A usted posiblemente le va a parecer un chiste, pero no es así. Se trata de una idea que viene tomando una fuerza inesperada en el mundo. Resulta que en pleno siglo XXI, después de que la humanidad ha ido al espacio y ha construido computadoras con inteligencia artificial, existe un considerable número de personas que están convencidas de que la Tierra es plana. Se hacen llamar terraplanistas, se lo toman en serio e incluso tienen una sociedad mundial con sede en Londres.
Más de 2.000 años de avance científico nos muestran que nuestro planeta es esférico. Bueno, no una esfera perfecta, pero se acerca. Desde las conclusiones de Eratóstenes hasta las fotografías tomadas por misiones espaciales, el conocimiento de la redondez de la Tierra es un tema que se da por hecho.
Las evidencias son incontrovertibles, pero para los terraplanistas nada vale. A cada prueba científica ellos mencionan que hay trucos, montajes, conspiraciones y políticos ocultos en el poder que intentan engañar a la humanidad. Las razones de este supuesto complot son un total misterio, pero aún así hacen parte del imaginario terraplanista.
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Lo que llama la atención es la cantidad de adeptos que ganan cada día. Aquí en Colombia existe un grupo que, en Facebook, tiene más de mil integrantes, y en Medellín realizaron un encuentro nacional hace algún tiempo.
Son este tipo de movimientos los que desnudan el pobre esfuerzo que se realiza en la educación de las nuevas generaciones. Los jóvenes, perjudicados por una escuálida formación en ciencia y pensamiento crítico, se vuelven manipulables y con facilidad creen en cualquier cosa sin aplicar el más mínimo filtro de la razón.
Sin embargo, esto es sólo uno de los campos en los que la falta de ilustración de las personas las lleva a creer, de manera vehemente, en ideas que parecen traídas de los cabellos. Aquí podemos también ubicar a los que piensan que nunca fuimos a la Luna o que los presidentes de los países más poderosos son en realidad reptiles disfrazados, sólo por mencionar algunas ideas conspirativas.
En su libro, El mundo y sus demonios, el genial Carl Sagan nos plantea la posibilidad de estar al borde de una nueva edad del oscurantismo. Cuando un número suficiente de seres humanos ve degradado su nivel educativo, se puede decir que la razón entra en agonía, la superstición se apodera de las mentes y la predicción de Sagan comienza a tomar forma. Las personas, a su vez, impulsan a líderes radicales y es así como vemos a mandatarios que niegan el cambio climático, el Holocausto, o incluso la pandemia por la que aún estamos atravesando.
Pero aún queda mucho por hacer: lo principal sería apoyar la educación de los niños y adolescentes brindándoles las condiciones para que se formen con un pensamiento crítico y objetivo. Ha sido a través del cuestionamiento de las ideas y de una discusión sana, argumentativa y basada en evidencia sólida, que la humanidad ha llegado a sus más altas cumbres.
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