“Hay que hacerle caso a la sensibilidad”
El guitarrista, concertista y musicólogo Julián Cardona se ha encargado de difundir la música colombiana en España. Hablamos con él en su fugaz regreso a Medellín
Del bisturí a la guitarra
Julián Cardona nació en 1976 y a los 18 años inició estudios de Música en la Universidad de Antioquia, luego de intentar cursar Medicina en la clandestinidad. “En mi casa nadie lo supo, es un secreto de estado. Hice el primer año pero no quería entusiasmar a la gente porque no estaba cien por ciento seguro, estaba un tanto desubicado y me gustaba más la guitarra que otra cosa, de manera que en vez de llegar a estudiar lo que tenía que estudiar de medicina, llegaba a tocar guitarra… hasta que me decidí por la música”, nos cuenta minutos antes de dar una conferencia sobre musicología en Eafit. “Uno tiene que hacerle caso a la sensibilidad y si no era muy sensible con la medicina con la guitarra sí, me presenté a Música y pasé”.
Influencia redentora
Su inclinación musical no fue fortuita. Además del ambiente gardeliano de Manrique, “donde crecí escuchando música”, en su casa, la típica antioqueña y situada frente al muy visible templo del Señor de Las Misericordias, sonaban día a día los pasillos y bambucos; el abuelo ponía óperas con frecuencia; el tío Bernardo, guitarrista, compositor y profesor, no paraba de oír música; y no había tertulia que no incluyera el ingrediente artístico en todos sus matices: toque de guitarra, cantos, lectura de poemas y buen humor recurrente.
“A los ocho años mi tío empezó a enseñarme guitarra, pero yo no me podía estar quieto sentado con el instrumento en la mano, lo sacaba de quicio y no era capaz de enseñarme, hasta que a los 15 comencé a interesarme otra vez, la tomé y no la volví a soltar”.
Para entonces, oír con atención se convirtió en su principal escuela: “Aprendí a tocar guitarra escuchando y tocando música popular, tango, salsa, Nueva Trova cubana, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés…”. Incluso estudiaba en un colegio con nombre de músico: el José María Bravo Márquez, pero por esos convulsos años 80, con el narcoterrorismo en auge, más que hacer honor a su nombre era centro de drogas y sicarios y la música solo era protagonista de los actos cívicos. Y al ser también protagonista en la vida de Julián, lo mantuvo a salvo de aquellas influencias que fueron la perdición de muchos otros de su generación.
El fruto de perseverar
Julián se siente privilegiado: logró hacerse camino y un nombre en España y, paradójicamente, gracias a la música de su país. “Nos ha abierto las puertas. Nos llaman es a tocar cumbias y otros aires”. Allí tiene un dúo con su esposa Aleyda –cantante-, es profesor de guitarra de niños y adolescentes y adelanta un doctorado en musicología.
Llegar donde está no ha sido fácil, pues no pocas veces las condiciones económicas han determinado su destino. “Me gustaba mucho el violoncelo pero era un instrumento muy caro y muy exótico para las condiciones económicas de mi casa. En esa época era difícil incluso conseguir una guitarra buena”. La segunda incidencia notoria del dinero en su vida lo golpeó al terminar su carrera. “En 2002 apliqué a una universidad en Ohio para una beca, me la dieron, pero tuve la mala suerte de que me negaran la visa porque no tenía un sponsor o patrocinador”.
Realizó entonces una especialización en Artes en la Universidad de Antioquia y en 2005 fue invitado a España a tocar en una feria del Eje Cafetero. “Yo quiero vivir acá”, pensó al conocer a Barcelona.
Pocos meses después estaba residenciado en la ciudad hermana de Medellín, donde consiguió un maestro que marcó su vida. “Me hizo amar aún más la guitarra y a verle otra parte que no conocía, que no era tan evidente”.
Se interesó también en la musicología y su tesis de grado fue sobre la influencia de la música costeña en nuestra ciudad. Ahora su trabajo de grado en el doctorado se enfocará en la historia de la guitarra en Medellín. Todo un reto pues poco o nada hay escrito sobre el tema.
Mientras tanto, sus expectativas y su familia siguen creciendo en Europa. Un bebé de 15 meses y otro en camino son alicientes suficientes para seguir adelante en medio de la crisis que hoy golpea a España. “Han mermado los conciertos y no ha sido fácil, pero tampoco difícil”.