Juan Pablo Valencia Heredia se estrena como director residente de la Orquesta Filarmónica de Medellín. Con el chelo, el músico se abrió el camino hacia la batuta.
Por Claudia Arias Villegas / [email protected]
Cargar el instrumento resulta más liviano por estos días para Juan Pablo Valencia Heredia, pues el violonchelo que lo acompaña hace 20 años está más quieto ahora que afianza su relación con la batuta, al estrenarse como director residente de la Orquesta Filarmónica de Medellín. El espacio se lo ganó a pulso tras aspirar a él junto a otros colegas y contar con el voto de confianza de músicos y directores.
Sobre la denominación director residente, explica que es una modalidad con la que trabajan las orquestas en el mundo, que implica más presencia en la cotidianidad, lo que no pasa con el director titular, que suele tener determinado número de semanas al año. Una apuesta importante para la orquesta que sigue en la búsqueda de ese titular y una oportunidad muy valiosa para Valencia.
Pionero de la Red de Escuelas de Música de Medellín
Juan Pablo desde los 12 años formó parte de la Red de Escuelas de Música de Medellín, siendo integrante de la primera generación y sintiendo afinidad por el violonchelo desde el comienzo. Así cursó su pregrado en Eafit, con énfasis en chelo, y luego viajó a España a hacer su posgrado en interpretación en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca. A su regreso entró a cursar la maestría en dirección de orquesta en Eafit.
“Mi práctica siempre ha estado ligada a lo académico, lo cual me ha enriquecido mucho”, asegura. Fue chelista de la Orquesta Sinfónica de Eafit por 10 años y en cuanto a la conducción, fue director invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia y de la Sinfónica de Eafit y director nacional sinfónico de la Fundación Nacional Batuta; su ingreso a la Filarmed le abre un mundo nuevo, con oportunidades como aprender de cerca del maestro Andrés Orozco-Estrada.
Su profesión consume casi todo su tiempo, pero Juan Pablo dice que siempre hay espacio para compartir con su esposa Nataly, sus padres y hermanas, para disfrutar de momentos de silencio y para ver una buena película en el cine. Su camino lo eligió desde los 12 años y a los 32 sabe que fue el correcto: “la música es un estilo de vida, que provee unas destrezas y nos forma como seres humanos integrales”, concluye.