¡Gracias, doctora Jane Goodall!

La plataforma Elemental y Comfama traen a Medellín a Jane Goodall. En un tono muy personal, nuestro columnista Alejandro Álvarez nos cuenta por qué es tan importante su visita.

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*Por: Alejandro Álvarez-Vanegas

Querida Jane: En el documental The Hope nos dices que tu trabajo «es ir por ahí e inspirar a la gente para movilizarla a la acción». Yo creo que lo estás haciendo supremamente bien. Inspiradora es tu perseverancia, presente desde tu juventud. 

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Que las condiciones económicas te fueran desfavorables al graduarte del colegio no te impidió llegar hasta África: trabajaste y ahorraste para cumplir el sueño que tenías desde niña, después de haber leído Dr. Dolittle y Tarzán: ¡trabajar con animales!

Pienso en cómo sería de feliz la humanidad si lográramos alcanzar muchos de esos sueños que tenemos desde niños. Hay que decir, claro, que tu mamá fue una persona clave (e inspiradora, también) en este proceso, pues reafirmó tu autoestima, mostrándote, desde que eras una niña, que creía en ti, y te animó a no rendirte en tu búsqueda de convertirte en una científica. 

A sus 90 años, Jane Goodall es considerada como la leyenda viva del activismo ambiental. Sus primeros estudios fueron realizados en el Parque Nacional de Gombe, en Tanzania

Qué orgullo deben sentir una madre o un padre al ver a su hija feliz con su quehacer, y qué gratificante debió ser luego para tu mamá el ver que tus contribuciones a la ciencia fueron verdaderamente revolucionarias.

Pero, antes de hablar sobre esos aportes científicos, hay que decir que estos fueron posibles no solo por esa perseverancia que te caracteriza y por el apoyo de tu madre, sino también gracias a tu capacidad de observación, otra actitud inspiradora en ti.

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La paciencia con la que observaste el comportamiento de los chimpancés en Tanzania me llevó a reafirmarme en la convicción de que, sin importar si somos científicos o no, deberíamos mantener siempre la disposición a contemplar y a observar lo que nos rodea para, así, poder maravillarnos con la naturaleza de la que somos parte. 

En una época donde muchas personas veían a alos animales como otros habitantes más de este planeta, sus aportes fueron valiosos porque dijo que los chimpances también tienen un alma.

Ahora sí: tus contribuciones científicas sobre el comportamiento de los chimpancés salvajes son fascinantes. En tiempos en los que la posición dominante de la ciencia dictaba que los animales eran simples máquinas animadas –y que el ser humano estaba por encima del resto de la naturaleza–, entregaste evidencias sobre la complejidad del comportamiento animal y sobre lo cercanos y similares que somos.

“Si tenemos un alma, también la tienen los chimpancés”, dijiste. No solo señalaste que era posible hablar de emociones como alegría, preocupación, celos o miedo en los animales (y que también ellos buscan contacto amistoso y consuelo, por ejemplo), sino que, además, descubriste que el uso de herramientas, hasta entonces pensado como algo exclusivo del ser humano, ocurría en los chimpancés.

Son extraordinarias las palabras con las que reaccionó tu jefe de aquel momento cuando le contaste que habías observado la modificación y el uso de objetos como herramientas: “Tendremos, entonces, que redefinir lo que significa herramienta o lo que significa ser humano… o aceptar a los chimpancés como seres humanos”.

Jane Goodall estará en Medellín gracias a la plataforma Elemental y a Comfama. Ambas organizaciones de la sociedad civil promueven el cuidado de la naturaleza.

Y no fue inspirador únicamente lo que encontraste en los chimpancés, sino también la forma cariñosa y empática como trabajaste con ellos.

Por último, aunque no menos importante, está el hecho inspirador de que hayas logrado lo que lograste en ese mundo científico que, para aquel entonces, era mucho más machista que el de hoy (que, lamentablemente, todavía lo es bastante).

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Todo esto fue extraordinario, pues redefiniste el lugar del ser humano en el mundo. Pero las acciones inspiradoras en tu vida continúan, porque a la par del rol científico está la faceta del activismo por la defensa de los chimpancés, en particular, y del planeta y de las personas, en general.

Es hermoso escucharte contar cómo sucedió esa transformación: ya famosa por tus descubrimientos, llegaste a una conferencia sobre chimpancés en 1986, siendo una científica… ¡y saliste siendo una activista! Dices que se te volvió ineludible usar tu conocimiento y tu fama –y el poder que estos otorgan– como instrumentos para defender los ecosistemas en los que habitan esos chimpancés que precisamente te hicieron célebre. ¡Qué falta le hace un activismo como el tuyo a la ciencia, Jane! ¡Y también a la educación!

En general, como sociedad, nos hace falta identificar y aplicar un principio que a ti te guía: que el privilegio acarrea responsabilidad. Igualmente, tu activismo es inspirador porque no es pretencioso, no está en función del aplauso. Es auténtico, y quizás más admirable que eso, es amoroso: a pesar de toda la rabia que genera la todavía hoy destructiva tendencia del desarrollo, sabes que a las discusiones hay que llegar con argumentos no solo para la cabeza, sino también para el corazón.

Admiro tu capacidad de sentarte a conversar con quienes tanta gente a tu alrededor considera malos, preguntándote: “Si no conversamos con las personas, ¿cómo esperamos que vayan a cambiar”.

Les das la oportunidad de hacerse buenos, y lo logras. No podría terminar esta carta de agradecimiento por tu vida inspiradora, Jane, sin referirme a tu trabajo con la juventud, cristalizado en la iniciativa Roots & Shoots.

Esa labor con jóvenes de todos los rincones del mundo para que sus raíces ahonden en el amor por los animales (¡y por las personas y el entorno natural en general!), y para que, de ese amor, retoñen acciones de cuidado por un mundo mejor, es realmente esperanzadora. “Mi trabajo es ir por ahí e inspirar a la gente para movilizarla a la acción”, dices. Vale la pena repetir la frase.

Que todavía hoy, a los noventa años, sigas viajando por el mundo para invitarnos a replantear nuestra relación con el resto de la naturaleza –incluyendo los otros seres humanos– es algo conmovedor, inspirador y esperanzador.

No cabe duda de que cada uno de tus viajes ha sido importante. Pero, a medida que la carga de los años se te hace más pesada, cada visita es más significativa. Por eso, la correspondencia a tu esfuerzo debería ser mayor y las audiencias que te escuchan deberían movilizarse con más fuerza hacia la acción.

Sé que tu presencia en Medellín dará esperanza e inspirará a muchas personas a actuar por el cuidado de la naturaleza que también somos. Por eso y por todo lo que has hecho, ¡gracias, Jane!

JANE GOODAL EN MEDELLÍN

Jane Goodall visita a Medellín gracias a una alianza entre Elemental -plataforma que busca despertar conciencia ambiental- y Comfama, en la celebración de sus 70 años. El evento, denominado Razones para la esperanza, será el 22 de agosto, en el Teatro Metropolitano. Las personas interesadas en participar deben inscribirse en: www.comfama.com

  • * Alejandro Alvarez – Vanegas hace parte del colectivo Con los pies en la tierra y su email es: [email protected].
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