Martín Eduardo y Wílfer Alejandro fueron las primeras víctimas de homicidio en febrero en Medellín, después del “enero menos violento”. ¿La manera como las autoridades cuentan víctimas contribuye a una trivialización del asesinato?
En homicidios, Medellín acaba de vivir el “enero menos violento desde que se tiene registro en la ciudad”, reportaron las autoridades. La calificación se basa en la disminución en el 54 % de los casos y surge de la comparación de las tragedias ocurridas en el mismo periodo de 2019 y el del presente año.
En un ejercicio periodístico de veeduría de los avances y los retos de la ciudad, Vivir en El Poblado ha consultado a las autoridades por qué el sistema funciona de esa manera (mes contra mes) y por qué se replica sin mediar otros análisis. No hay explicación, más allá de que “es la forma de tomar los indicadores” y el deseo de que “las cifras fueran cero vidas perdidas”. En lo último tienen razón.
Pero en el manejo de indicadores, los números no convencen. Señala el sistema que se debe comparar enero con enero. Así, 2019 registró 56 homicidios y 2020 marcó 26 y su diferencia señala una reducción en 54 %. ¿Por qué esperaban que enero de 2020 también arrojara 56 muertes violentas? No son los indicadores de una producción en una fábrica, son vidas humanas. ¿Y son 30 homicidios menos o lo que sufrimos fueron 82 casos sumando los dos eneros?
Podemos citar números, comparaciones y resultados superlativos. O podemos hablar de vidas perdidas en Medellín: 33 en octubre, 30 en noviembre, 43 en diciembre y 26 en enero. Van 132 homicidios en los últimos cuatro meses.
En muertes violentas no caben las restas.
Más preguntas: ¿por qué establecer un paralelo entre los eneros? El periodo inmediato a enero de 2020 es diciembre de 2019. Bajo ese sistema comparativo, la presunta reducción no es del 54 % sino del 40 %. Se dirá que diciembre y su dinámica comercial constituyen un periodo atípico y de riesgo elevado, no comparable. Partiendo de esa base, noviembre tendría alguna similitud: ese mes de 2019 presentó 30 homicidios y el paralelo con enero de 2020 da una reducción, en el lenguaje de las autoridades, del 13 %. Y si se analizan los resultados con octubre la pretendida disminución es del 21 %.
Sin embargo, entre todas estas estadísticas, lo que tenemos son vidas irrecuperables y familias destrozadas. El primero de febrero no murieron los casos uno y dos; ese día fallecieron Martín Eduardo Villa Sánchez (27 años) y Wílfer Alejandro Restrepo Posada (24) y nada de lo que ocurriera el otro febrero, o el paralelo que se elija, mitiga el dolor y el miedo, ni debe ser celebrado.
Mucho hay por cambiar. Desde la forma como se analizan y se presentan los datos (en homicidios no se debe hablar de triunfos), hasta los mecanismos de seguridad empleados en la ciudad (cuánto de reacción, cuánto de prevención y de inversión social atinada) sin dejar de lado el valor relativo que les solemos dar a la vida y a la justicia.