El Parque Lineal Ciudad del Río es un lugar para pasar las tardes alrededor de un picnic, tomar alguna bebida o simplemente matar el tiempo. Es el sitio por donde las señoras caminan y trotan solas o con perros y los jóvenes pasean sus mascotas. Estas pueden juguetear, robarse un pedazo de comida y correr entre los skaters que se deslizan en la pista, los que van en bicicleta o practican slacklining (equilibrio y acrobacias sobre una cuerda). Allí llegan los grupos de crossfit, de yoga y los de las barras. A su alrededor hay todo tipo de comidas y recién llegaron los Mercados Campesinos. Es, como lo define la directora del Museo de Arte Moderno, María Mercedes González, “un parque con una dinámica muy interesante y diversa. No es solo un espacio de los que habitamos Ciudad del Río, sino de toda la ciudad”.
El Museo, el protagonista que se levanta tras definirse el Plan Parcial La Gran Manzana impulsado por Valores Simesa, sigue siendo su administrador tras un convenio realizado con la Alcaldía de Medellín en 2009. En 2013 y 2014 reportamos en Vivir en El Poblado algunas situaciones que perturban a los vecinos, como la invasión irregular del espacio público y el consumo de marihuana. También algunos vecinos le dieron la denominación de “Ciudad del Ruido”.
Apoyos vitales
Pero… ¿cómo va hoy este parque que encanta a cercanos y ajenos? Desde 2013 diferentes ciudadanos que tienen interés alrededor del parque han hecho un esfuerzo por articularse, cuenta la directora del Museo. “La comunidad, administradores de unidades residenciales, ediles, Policía, Museo, Hotel Ibis, Valores Simesa, Cartón de Colombia, Holasa, Londoño Gómez y todas esas empresas que tienen oficinas en el sector nos reunimos para identificar cuáles eran esas problemáticas y cómo trabajar juntos para que Ciudad del Río sea un espacio incluyente, tranquilo y seguro”. Gracias a eso, asegura, hoy la convivencia en el parque “ha mejorado muchísimo”. Destaca la participación de diferentes dependencias de la Alcaldía de Medellín, como Seguridad, Espacio Público, Gobierno y Cultura y Convivencia. “El liderazgo de Astrid Velásquez (exgerente terrritorial de El Poblado), fue fundamental” -resalta-, pues sistematizó los talleres que realizamos.
En su momento, este periódico también expresó: “El Mamm necesita amigos”, haciendo referencia al apoyo económico que requiere para cumplir su tarea. “Los empresarios son un apoyo fundamental y han sido generosos con sus recursos”, cuenta María Mercedes. Estos son utilizados principalmente para el aseo, mantenimiento de jardines y vigilancia. La dinámica del parque también ha cambiado debido a la ampliación del Museo, pues la plazoleta es temporalmente parte del cerramiento de la obra. “Esperamos que cuando se inaugure el edificio, este le de una nueva vida al parque”, dice entusiasmada.
El logro de la JAC
“Para nosotros ese parque es hermoso. La ciudadanía está contenta porque logramos tener un CAI móvil permanente y un cuadrante hace ochos meses”, dice orgulloso el presidente de la JAC Ciudad del Río, Pedro Antonio Vásquez. Admite que la administración municipal ha ayudado desde sus secretarías, pero que persiste el problema de movilidad. “La gente se cuadra en cualquier parte y los taxistas quieren tener un acopio. Esto se soluciona con un par de guardas de tránsito que estén allí hasta las 9 pm. ¿Cómo la Policía sí pudo? El Tránsito también puede”, declara.
Alternativas de administración
“El Mamm siempre ha explorado nuevas posibilidades que acompañen al Museo en la administración del parque, no solo con recursos, sino con trabajo e ideas”, afirma su directora. Por su parte, Valores Simesa, aliado importante de esta entidad, socializó con la comunidad una propuesta de administración a cargo de la JAC Ciudad del Río y el Comité Cívico de Barrio Colombia. “Planteamos que estas entidades convocaran a la comunidad y a empresas cercanas para que aporten una mensualidad, pero es complicado porque no tendrían los medios legales para exigir esos aportes comunitarios. El Comité y la JAC vieron riesgoso asumir el compromiso sin confirmar los aportes, expresa Carlos Guillermo Posada, gerente de Valores Simesa. Asegura que se necesitan entre 40 y 50 millones de pesos mensuales para seguridad y mantenimiento. “Nosotros consideramos que la comunidad que tiene esos espacios, o se apropia de ellos o los sufre”, apunta.