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Un día cualquiera, esta diseñadora de espacios de la Colegiatura Colombiana se fue para el kartódromo en busca de su sueño. Había dado el primer paso para alcanzarlo y allí se encontraba, aferrada a las reja que separaban aquel espacio anhelado del andén; entró e inocentemente preguntó: “si yo quiero montar karts, ¿qué tengo que hacer?”. Así comenzó su historia, encontró su felicidad y el motor que necesitaba. De la mano de su entrenador, Iván D’angelo, Manuela ha logrado en poco tiempo lo que muchos llevan años buscando, con sólo un año y medio en el deporte ya fue tercera a nivel nacional y ajusta dos viajes a Europa, donde ha practicado en las pistas y con los rivales más exigentes. “Cuando me monto al carro se me olvida todo, es desconectarse y tener concentración absoluta. Llegan momentos como espirituales porque uno esta ahí, sólo con el carro y nada más. Ojalá la vida me permita dedicarme todo el tiempo a los carros y vivir de eso”, dice. No a las oficinas, sí al deporte Desde pequeña se perfilaba, ni siquiera un fuerte accidente cuando manejaba moto a los siete años, que la dejó inconsciente, fue motivo para olvidar su gusto por la velocidad. Al contrario, al graduarse de la universidad y a pesar de que trabaja en una empresa familiar, Manuela sintió que algo le faltaba, que no estaba persiguiendo su verdadera pasión. “No quería seguir con lo de mi carrera. A mi me dicen que estoy viejita para empezar en lo de los carros, pero creo que nunca es tarde y la felicidad se encuentra en hacer lo que a uno le gusta”, afirma. Entrenamiento sin autódromo Desde aquel día que se acercó al antiguo kartódromo, sólo le bastó con dar una vuelta en un kart para entender que es la sensación que más le gusta en la vida. Habló con su familia y el año anterior ya contaba con chasis y motor para comenzar el campeonato nacional. Lastimosamente, ese lugar que fue inicio de su sueño ya no existe, fue demolido para ampliar las piscinas con miras a los Juegos Odesur 2010, por lo que Manuela y sus compañeros deben viajar a otros departamentos para continuar con sus prácticas. “Algo se ha hablado para construir una pista en Bello, que también sirva para conciertos. Toca esperar porque es muy triste que varios amigos tengan el kart guardado”, dijo la piloto. A su entrenamiento personal, le adicionó clases de kickboxing para fortalecer la espalda, los brazos y el cuello, partes fundamentales para resistir horas dentro de un kart. Ganadora en tiempo récord 2008, el año de su debut, fue tercera en el campeonato nacional ganando tres carreras, por encima de muchos hombres aficionados desde niños. En su categoría compite con cerca de 26 pilotos, la mayoría de válidas son en Bogotá y cada uno debe correr con los gastos de traslado y llegar por sus medios. Junto a Daniela Moncada, son las únicas antioqueñas en esta disciplina; este año va segunda en la clasificación general y también fue la primera mujer en hacer podio en una carrera de la Easy Kart en Cartagena, compitiendo con grandes pilotos como Sebastián Saavedra y Martín Sala. “Nunca me había metido de lleno a un deporte así, uno empieza a aprender a perder, que no es fácil cuando uno da lo mejor y lo pasan, eso es muy duro. Hay que aprender a tener persistencia”, comentó. En las grandes ligas Con la falta de kartódromo y apoyo a estos deportistas, Manuela entendió que para trascender en su pasión debe cruzar fronteras, incluso atravesar el océano para sentir su sueño más cerca y posible. Desde principios de este mes se encuentra en Italia por segunda vez, dispuesta a correr dos válidas del Open Italiano, campeonato que corren los mejores kartistas del mundo. Pero la novedad y expectativa más grande será cuando aborde por primera vez un carro de fórmula, 1.600 BMW. Manuela tendrá la oportunidad de correr un día en la pista de Jérez, España, por donde han pasado los mejores pilotos de la Fórmula 1 y donde se corre la Moto GP. De su desempeño en fórmula dependerá si continúa con los karts o participa de una campeonato de carros en 2011, pronostica. Al pensar en su sueño, suspira y dice que quisiera llegar a la Indy Cart, que corrió Juan Pablo Montoya, o en carros la DTM de Alemania, corrida por ex pilotos de Fórmula 1. El punto es que tomó la decisión más importante, que encontró en la velocidad y los motores la felicidad que tanto le interesa conseguir, que la acompaña cuando está a bordo de su vehículo, la larga carrera que escogió para ser feliz. | ||
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