A mediados de los años 50, los hermanos Darío, Javier y Jaime Gaitán iniciaron la construcción de una barrio en los terrenos de la antigua finca Astorga, propiedad de su familia. Para eso contrataron al señor Tulio Ospina, de los Ospina del presidente Ospina Pérez, mandatario del 46 al 50, para que trazara el nuevo barrio. Así hizo el señor Ospina y dividió el terreno de la finca en dos calles, con los lotes demarcados para las futuras casas y un parque. Esas dos calles son hoy la Siete y la Ocho, pues la calle Nueve ya existía desde antes de que se construyera el barrio.
En tiempos de la finca, primera mitad del siglo, la Nueve era conocida como la Calle del Frito. Esta calle hace parte del trazado original de la Plaza de El Poblado. Por eso su arquitectura es diferente. Sin embargo, las personas que crecieron en el barrio Astorga mantuvieron una buena relación de vecindad con los de la Nueve.
Estos límites del barrio no coinciden con los que dan en Planeación, los cuales van más allá de la calle Siete, hasta la quebrada La Presidenta. Los pobladores originales de Astorga, algunos de los cuales aún viven allí, dicen que los terrenos que los Gaitán dividieron en lotes son los de las dos calles mencionadas. De ahí hacia el sur estaba la propiedad de Abraham Escobar, la finca Patio Bonito, sobre la que se construyó el barrio del mismo nombre.
Las primeras casas
Los lotes que vendían los Gaitán fueron comprados principalmente por matrimonios jóvenes que se mudaron a Astorga para iniciar allí su vida en común y tener sus hijos. Uno de esos matrimonios fue el del propio Darío Gaitán y esposa Luz de Gaitán. Una persona que vivió su niñez y su adolescencia en Astorga cuenta que la vida en el barrio -vivió allí del 60 al 78- fue especialmente agradable y bonita. La seguridad y la tranquilidad eran las características del barrio -la seguridad aún se mantiene- al punto que en una de las casas nuevas tuvieron el garaje unos 5 meses con una puerta provisional y nunca se entraron los ladrones ni pasó nada. Eran otros tiempos dice doña Luz de Gaitán. En esos tiempos los niños jugaban en las calles tranquilamente y por las fincas aledañas. En la cancha de la entonces finca Oviedo, propiedad de Pedro Luis Londoño, jugaban los desafíos de fútbol los muchachos de Astorga contra los de los otros barrios como Lalinde y Castropol. Los más aventureros se iban a coger guayabas a la finca Patio Bonito o a las lomas. Jugaban en las quebradas porque en ese tiempo eran de agua limpia. El Poblado, terminaba en Provenza; hacia arriba estaban las fincas, pues las transversales y las unidades residenciales son muy posteriores. Las quebradas no eran desagües de alcantarillados.
Cuenta una señora que vivió en Astorga toda su vida, que un francés que vivía en el barrio acostumbraba irse a cazar a Patio Bonito, entonces poblado sólo por palos de naranja y cañaverales. La caza eran conejos y patos.
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Las olimpíadas
A los muchachos que crecieron en el Astorga de esos tiempos les tocó el esplendor de las Olimpíadas de El Poblado, organizadas por la parroquia. Esas olimpíadas eran en vacaciones y los distintos barrios sacaban sus equipos. Las competencias eran muy concurridas, tanto que para la prueba principal, la carrera de 100 metros se llenaba de gente toda la carrera 28, hoy carrera 36, para ver correr a los muchachos. Igual pasaba con la vuelta al Parque Lleras -también corriendo- y con o- tras pruebas. El fervor por las olimpíadas era grande. D espués de los partidos que se jugaban en la cancha de Astorga, los muchachos se iban a tomar fresco con rollo a la tienda de don Víctor.
Era la época de los bailes en la casa con música de Los Graduados y los demás artistas de ese tiempo. En diciembre, los niños iban a la novena por todas las casas del barrio y doña Ana los preparaba para que cantaran los villancicos. En ese tiempo Astorga tenía mucha vida en sus calles.
Edificios y oficinas
Según una señora que llegó a Astorga en el año 57, cuando sólo había dos casas en el barrio, la gente ha comenzado a dejar Astorga por varias razones: para buscar en otros lugares comodidad, seguridad, tranquilidad. En su caso esas fueron las razones. No es que se casa no fuera cómoda, pero al casarse sus hijos y ella enviudar, esa casa grande y bonita en que vivió tantos años se convirtió en un problema por los cuidados que exigía. Había que estar pendiente de que no se fueran a aprovechar los ladrones de su soledad, necesitaba contratar jardineros, muchachas del servicio y casi que vivir sólo para la casa. Por eso tomó la decisión de pasarse a un apartamento, aunque no sin dolor por dejar su casa de toda la vida.
Otros vecinos han vivido casos similares. Algunos más, simplemente han aceptado los cambios de la ciudad y por eso arrendaron sus antiguas casonas para oficinas, negocio que ha sido rentable para muchos. Otros pocos han cedido a la presión que se inició en los 80 en todo El Poblado para la construcción de multifamiliares. Los propios Gaitán construyeron hace un par de años un edificio de apartamentos en Astorga.
Un gran barrio
De Parques de Astorga definen así el barrio de hoy: un lugar muy tranquilo, excelente para vivir. Las oficinas son unos buenos vecinos pues no hacen ningún ruido, al contrario, sus celadores le dan seguridad a las solitarias calles de Astorga. El único problema no es exclusivo del barrio, sino que se extiende a la Zona Rosa: la falta de parqueaderos. Astorga es uno de los mejores barrios de El Poblado.