Hace 17 años, la Fundación Ideas para la Paz busca aportar conocimiento y soluciones para problemas derivados del conflicto armado, y ha apoyado las negociaciones del gobierno con las Farc y otros procesos. Fue iniciada por un grupo de empresarios entre los que se encontraban Rodrigo Gutiérrez Duque y Ramón de la Torre Lago, y su creación fue promovida por el empresario antioqueño Nicanor Restrepo. En una de sus áreas de trabajo enfatizan en el papel de la empresa en este escenario. La coordinadora de Sector empresarial y construcción de paz de la FIP, Ángela Rivas, habló con Vivir en El Poblado sobre sus conclusiones frente a la transformación social que también depende de la clase empresarial.
Foto cortesía Quién es Ángela Rivas
Es coordinadora del área Sector empresarial y construcción de paz de la FIP desde 2008. Es Ph.D en Antropología Social y Cultural de la Rice University. Trabajó como consultora para la división de Responsabilidad Social Corporativa de la Occidental Petroleoum Corporation. Además, como investigadora social ha trabajado sobre diversos temas que incluyen desarme, desmovilización y reinserción de excombatientes (DDR), justicia, y políticas públicas en prevención del crimen y la violencia.
“Partimos de varios supuestos: el primero es que una paz sostenible se logra por la vía negociada e implica transformaciones profundas de estructuras, actitudes y comportamientos políticos que han alimentado el conflicto, y entendemos que en estas transformaciones el sector empresarial, en toda su diversidad, tiene un papel muy importante tanto por su rol en la economía y en la vida general del país.
Para nosotros hay tres momentos muy importantes para hacer la paz: el primero es un proceso de negociación y acuerdo, el segundo el mantenimiento de esa paz y el tercero la construcción de la paz, como un proceso de transformación muy profundo”.
¿Cómo puede específicamente el sector empresarial aportar a la construcción de paz?
“Hemos identificado cuatro esferas posibles: la primera es la generación de entornos que sean propicios para la paz, la preocupación porque su actuación sea respetuosa de los derechos humanos y que no afecte negativamente las dinámicas de su entorno, por actuar bajo el principio de acción sin daño, tener prácticas transparentes… es decir, crear un contexto donde la paz tenga muchas más posibilidades. La segunda es la de inclusión socioeconómica, donde se busca que a través del ejercicio empresarial se incluya a cada vez más colombianos en las lógicas sociales y económicas de un mercado. Una tercera esfera es la de inclusión sociopolítica, donde pueden ayudar a generar capacidades en lo local y a fortalecer las que existen, contribuyendo a que temas como la participación y la veeduría ciudadana sean una realidad.
Hay una cuarta esfera que llamamos cómo pasar la página del conflicto: se trata de, por un lado, aportarle a la reconciliación entendiendo que esta no se logra de la noche a la mañana o porque somos muy buenas personas sino que es un proceso y una transformación cultural y debe tener un ingrediente de cambio de narrativas y de no repetición”.
¿Cuáles son las actitudes empresariales que son negativas para la paz?
“Es complicado hablar en general, pero lo cierto es que las empresas saben que no hay nada más difícil que operar en un entorno de conflicto. En buena medida porque conseguir la paz ayuda a tener condiciones de viabilidad. Lo que se puede mejorar ahora es que las empresas que todavía no han llegado a la discusión de tener una política de derechos humanos o actuar bajo el principio de acción sin daño avancen en ello. Hay empresas que hoy ven el tema de la paz como algo muy lejano o que no necesariamente se relaciona con lo que ellos están haciendo.
En las regiones hemos encontrado que muchas veces la idea de la es construcción de paz está muy asociada al proceso de reintegración. Como ves, la agenda que acabo de presentar es muchísimo más amplia”.
¿Este trabajo cómo se ve por ejemplo en Antioquia?
“No me atrevería a hacer un gran diagnóstico, pero conozco algunos casos, y creo que las empresas antioqueñas han sido pioneras en muchos campos y han impulsado estos temas. En Antioquia, a diferencia de lo que encontramos en otros departamentos, tienen organizaciones como Proantioquia y una historia empresarial marcada por personajes como Nicanor Restrepo, donde claramente estos no son temas ajenos al sector”.
¿Actitudes como la cartelización de productos, del papel higiénico como caso concreto, pueden afectar la construcción de paz?
“Es difícil decir que el hecho de que exista un cartel va directamente en contra de la paz, pero lo que sí es claro es que ese es un comportamiento que no genera entornos propicios para la paz. En ese sentido, esta es mi opinión personal, la existencia de carteles tiene que ver con la ética empresarial y entender que los consumidores son ciudadanos, lo que no hace aceptable esta actuación”.
¿Qué proyección tiene el trabajo de la fundación este año?
“En este momento estamos haciendo el ejercicio de aterrizar en temas muy concretos el tipo de cosas que una empresa podría hacer para aportar a la paz. Esta propuesta estaría lista en dos meses. Hay que enfatizar que hay empresas que están haciendo esto hace años y que esta no es una reflexión en la estratosfera”.
Página web: www.ideaspaz.org