Gonzalo Ospina, concertino de la Orquesta Filarmónica de Medellín, se ha convertido en la cara de la entidad durante la pandemia.
Gonzalo siempre ha sido un muy buen conversador. De familia melómana, estudió música entre Medellín y Bogotá desde que estaba muy pequeño. Esto hizo que sus amistades siempre hayan sido mayores que él. Tiene una visión muy diferente del mundo. El diálogo se le da fácil. Además, es una mente inquieta, siempre está investigando, buscando y leyendo.
Hoy es la cara de la Orquesta Filarmónica de Medellín en redes sociales. Sus conversaciones con personajes como Santiago Botero ya se han vuelto cotidianas y complementan una programación musical que la gente ha podido disfrutar en los canales de la Orquesta y de Comfama.
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Él, que era ajeno a las redes hasta este año, (“en la Orquesta me abrieron el Instagram”), ha descubierto un mundo de posibilidades, nuevas maneras de formar públicos y se ha convertido en una especie de youtuber.
“Hemos tenido gente de muchas partes del mundo conectadas. Yo creo que cuando todo pase, esta forma de generar contenidos permanecerá”, dice.
Una de las cosas que más disfruta es la de planear cada sesión: investigar y buscar la música que acompañará el diálogo, “voy más allá de lo clásico, hay que mostrar otros géneros”. También cuenta que lo más difícil ha sido grabar música. “Uno está acostumbrado a tocar frente a la gente, es distinto ahora”.
Ve el futuro con mucha incertidumbre. Valora lo que hace Filarmed para seguir en el corazón de las personas y está orgulloso de la labor de la orquesta, que asumió rápidamente el reto de adaptarse a una nueva realidad. “En mis recorridos, creo que es una de las organizaciones musicales que mejor lo hecho en el mundo”, agrega.
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Reconoce que es complicado el cambio de contexto, de pasar de un escenario a una pantalla, en la que el espectador se distrae más fácil. Pero ese es el reto. Y por eso piensan en diferentes inspiraciones, en ponerle música a la cotidianidad, en conectarse con otros géneros y así seguir hablando a través de este nuevo lenguaje. Asume, entonces, el reto de buscar el sentido musical a los objetos del día a día y lo hace con gusto.
Sabe que su trabajo como entrevistador, como conversador, ha sido importante para muchos, que ven en cada sesión, la posibilidad de tener una ventana, de escaparse de la realidad del confinamiento.