Valeria Quiroz Valencia no es precisamente la reina de las primeras impresiones. Y no lo es porque termine afeando, con alguna impertinencia, su saludo cálido, mirada firme y sonrisa contagiosa. Nada que ver con el desencanto; todo lo contrario.
Lo es porque, para quien no la conoce, es difícil presuponer que su menuda figura y rostro de ángel eterno alberguen una triatleta que, en algunos meses, espera cruzar con éxito una doble línea de meta: sus primeros 30 años y el mundial de tan dura disciplina.
En abril, en Lima, luego de intentarlo por cuarta vez, logró clasificar al campeonato Ironman 70.3, en Nueva Zelanda, un objetivo que se había trazado en 2020, cuando se definió dicha sede para la competición; aunque el anhelo de ir, como triatleta, a tales lejanías, se sembró mucho antes.
En 2009, Valeria era una quinceañera insegura que, gracias a un intercambio académico propiciado por su colegio (New School, en Las Palmas), viajó para enamorarse del país de maoríes y kiwis. Además de los paisajes robados al Photoshop, se prendó de la calidez de su familia anfitriona, en una granja, donde confirmaría su pasión por correr, por nadar, por rodar; por exigirse más.
Ironman 70.3 (medio triatlón) tiene ese nombre por la suma, en millas, de los tres recorridos: 1.9 km a nado, 90 km en bicicleta y 21 km de atletismo.
Se prometió regresar allí más fuerte y, si nada extraordinario se interpone, lo cumplirá este diciembre. A la par con la culminación de su bachillerato, de recibirse como psicóloga de la Universidad CES y obtener su maestría en psicología del deporte, en México, su compromiso con el triatlón también fue creciendo.
Su primera cita mundial de triatletas fue en 2015, representando a Colombia en el certamen celebrado en Chicago. Se distanció de las competencias por sus estudios, pero no de entrenar duramente, con su mantra de vida: “disciplina, responsabilidad, dedicación, resiliencia y entusiasmo”.
En marzo de 2020, asistió a su primera clasificatoria, en Puerto Rico. En la isla, la pandemia hizo cancelar el evento y postergar ese campeonato para 2024. Entonces, el año pasado y este, participó en tres clasificatorias más: Los Cabos, Puerto Rico y Lima. A ésta última, llegó tras un accidente en bicicleta.
Cumplió los recorridos y, con mucho dolor, logró clasificarse. El diagnóstico, en Medellín: fractura en la cabeza del fémur. Valeria ya fue operada y solo espera que, en unos días, le retiren los puntos. Y a entrenar; Nueva Zelanda no espera más.