Casai es una empresa de cereales saludables basados en ingredientes colombianos. Una historia de tolerancia y perdón, de inspiración para 2020.
Tres días después de haber firmado su contrato con Casai, una marca de cereales saludables, Yeison subió a la oficina de Juan Esteban Garzón, gerente y propietario, y le dijo que le había mentido en su hoja de vida.
“No he trabajado en ninguna de esas partes, la verdad es que llevo ocho días en libertad”.
Para entender, Juan Esteban le preguntó por tiempo en la cárcel; nueve años, le respondió. Y también quiso saber en dónde: Cómbita, “que es de máxima seguridad”. La palabra homicidio apareció en la mente de Juan Esteban. Pero, antes que juzgar, lo que respondió es ejemplo de reconciliación: “si mandaste la hoja de vida, si estás trabajando, si estás viniendo, es porque lo necesitás”. Después de la confesión, lo que siguió fue contarlo a sus compañeros.
Yeison había sido juzgado por homicidio en persona no protegida (lo que aquí se ha denominado como “falso positivo”). Nadie esperaba que el papá de Juan, otro de los operarios, hubiera sido un “falso positivo”. “Fue un momento de reconciliación, de conocernos mejor, de abrirnos”, y dejaron de ser compañeros de trabajo para ser amigos pues, cuenta Juan Esteban, a los diez días Juan era fiador de Yeison.
“Ese día decidí que todos mis empleados serían personas afectadas por el conflicto armado”. En Casai hay excombatientes de diferentes grupos, desplazados por la violencia, militares, entre otros, y la empresa se ha convertido en un laboratorio social de lo que debería ser el país. “Reconciliación es entender que tuvimos problemas, pero que hoy hay que conocer contextos, para perdonarnos y poder compartir el mismo espacio, aprovechar una segunda oportunidad para vivir lo que nos separó durante 50 años”.
Juan Esteban es economista y con Casai busca reconciliarse con los compradores al ofrecer cereales sin azúcar añadida y saludables. También se reconcilia con el campo: “creamos productos que se hacen con nuestros ingredientes, les damos uso a cosas que antes solo se exportaban”, como el ñame, la quinoa o la chía. Además, se asocian con el campesino con la idea de eliminar intermediarios.
En menos de dos años su crecimiento ha sido importante: ya llegan a Estados Unidos y Corea del Sur. Y es seguro, el éxito tiene que ver con que cada cucharada tiene el sabor de la reconciliación.
Por: Juan Pablo Tettay De Fex / [email protected]