conocer inmigrantes y avanzar en mis estudios, quería encontrar a alguien que no quisiera aplazar el regreso y me encontré con la historia de Mama Icha.
¿Cuál fue la intención inicial para contar esta historia?
Después de viajar y ver las historias íntimas de los inmigrantes surge el deseo de hacer un reclamo a este país. Me sumerjo en unos relatos íntimos donde es visible una inequidad dolorosísima; me doy cuenta de que en lugares como Mompox (lugar al que regresa Mamá Icha) hay personas que trabajan todo el día por medio salario mínimo. En Colombia nos falta conversar sobre esto, los bandos en que está dividido el país, sobre el derecho a tener prosperidad. Con el cine es posible construir tejido social y este también era un propósito.
El tema de los migrantes ha sido analizado desde muchos puntos de vista. ¿Por qué decidió compartir el suyo?
Si bien la inmigración es a menudo un tema de conversación política y se cuentan historias de investigación sobre las condiciones legales y de vida que enfrentan varios grupos de inmigrantes en los países de acogida, me ha preocupado los legales emocionales menos discutidos de irse: ¿Qué fantasmas familiares continúan persiguiendo a un viajero? ¿Qué raíces florecen y qué raíces se rompen a través de las millas? ¿Qué sueños se ponen en concreto en el país de origen, y se rompen por los años de separación? ¿Cuáles son las consecuencias personales y familiares de un exilio económico?
Después del lanzamiento, ¿qué sigue con Mama Icha?
Nuestro objetivo es continuar compartiendo y generar una discusión sobre temas fundamentales que están presentes en este fenómeno. Por un lado, está el largometraje “La casa de los ausentes”, y de forma más ambiciosa a través de una herramienta web que sitúe las historias de los migrantes y sus casas de remesas en diferentes partes del mundo, dentro de las fuerzas más grandes del intercambio global de recursos y la migración.
El rodaje
El talento y formación de Oscar Molina se comprueba en esta producción: fue director, camarógrafo, sonidista y productor. Al final, lo acompañó Alex Arboleda. La casa de Mama Icha hace parte de la selección del Festival Latino de Cine de Filadelfia, Estados Unidos. Recibió un estímulo de la Comisión Fílmica de Medellín, en el 2017.