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Por: Carolina Zuleta Maya | ||
Recientemente la revista The Economist publicó un artículo titulado “La tiranía de la elección”, en el que decía que la cantidad de opciones que hoy tenemos para elegir han hecho que nuestras decisiones sean más difíciles y que una vez tomadas nos den menos satisfacción. Hoy en día tenemos cientos de alternativas para elegir, tanto en las asuntos más triviales como en los más trascendentales. Por ejemplo, podemos escoger entre más de veinte tipos diferentes de arepas: de yuca, de yuca rellena con queso, gruesa, delgada o ultra delgada; hoy podemos decidir si casarnos o no, tener hijos o no, o tener 1, 2 ó 3 hijos, etcétera. En primera instancia, poder elegir nos hace felices, pero entre más posibilidades tenemos, la motivación para elegir disminuye, pues llega un momento en que el esfuerzo requerido para entender las diferencias entre todas las alternativas es más grande que el beneficio que recibimos por tener una opción adicional. ¿Acaso no te ha pasado que vas a comprar algo y al tener tantas opciones decides mejor no comprarlo? ¿O cuántas noches has pasado en vela dándole vueltas en la cabeza a una decisión trascendental? En el artículo también hablan de que al tener tantas opciones de selección aumenta la ansiedad por tomar la decisión correcta; siempre que escogemos una cosa estamos al mismo tiempo eligiendo que no vamos a tener muchas otras, y dejar ir esas otras opciones aumenta nuestra ansiedad. Para demostrar lo anterior, un equipo de psicólogos de la Universidad de California decidió hacer un experimento en el que les presentaban a dos grupos de personas diez cuadros diferentes y les decían que les regalarían el cuadro que más les gustara. Después, les daban una copia del cuadro que habían elegido a las personas del primer grupo, en cambio a las del segundo grupo les decían que no podían darles el cuadro que seleccionaron sino uno diferente. Un tiempo después entrevistaron a ambos grupos para preguntarles qué tan satisfechos estaban con sus cuadros. El resultado fue que las personas que recibieron el cuadro que habían elegido estaban menos satisfechas con su decisión que quienes recibieron un cuadro diferente al escogido. Este experimento ilustra el hecho que tener un cuadro o el otro no es lo que nos da satisfacción, es lo que pensamos con respecto a la decisión que tomamos lo que nos da la satisfacción. Así que hay dos propuestas: la primera es que tomes una decisión, cualquiera que sea y que no pierdas tanto tiempo tratando de descifrar todos los detalles; y la segunda, es que una vez elijas, haz que esa decisión sea la correcta para ti. Una vez decidas no mires para atrás, disfruta y saca el máximo provecho de tu elección. |
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