Celebración de la vida pasada, celebración de un nuevo tiempo. La Biblioteca Pública Piloto cumplió setenta años llena de vitalidad.
“Allí me enamoré de la lectura cuando apenas comenzaba a leer”, dice el conductor del taxi que me lleva hasta la Biblioteca Pública Piloto, en el sector de Carlos E. Restrepo. En esa época, dice este hombre de unos sesenta y cinco años, esa biblioteca era una novedad, luego llegaron otras. Su apertura significó la democratización del conocimiento, en una ciudad que clamaba por un lugar así, en la que había un número alto de personas analfabetas, según se relata en las crónicas de la primera mitad del siglo XX. Fue inaugurada el 24 de octubre de 1954 gracias a un convenio de la Unesco con el Gobierno de Colombia. Su primera sede fue en La Playa.
Muchos han descubierto el poder y el placer, el misterio, de la lectura en ese lugar fundado hace setenta años, una “casa de todos” a la que se entra sin pedir permiso. Si usted hace tiempo no la visita, dese un paseo por sus instalaciones. Se sorprenderá.
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La sede la componen dos edificaciones. La primera fue construida con la asesoría de la Unesco entre 1957 y 1974. La segunda es la Torre de la Memoria, que se construyó en 2007, y en la que al auditorio y patio central se suman el Archivo Fotográfico y la Sala Antioquia, que guardan tesoros patrimoniales conservados a una temperatura de 16 grados centígrados.
En el 2015 el edificio de la sede central de la BPP fue declarado Bien de Interés Cultural de Medellín.
En 2016, la primera edificación entró en un proceso de renovación y se crearon nuevas espacialidades, conservando la idea arquitectónica inicial de ser “una vitrina abierta”. La biblioteca tiene salones que se prestan para reuniones diversas: un club de lectores, un comité cultural, un taller de ilustración o el encuentro de la Junta de la Acción Comunal. Hay una sala para exposiciones y espacios para escritores e investigadores, otros funcionan como coworking. Y los más pequeños tienen el Salón Pedrito Botero acondicionado con una particular lúdica. La amplia sala, con los anaqueles cargados con un poco más de 146.000 volúmenes (sin contar los de las filiales), resulta un gusto para estudiar y gozar de la lectura. Los ventanales dejan entrar la luz natural que envuelve al visitante.
Un lugar de memoria
Su vocación patrimonial la distingue. Un lugar de memoria. Esto explica el cuidado que se tiene con su patrimonio fotográfico o con los volúmenes, manuscritos, folletos, revistas, caricaturas, catálogos de arte, entre otros, que le dan sentido a la Sala Antioquia, que alberga más de 38.000 volúmenes sin contar su hemeroteca patrimonial. En esta sala fundada en 1985 para preservar y difundir el patrimonio bibliográfico de Antioquia, los investigadores encuentran historia, literatura, poesía, ensayo, arte, música, materiales audiovisuales. Conserva fondos de autores y músicos antioqueños como Ciro Mendía, Tomás Carrasquilla, Manuel Mejía Vallejo y José María Bravo Márquez. Para Humberto Zapata Osorio, Auxiliar Administrativo, quien trabaja desde hace 34 años en la Biblioteca y hoy está vinculado directamente con esta Sala, la Piloto es un lugar de inspiración que le permite conocer cada día nuevas personas. Dice que a donde va encuentra gente que ha estado allí.
Otra de sus novedades es el Museo Cámara de Maravillas, inaugurado en marzo de 2020. Un escenario interactivo que acerca al visitante a temas de memoria y patrimonio, gracias a un trabajo curatorial que obedece a patrones museísticos contemporáneos, con un diseño dinámico en el que el visitante puede familiarizarse con antiguos relatos, crear la portada de un libro, pintar viejas fotografías o tomarse una foto vestido como un personaje de principios del siglo XX.
¿Cómo entender la Biblioteca Pública Piloto?
Es mucho más que el lugar en el que se prestan y recogen libros. Es una institución vital para la investigación y el conocimiento de nuestra historia y nuestro entorno social y cultural, con una activa programación. Incluso, en su sede central está la librería del Fondo de Cultura Económica; hay un lugar para tomar un delicioso café, un patio abierto para conversaciones sin punto final y una plazoleta.
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El director de la Biblioteca, Ángel Ovidio González, se fascina con el sentimiento que provoca esta entidad. “Es una institución que todo el mundo lleva en el corazón. Como líder, esto implica un compromiso muy grande, la gestión debe estar a la altura de los lectores y los usuarios de hoy y del futuro”.
Para el director, que ocupa el cargo desde el 16 de diciembre de 2021, este es un “centro de pensamiento”, un lugar en el que se fortalece la visión crítica, permitiendo el libre acceso a la información. Sueña con consolidar la biblioteca digital y el Museo Cámara de Maravillas, así como con fortalecer y expandir los convenios. La Biblioteca tiene apoyo de la Alcaldía de Medellín y de la Nación, con un aporte de 6.000 millones de pesos, y el presupuesto se fortalece con los convenios interinstitucionales que pueden llegar a 30.000 millones de pesos para ser ejecutados. Desde la Piloto se opera el Sistema de Bibliotecas de Medellín. Y cuenta con cuatro filiales, San Javier La Loma, Campo Valdés, San Antonio de Prado y Tren de Papel. Tiene una planta de 62 personas de carrera y 40 contratistas para la sede central, y unos 300 contratistas para operar todo el sistema.
Para Ángel Ovidio llegar a la Biblioteca fue continuar un proceso a partir de lo construido por sus anteriores directores, entre ellos, Juan Luis Mejía, Gloria Inés Palomino y Shirley Zuluaga, que dejaron en alto sus objetivos y su misión. Él trabaja de la mano del subdirector de Contenidos y Patrimonio, Carlos Arturo Montoya y de Daniel Ramírez, en la gestión de Contenidos para la Ciudadanía y con un equipo que aporta con iniciativas y que responde a los retos.
Un camino iluminado
La Biblioteca Pública Piloto permite que nos reconozcamos como parte de esta sociedad, allí nuestras raíces están en contexto, la memoria le da vida, el presente le pertenece. En su misión está la preservación y la evolución. La renovación y la reinvención. Los caminos se van abriendo.
La escritora española Irene Vallejo decía para el Diario de Lanzarote que la metáfora del conocimiento no es el libro, es la biblioteca porque contiene libros que se contestan, se desafían o se denuncian unos a otros; un lugar en el que se pueden contrastar versiones, poner en relación los relatos, formar opinión.
La Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina celebra. Un espacio para leer, estudiar, conversar, escuchar, ver. Vivir. Su existencia es un camino iluminado que nos llena de optimismo.
Archivo fotográfico
Su Archivo Fotográfico – Fototeca es el segundo más grande de Suramérica, después del de Sao Pablo, Brasil. Allí se conservan un millón 800 mil imágenes, algunas producidas con viejas técnicas fotográficas. Con prudencia extrema se cuidan 40 fondos y colecciones de los fotógrafos más relevantes de Antioquia, como Melitón Rodríguez y Benjamín de la Calle. Hay imágenes patrimoniales producidas desde 1848. En 2012 fue reconocido por la Unesco como “Registro Regional de Memoria del Mundo”. Es el cuarto más importante en patrimonio fotográfico de carácter histórico en el continente y el mayor archivo fotográfico de negativos de América Latina, se dice en su presentación.