El comercio es uno de los sectores de la economía donde predomina esta anomalía en los trabajadores. En Medellín el desempleo sube y la informalidad laboral no cede, de acuerdo con las cifras oficiales.
Por: Daniel Palacio Tamayo / [email protected]
Cuando cae la noche y termina la jornada, el dueño de una pequeña barbería del barrio Manila, en El Poblado, se lleva la mano al bolsillo y cuenta unos cuantos pesos para liquidar el día de quien trabaja para él. Los billetes pasan de una mano a otra después de ser contados por cada uno. Todo cuadra, entonces chocan sus puños como reafirmando un acuerdo entre empleador y empleado. La escena se repite en medio de planchas y de ollas en lo profundo de la cocina de un restaurante o en las salas de hogares con las empleadas domésticas. El denominador común: la informalidad.
De acuerdo con la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico en Colombia, Utrasd, casi el 86% de los contratos son verbales, “con el agravante de que ellas creen que por eso no tienen derecho a sus prestaciones sociales”.
Aunque la informalidad en Medellín se redujo entre 2009 y 2015 en 8 puntos porcentuales, en los dos últimos años pasó de 42.3 a 42.8%, pero con indicadores por debajo del promedio de las trece áreas metropolitanas donde fue de 47.2%. En cuanto al desempleo, en el último año la ciudad se volvió a ubicar en una cifra de dos dígitos: 10%.
Tres miradas al fenómeno.
Trámites menos engorrosos
Sergio Ignacio Soto, director de Fenalco Antioquia, asegura que ve esas cifras con preocupación, más cuando uno de los objetivos del gremio es promover la formalidad y la legalidad.
“Tenemos afiliados de 50 sectores, todos comerciantes formales y legales. Hemos venido trabajando con las tiendas de la cuadra para promover que se formalicen y se registren en las cámaras de comercio”, afirma Soto.
El líder gremial considera que uno de los grandes obstáculos que impide atacar con eficiencia la informalidad laboral tiene que ver con la “anticompetitividad tributaria”, por lo que propone reducción o exoneración de impuestos a los nuevos emprendimientos. En su consideración ayudaría a la sostenibilidad empresarial, a la generación de empleo y a reducir la evasión y la elusión de impuestos.
“Fenalco ha tabulado en la última década 90 mil normas que son engorrosas en el mundo empresarial”, afirma Soto quien espera que con la llegada del nuevo gobierno nacional se pueda impulsar el círculo virtuoso del empleo, la formalidad, el consumo y el crecimiento económico.
Clave: Microempresas
Fabio Andrés Montoya, desde la dirección ejecutiva de Interactuar, señala la necesidad de una política de Estado que fomente el emprendimiento con formalidad. Según los cálculos de esa entidad, cada microempresa tiene en promedio 1,3 personas empleadas, que representa más de la mitad de la fuerza trabajadora del país.
“El problema no es la informalidad, sino entenderla como proceso. Hay semestres duros, con las cuentas, los empleados, las deudas… por eso, la propuesta al gobierno Nacional consiste en proporcionalidad y gradualidad”, afirma Montoya quien conoce casos de pequeñas empresas que para obtener un certificado o el manual de seguridad y salud en el trabajo, necesario para su formalización, tienen que pagar lo mismo que una gran industria.
Para el directivo de Interacturar hay que trascender el microcrédito con conocimiento y apoyo no solo económico, pues, de acuerdo con sus cifras, el 35% de quienes inician un emprendimiento logra montar su idea de negocio, lo que de alguna manera sirve de contención social para las familias.
Comercio y restaurantes, de los más informales
Mario Valencia, director del Centro de Estudios del Trabajo (Cedetrabajo) asegura que “comercio, hoteles y restaurantes se caracterizan por su alta estacionalidad, es decir, hay mucho empleo temporal y sin calidad. No hay cotizaciones en seguridad social, los contratos son verbales, generan condiciones con precariedad y, en su mayoría, con mala remuneración”.
Cedetrabajo realizó un estudio que determinó que la agricultura, el comercio (incluyendo hoteles y restaurantes) y la construcción son los tres sectores económicos con mayor informalidad con porcentajes del 90, 78 y 74 respectivamente.
“Más del 60% de los ocupados hoy no cotiza al sistema de pensiones, lo cual no asegura una protección para la vejez y lleva a elevar índices de pobreza en la población de tercera edad” afirma Valencia, quien considera que el problema de informalidad laboral no tiene su génesis en la llegada masiva de venezolanos al país, como se presenta en algunos frentes, sino en la incapacidad de generar riqueza en sectores como el agro y la industria.
El mismo estudio también encontró que a menor nivel de escolaridad, mayor es el porcentaje de irregularidad; por ejemplo, el 89% de los ocupados que finalizó su primaria está contratado sin todos los requisitos de ley, mientras ese indicador en los profesionales se reduce al 36%.