Hablar del barrio Los Naranjos puede resultar bien confuso. Si uno se ciñe a la delimitación efectuada por el municipio de Medellín y revisa el mapa del Departamento de Planeación Metropolitana, entonces Los Naranjos queda entre las calles 1Sur y 5Sur y entre las dos transversales.
Y es fácil de entender, y allí encuentra, por ejemplo, a la Parroquia, el Mall y la Fundación La Visitación; a las unidades residenciales Torreladera, San Bartolomé de las Casas, Reloj de Arena, Torres de La Visitación o Lombardía, o a Davivienda, el Mach Club Internacional y Casa de Barro.
Pero si usted recorre esas vías que le sirven de límites y busca lo que podría ser el centro del barrio, entonces el orden se complica. Allí, tal vez más antiguas que la misma oficina de Planeación, están también las casas de las lomas de El Garabato, Los González y Los
Parra, un sector con tradición, identidad, organización comunitaria, sitios de reunión y todo lo que se le pide a un barrio para considerarlo como tal. Incluso, ya hemos visitado dos de ellos, puede indagar con las familias y a pesar de ser algo más de mil personas, sus apellidos no pasan de ser ocho o nueve.
Y, sigue la confusión, si se investiga el porqué del nombre del barrio se descubre que, como acontece con la gran mayoría de los que conforman la comuna de El Poblado, Los Naranjos era la identificación de una gran finca. Pero, viene el lío, la casa no está ubicada entre las calles y carreras que se acaban de mencionar, sino que pertenece a los terrenos del barrio denominado por el municipio como Los Balsos #2. Es decir el que comienza en la 5 Sur y va hasta la 9 Sur.
Esa es la condición de Los Naranjos, un barrio habitado por cerca de cuatro mil habitantes, según el último censo, pertenecientes a todos los tipos de estrato.
La vieja finca
Como las historias de Castilla, Alejandría, Granada, Lorena, Riobamba, Niza, Santillana, Guadalajara y El Castillo, todas en El Poblado, la de Los Naranjos la deben contar los Echavarría.
Carlos J., su esposa Elena Olarte y sus hijos María Elena, Federico, Carlos Alberto y Clarita vivían en Venezuela con Caracas, en la casa en donde hoy funciona La Piedad. “Sin falta”, recuerda la mayor, todos los sábados viajaban a El Poblado para pasar su fin de semana.
Durante varios años fue a la finca Chipre -hoy terrenos de Blockbuster y el edificio en obra negra frente a Oviedo- y desde 1938 a Los Naranjos.
Según los recuerdos familiares don Carlos J. Echavarría le compró el lote a don Pastor Londoño y allí construyó la casa de la foto publicada en estas páginas. Y además, cultivó unos naranjos bien admirados en la época.
Hacia 1948 los Echavarría Olarte decidieron venirse definitivamente para El Poblado y demoler la vieja casa de Los Naranjos para construir la que hoy se conserva y que está en manos de los Olarte Mejía.
Eso sí, no tocaron los establos, ni evitaron las vacas lecheras, ni los bonitos jardines Los Naranjos de doña Elena sufrieron alteraciones. Eso era lo que más les gustaba y, dice la memoria familiar, por eso se mudaron del Centro. Sus nuevos vecinos eran ahora Inés Restrepo de Olarte, Lucho Valdés, Daniel Peláez, Sofía Echavarría, un señor Londoño y, cómo no, unos de los habitantes de toda la vida de El Poblado: la Loma de Los González, más exactamente los habitantes del sector que se denomina como El Chispero.
Desde hace 16 años otros son los dueños. El final de la propiedad de Los Naranjos la comenzó a marcar la muerte de don Carlos J. en 1978, y definitivamente la salida de doña Elena en 1983. No quería vivir sola, pero, eso sí, en el mismo sector. Por eso se mudó a una urbanización ubicada más hacia el sur, aquí mismo en El Poblado.
Artículo publicado en la edición impresa #152 el mes de octubre de 1997.