Hasta en las mejores familias
El robo al Sevilla es, en últimas, un campanazo de alerta para mejorar los sistemas de vigilancia
Lamentable, sin duda, lo que ocurrió el martes 23 de julio en plena Milla de Oro, en el prestigioso Hotel San Fernando Plaza, cuando fueron saqueadas las habitaciones de nueve jugadores del Sevilla FC. Con premeditación y alevosía se llevó a cabo el robo, calculado por el club andaluz en 300 millones de pesos, pues se perpetró a las 7:30 pm, justo cuando los futbolistas estaban empezando el cotejo con el Atlético Nacional, en el estadio.
Pero si bien el hecho da vergüenza y preocupa por lo que pueda afectar la imagen de Medellín y su objetivo de internacionalización, no hay que exagerar, ni mucho menos estigmatizar a instituciones y personas que se han distinguido por su esfuerzo y profesionalismo a lo largo de los años, como son el Hotel San Fernando Plaza y su gerente Manuel Molina. Ellos también son víctimas. Y no son los únicos.
Sin restarle gravedad al hecho, casos similares se han dado “hasta en las mejores familias”. No es sino recordar lo que pasó en Brasil en junio, en la Copa Confederaciones, cuando seis jugadores de España, entre ellos Gerard Piqué, sufrieron un cuantioso robo en el hotel donde se hospedaban. O lo que pasó en 2010 en Francia, nada menos que en el Hilton de Evian les Bains, donde al gerente deportivo de la selección paraguaya de fútbol –concentrada en una pretemporada para el Mundial de Sudáfrica– le hurtaron de su habitación 110 mil dólares para los pagos de la pretemporada. Ya en Sudáfrica, en pleno Mundial, la ola delincuencial arreció. Las selecciones de España, Grecia, Argelia, Chile y Argentina, entre otras, denunciaron robos, de los que tampoco se escaparon los turistas y los medios de comunicación.
En 2011 los integrantes de la Selección Colombia, entre ellos Falcao García, también fueron víctimas de los cacos en un hotel de Madrid, y la delegación colombiana de ciclismo denunció robos de varias de sus bicicletas en los Juegos Panamericanos de Guadalajara. Así mismo, a la Selección Colombia le robaron durante la Copa América del 87, en Argentina, al igual que en uno de los torneos de Esperanzas de Toulon, en Francia. Y remontándonos más en el tiempo, durante el Mundial de Fútbol del 66, en Inglaterra, los delincuentes no solo saquearon a los equipos americanos sino que se robaron la copa Jules Rimet, bajo las narices de Scotland Yard.
Para lo que sí debe servir la experiencia del Sevilla es para analizar hasta qué punto con las cámaras de vigilancia se está cumpliendo verdaderamente una labor preventiva y no solo probatoria, como sucedió en este caso, pues gracias a las imágenes el presunto ladrón fue capturado en Cúcuta. Cuando ya todo estaba consumado. Perfecto que haya cámaras, pero que sirvan para algo antes de, y no después.
El robo al Sevilla es, en últimas, un campanazo de alerta para mejorar los sistemas de vigilancia, sobre todo ahora, cuando se avecinan la Feria de las Flores y el concierto de Beyoncé, apenas dos de los muchos eventos internacionales que Medellín tendrá este año.